Interesante viaje este que hemos hecho juntas de una punta a otra del mundo.
Con la llegada de la primavera hemos guardado en un altillo los chaquetones, los chalecos y los gorros de lana que nos abrigaron de los fríos vientos de Terranova. Y ahora, como el que no quiere la cosa, nos ponemos la chilaba, el chador y nos calzamos las babuchas para pasar desapercibidas, y observar, apoltronadas en el rellano de la escalera, a los variopintos habitantes del edificio Yacobián. Así es nuestra cosmopolita vida literaria.
Su autor sabe transmitir el color, los olores, y sobre todo los sonidos del singular vecindario. Y la sensualidad que tienen estos cairotas a flor de piel, ya que entre sus páginas se viven aventuras amorosas de todo tipo.
El cosmopolita, cultivado y mujeriego Zaki Bey, al enamorarse de Rebab, la camarera del bar "El Cairo", se la describe así a un amigo:
"Ella representa la belleza de las clases populares, con toda su vulgaridad y sensualidad. Como si acabase de salir de un cuadro de Mahmoud Said"
Al leer ese nombre me di cuenta de lo poco que sé del arte egipcio. Si exceptuamos el arte antiguo, no nos llegan los nombres de los artistas que desarrollan allí sus carreras, así que me entró curiosidad y me fui directa a buscar más información de ese autor cuyos cuadros tan bien representaban el ideal de mujer de Zaki.
Y entre los muchos cuadros que pintó, me he encontrado a esta sensual cairota que tiene un libro entre sus manos. Así que he decidido que debía formar parte de nuestro particular museo de lectoras con arte, para recuperar una tradición que estaba perdida en nuestro blog y con la que tan buenos ratos hemos pasado.
Mahmoud Said (1897-1964) nació en el seno de una familia aristocrática de Alejandría. Su padre, Mohammed Said Pasha, fue primer ministro del gobierno egipcio y un gran defensor de la cultura y las artes. Se graduó en la Escuela de Derecho de París en 1919, siguiendo los deseos de su padre, que no quería que su hijo fuese
artista. Trabajó como abogado, fiscal y juez y no se dedicó de lleno a la pintura hasta los 50 años, tras haber fallecido su padre.
Sus obras son coloristas y luminosas. Dicen los críticos que recogen la esencia de Egipto. Retrata jóvenes campesinas vestidas con el traje tradicional, hombres rezando en la mezquita, voluptuosas mujeres desnudas; representa tranquilos atardeceres en la orilla del Nilo o espacios urbanos llenos de gente.