sábado, 28 de enero de 2012

ACTA DE ENERO. EL EXTRANJERO DE CAMUS

ASISTENTES: MARÍA NORTE Y SUR, ÁNGELA, ROCÍO, MARGA, MARÍA DEL MAR, ADELA Y LA MENDA LERENDA

LUGAR: EL ABUELO
LIBRO: EL EXTRANJERO, DE ALBERT CAMUS



El invitado, Eliseo, falló a última hora por enfermedad justificada con certificado médico.




Antes que nada, quiero decir que eché muchísimo de menos a Pilar, y que lamenté su ausencia por la situación tan trágica que está pasando. Desde aquí mi cariñito incondicional.

En fin, tras mucho tiempo de espera, por fin comentamos las andanzas de Meursault en su tierra argelina. Antes, en animada charla, descubrimos las bondades de los champús de caballo para melenas leoninas, los aceites de argán que quitan las arrugas del cuello pero te achicharran enterita y varias técnicas de belleza de gran exotismo para no pasar desapercibidas ni ante el mismísimo Meursault.

Y ya, tras el chinchin en la copa que puso orden en la sala, comenzamos con el juicio sumarísimo a Albert Camus.

En general nos gustó a todas, aunque en el blog hay siete votos, 4 buenos y 3 regulares.

Rompió el hielo María del Mar, y muchas de nosotras coincidimos en su opinión de que el protagonista es un ser básico, que cubre sus necesidades fisiológicas y con eso le basta. Es extranjero porque es extraño en la sociedad en la que vive. Rocío piensa que sería estupendo psicoanalizarlo e incluso adoptarlo para darle cariñito en su infancia (estaba ella monotemática con los cariñitos). Planteamos la relación con su madre, con la que ya no tenía nada de que hablar, y que la metió en la residencia porque pensaba que allí estaría mejor.

"Cuando mamá estaba en casa pasaba el tiempo en silencio, siguiéndome con la mirada"

Pensamos algunas que a pesar de todo no nos resulta antipático, puede que no entendamos su postura, puede que nos parezca atroz el asesinato que cometió, pero el protagonista no es una persona a la que se deteste.

La principal característica que le vemos es que no mentía ante nadie (alguna que no voy a nombrar dijo que hasta se sentía identificada con él algunas veces).

María Norte nos cuenta que ha leído que Camus tuvo tres enfermedades: su madre, la tuberculosis y su mujer, que era heroinómana. No sabemos si la tercera ya la estaba padeciendo cuando escribió este libro, lo que sí nos enteramos es que estaba convaleciendo de la tuberculosis en un hospital suizo.

En general pensamos que el lenguaje con el que está escrito, a base de frases cortas, sin metáforas ni artificios, ayuda a meterte más en situación y casi sientes que te lo está contando. A Marga le recuerda al lenguaje de los niños, porque se fija en cosas que a los adultos no nos llama la atención. Describe muy bien las sensaciones, como el calor, que leemos que aparece en tres momentos claves de la novela: en el entierro, en la playa cuando comete el asesinato, y en el juicio, y que ese calor le embota tanto que no se concentra en nada más.

Parte de la mesa ha disfrutado más con la primera parte, y a otras (entre las que me incluyo), les ha gustado más las reflexiones que hace en la cárcel sobre la libertad y la pena de muerte, Rocío cree que trata este tema incluso con sentido del humor, cuando dice: "En suma, el condenado estaba obligado a colaborar moralmente. Por su propio interés todo debía marchar sin tropiezos", o que debería usarse una combinación de sustancias químicas que matara 9 de cada 10 veces.

María Norte disfrutó con el momento en el que él se evade de la cárcel con los recuerdos, cree que en los peores momentos se puede una alejar de su vida nada más que recreando momentos pasados... "Comprendí que un hombre que no hubiera vivido más que un día podría vivir fácilmente 100 años en una cárcel, porque tendría bastantes recuerdos para no aburrirse".

Debatimos sobre el arrepentimiento, que no lo siente en ningún momento, y pensamos que fue condenado más por su actitud ante el funeral de su madre que por el asesinato.

Y con unos postrecitos que endulzaron nuestra despedida, nos fuimos, como niñas buenas, porque al día siguiente teníamos un via crucis por delante.

3 comentarios:

Marga dijo...

Mil gracias, Cristina. Con este acta podría pasarme 100 años en la cárcel sin aburrirme (ejem).

Maria-Norte dijo...

Exceptuando la ausencia dePilar y del invitado efectivamente,fue una cena para el recuerdo. Gracias Cristina

Cristina dijo...

Marga, sin aburrirte seguro, pero ¿podrías pasarte 100 años en la cárcel sin una milhoja rellena de crema y cubierta de merengue y un gin tonic? (ejem, ejem)