sábado, 21 de enero de 2012

UNDÉCIMA ESTACIÓN

- ¡Mira, mira qué pañuelo!
(si no lo compras no tendrás consuelo)

-¿Y tú has visto aquel salero?
(lo puedes utilizar de llavero)

-¡Fiijate en aquella esquina!
(¿también es una menina?)

Meninas, meninas, meninas por doquier...

Saquemos fuerzas, hermanas,
para no caer en el abismo
al que conduce el consumismo.
Amén.


UNDÉCIMA ESTACIÓN: LA AVARICIA
Las Meninas es el cuadro más famoso de Velázquez. También el más copiado. Hay versiones de todos los colores y formas. Ya vimos un adelanto en las pinceladas que dimos por tu cumpleaños, las versionó Picasso, Dalí, elcortinglé... e incluso hoylibroproducciones tiene su versión cartonera. En esta estación vamos a ver muchas más, y si quieres te llevas una para Galicia, porque las hay bien baratitas. ¡Ea, a consumir, pecadoras!


LA AVARICIA ROMPE EL SACO, DICE UN ANTIGUO REFRÁN, Y EN ESTA TIENDA TAN CHICA ES DONDE TUS MENINAS TE LLEVARÁN

Pero antes, vamos a culturizarnos un poco:
Velázquez pintó Las Meninas en 1656, y aunque aparece con la Cruz de la Orden de Santiago en su pecho, este honor lo consiguió en 1659. La mayoría de los expertos coinciden en que la cruz fue pintada por el artista cuando recibió la distinción, apuntándose incluso a que fue el propio Felipe IV quien lo hizo.


La estancia en la que se desarrolla la escena sería el llamado Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid, que tenía una escalera al fondo y que se iluminaba por siete ventanas, aunque Velázquez sólo pinta cinco de ellas al acortar la sala. El Cuarto del Príncipe estaba decorado con pinturas mitológicas, realizadas por Martínez del Mazo, copiando originales de Rubens, lienzos que se pueden contemplar al fondo de la estancia.

En la composición, el maestro nos presenta a once personas, todas ellas documentadas, excepto una. Está presidida por la infanta Margarita y a su lado se sitúan las meninas María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco. En la izquierda se encuentra Velázquez con sus pinceles, ante un enorme lienzo cuyo bastidor podemos observar. En la derecha se hallan los enanos Mari Bárbola y Nicolasillo Pertusato, este último jugando con un perro de compañía. Tras la infanta hay dos personajes más de su pequeña corte: doña Marcela Ulloa y el desconocido guardadamas. Reflejadas en el espejo están las regias efigies de Felipe IV y su segunda esposa, Mariana de Austria. La composición se cierra con la figura del aposentador José Nieto.

Las opiniones sobre qué pinta Velázquez son muy diversas. Soehner, con bastante acierto, considera que el pintor nos muestra una escena de la corte. La infanta Margarita llega, acompañada de su corte, al taller de Velázquez para ver como éste trabaja. Nada más llegar ha pedido agua, por lo que María Sarmiento le ofrece un búcaro con el que paliar su sed. En ese momento, el rey y la reina entran en la estancia, algunos personajes detienen su actividad y saludan a sus majestades, como Isabel de Velasco. Esta idea de tránsito se refuerza con la presencia de la figura del aposentador al fondo, cuya misión era abrir las puertas de palacio a los reyes, vestido con capa pero sin espada ni sombrero. La pequeña infanta estaba mirando a Nicolasillo, pero se percata de la presencia de sus regios padres y mira de reojo hacia fuera del cuadro. Marcela Ulloa no se ha dado cuenta de la llegada de los reyes y continúa hablando con el aposentador, al igual que el enano, que sigue jugando con el perro.

La pincelada empleada por Velázquez no puede ser más suelta, trabajando cada uno de los detalles de los vestidos y adornos a base de pinceladas empastadas, que anticipan la pintura impresionista. Predominan las tonalidades plateadas de los vestidos, al tiempo que llama nuestra atención el ritmo marcado por las notas de color rojo que se distribuyen por el lienzo: la Cruz de Santiago, los colores de la paleta de Velázquez, el búcaro, el pañuelo de la infanta y de Isabel de Velasco, para acabar en la mancha roja del traje de Nicolasillo.

Lo que verdaderamente nos impacta es la sensación atmosférica creada por el pintor, la llamada perspectiva aérea, que otorga profundidad a la escena a través del aire que rodea a cada uno de los personajes y difumina sus contornos, especialmente las figuras del fondo, que se aprecian con unos perfiles más imprecisos y colores menos intensos. También es interesante la forma de conseguir el efecto espacial, creando la sensación de que la sala se continúa en el lienzo, como si los personajes compartieran el espacio con los espectadores. Como bien dice Carl Justi: "No hay cuadro alguno que nos haga olvidar éste".

http://www.google.es/search?q=OTRAS+MENINAS&hl=es&biw=994&bih=636&prmd=imvns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=G_MbT-TGKJGAhQe-sJG9DA&sqi=2&ved=0CC8QsAQ

2 comentarios:

Cristina dijo...

AYYY, CIELO SANTO, QUE HABÍAMOS OLVIDADO DECIRTE DÓNDE ESTABA LA UNDÉCIMA ESTACIÓN. PUES ARRIBA EN UN RINCÓN TE HE DEJADO LA PISTA YO.

P.D. UNDÉCIMA ESTACIÓN: PREPARA EL PARNÉ.

Maria-Norte dijo...

Ayyy, cielo santo , que indecision!!