miércoles, 2 de febrero de 2011

ACTA DE ENERO... EN FEBRERO



Si la Feria de Abril, paradigma de jolgorio, tradición e intelectualidad regada con manzanilla, se celebra este año en mayo, ¿por qué la cena de Hoy Libro de Enero no se puede contar en Febrero? ¿Acaso nosotras somos menos que la Feria de Abril, con nuestros farolillos de colores, nuestra alegría innata, nuestro alumbrado bajo coste, nuestro buen comer, cantar y contar, reír y callar? ¿Callar nosotras?



Queridas amigas de Hoy Libro –especialmente las que entráis en la caseta del blog a leer curiosas-, pizpiretas soñadoras de historias ficticias que a veces no lo son tanto pero siempre son literatura, aquí está el acta de Enero que se arrastró a Febrero para ser, como la Feria, caprichoso y único.



El campo donde se celebró la feria de Hoy Libro, el restaurante japonés Samurai. ¿Por qué? Los motivos se explicaron sobradamente a las asistentes a través de una nota-carta-comunicado-aviso porque, amigas mías, lo que se da por escrito queda y las palabras se las lleva el viento. Y también la desmemoria, esa que acompaña a una realidad llamada “tiempo” -y no a falta de voluntad, que en este grupo sobra-.







¿Pensarían la tía Julia y MVLL que sus retratos ampliados terminarían pegados con celo, transparente, eso sí, en la silla de un restaurante japonés, presidiendo mesa como corresponde a tan ilustres invitados? Más de una habríamos dado tres uñas del pie izquierdo por tenerlos en persona pero, amigas mías, por el momento, nuestras múltiples capacidades no consiguen abducir premios Nobel ni mucho menos resucitar muertos. A lo mejor, con el tiempo…



¡¡¡Hala!!! Vámonos que nos vamos.






Comienzan los preámbulos. Colocación de sillas, yo me siento aquí, no mejor aquí, vale, pongo el bolso aquí, pues yo aquí, qué bien te veo, pues anda que tú, anda mira que foto más chula de MVLL y la tía Julia. ¿Pero no la habías visto? Pues lleva un rato ahí puesta. ¡Ay! Me la llevo (ya nos contará qué ha hecho con ella la jodía). Pasa el libro de actas, niña, que empieza el lío. Firma de las asistentes, siete. Pos sí que somos pocas. Pos así es la vida. Pos anda que tú… Pos ya que estamos, a ver si somos serias que no se diga a nuestra edad y se confirma la cena con antelación que esto no pué ser: por respeto, por principio, porque sí. Pos sí que se ponen estas niñas de acuerdo rápido. (Y después lo perras que son pa llevarlo a la práctica) Parole, parole, paroleeee… ¡AH! Y ya que estamos, a ver si se ahorra un poco en las cenas, que parecemos Donald Trump sin tupé. Money, Money, Money


¡Niñas, cuidado con la joya de Elena, que corresponde a la primera edición del ’77! ¿¡¡¡Pero seréis torpes, por Dios bendito, si es que no se os puede llevar a ningún sitio!!!?
Ángela, derecha como una vela.
Se entra en el asunto “Eva Díaz Pérez y su Club de la Memoria” y, en un pis pas, como corresponde a un grupo resolutivo y bien dispuesto como éste, se decide que antes de cerrar fecha con la autora, se conseguirán los libros, que andan escasos. Elena se ofrece a encargarlos en Beta-Viapol, mientras cuida con celo una novela que corre peligro de muerte súbita. Tema aparcado hasta nuevo aviso. Nos limpiamos las manos con toallas húmedas y calientes y tira millas. Cosas de los japoneses.

¡Pero bueno! ¿¡¡¡¡Y éstas!!!!!? Por favor, no virtais vino encima del libro de Elena, ¿¡¡¡¡No véis que se lo vais a estropiciar? Ángela continúa estoica, como un junco en medio de una marisma anegada de letras.


La mesa empieza a adornarse de arroces, sushis, ensaladas, colorines nipones. Palillos, algunos, que desaparecen de la mesa hábilmente para ser confinados en bolsos ladronzuelos con expresión inocente. Curiosidades propias de mujeres inteligentes del tipo: Hay un voto en el blog que pone “poco” y estoy segura que se emitió entre la 1:00 y la 1:30 de la madrugada… La organizadora de la cena y la dueña del comentario deciden que tuvo que ser, exactamente y sin lugar a dudas, entre la 1:00 y la 1:10, horas en las que ambas bicheaban inocentemente en el blog.




¿Y por qué no tiene palillos Elena y el resto sí? Y Ángela, erguida como una bailarina del Bolshoi antes de la caída del Régimen.
Elena lee la introducción de la joya del ’77 que no queda reproducida aquí porque la que escribe no tuvo el coraje de copiarla ante el vendaval de adjetivos que la componen. ¡¡¡¡UF!!!! ¡Si hasta con sólo pensarlo, noto cómo si un inconmensurable sudor frío y tempestuoso ascendiera por mi delicado torso hasta mi porcelano e inmaculado rostro! Voy a abanicarme y vuelvo súbito…
¿Pero aún está Elena sin mantelito? Menos mal que ya tiene palillos. Y la novela… la novela segura en el bolso. A ver, ¿qué otra cosa podía hacer la criatura después que su encantadora vecina de enfrente le echara cerveza encima con la ligereza del que fumiga un campo de langostas?
…Y Ángela, derecha como una vela.


A Elena, La tía Julia y el escribidor la ha alucinado por su imaginación desbordante. La novela es como si se hubiera hecho un estudio sobre el significado de escribir. La juventud del protagonista, su impetu, su tirar palante con lo que sea, le hace a Elena recordar a su hija Lola, con dieciocho años, viviendo en el extranjero, disfrutando de la vida. Y nostalgia. Nostalgia por sus dieciocho años, por lo vivido. Deja el resto para cuando se entre en debate.
A Ángela le ha gustado bastante, aunque no muchísimo. Le resulta “alucinante” el tono que usa el autor cuando habla de su tía y él y cuando lo hace de Pedro Camacho y sus radioteatros. El final, lúcido y las historias la han conmovido.
Elena pide a la organizadora que se calle por haber interrumpido a Ángela y ésta, obediente donde las haya, cierra el pico hasta ¿nueva orden?. No, mi amor, hasta una nueva oportunidad. Pues buena es la organizadora para estar callada. Y es que Ángela estaba diciendo: “Como lectora me habría gustado GGRRRRGGRRR” (entiéndanse dichos sonidos inconexos como interferencias de la organizadora) a lo que Rocío –que por cierto no le tocaba hablar pero a quien Elena no recriminó, a buen seguro porque el hecho de vecindad crea un vínculo de complicidad invisible- añade: “No, como radioyente”. Y recuerda a Panchi, su muchacha, quien escuchaba Simplemente María. ¡Toma. Y yo! pensó la organizadora para sus adentros, que es un lugar donde no te interrumpe nadie.

“Come este arroz que está buenísimo”. “Pues sí que sí”. Según Marga, el final es hilarante y lo que hace el autor es darte opciones. Ángela considera que no le da final a las historia. “Prueba esto que está muy bueno”. “¿Sí?”, contesta con carita de asco la Sur. Cristina no echa de menos el final. María Sur desiste y no prueba.



Le toca a María Sur, quien opina que el tema principal de la novela es la literatura en sí misma. Capítulos pares, las radionovelas de Pedro Camacho; capítulos impares para la historia entre la tía y el joven aspirante a escritor. Escritor versus escribidor. Estupenda novela. Tan discreta ella a la hora de hacer una primera valoración.
Marga opina que de cada historia saldría una historia. A Rocío MVLL le parece un maestro, combina excelentemente los dos mundos, como Jorge Amado, Octavio Paz… Habla del realismo mágico que le contradicen algunas que opinan que la novela no es realismo mágico en absoluto. Recuerda a un profesor suyo cuando ella le dijo que García Márquez era único. “No, yo no quiero pollo”. Y el profesor le contestó que no había nada nuevo bajo el sol. Aún así, a ella MVLL le parece un genio. Vale, apostilla Marga, pero no es realismo mágico. “¿Pero no te gusta el pollo?” “No. Preparado así no”.
¿Sigue Ángela cual junco en la marisma o empieza a escorarse ligeramente a la izquierda cual bailarina del Bolshoi tras la caída del régimen?
Elena afirma que el perfil de los personajes de Camacho no cambia. ¡¡Qué felices seríamos si apareciera MVLL y nos hablara de su novela!! se oyó decir a una ingenua vocecilla en la mesa.



Vaya, vaya. Lo que dio de sí la historia de “Lo queVarguitas no dijo”. Permítanme, queridas amigas que no reproduzca aquí ni siquiera resumido lo que se habló del tema pues no habría espacio suficiente para tanto parloteo. Espero que sus agudas memorias recuerden lo que la organizadora contó de su aventura indianajonesca, todo lo que ustedes opinaron sobre la lectura o no del libro y sus nada perjuiciosas mentes cuando Menda Lerenda se la ponga picaronamente sobre la mesa. Déjenme decirles que para no interesar en absoluto el libro –excepto para dos o tres juiciosas- el temita dio para mucho. Claro que cómo un periodista dijo que Julia Urquidi había dicho que MVLL se había hecho escritor gracias a ella... ¡¡¡¡Y aún se cree en los periodistas a estas alturas de la película!!!! Si es que nuestra blogmaster es tan buena que se lo cree tó. Menciona la anécdota de la tata Isabel que esta pobre ineficiente que escribe no apuntó y la desmemoria no le deja recordar. “¡¡Uy!! Yo pescado crudo no tomo”.
¡Anda, pero si ha hablado todo perro pichichi y la organizadora no ha dicho ni mú de la novela! ¡Pos no te digo! Con lo que le gusta a ella estar en el uso de la palabra. Pobrecilla.
Cristina decide que leerá “Lo que Varguitas no dijo” porque afirmó rotunda que si algo le gusta es romper perjuicios. ¡Ole mi niña! (No es cuestión de romper perjuicios, sino de tener el privilegio de leer una historia contada por alguien que no aspira a nada más que a transmitir su realidad y la misma realidad escrita por una mano maravillosa de la literatura, con lo que La tía Julia y el escribidor adquirirá aún mayor valor literario, ¿verdad, querida Sur?).
Ángela definitivamente se escora hacia la izquierda. La joya de Elena reposa en su bolso. Sus palillos, su mantel y su espacio vital limpio de vino y cerveza. La cena continúa y la charla se calienta porque el libro apasiona. ¡Vivan los cincuenta!
La organizadora entrega unos regalitos Vargallourquidianos, hechos amorosamente a mano y paciencia que la concurrencia parece recibir con emoción. Entre los ¡Uy! ¡Uy! ¡Uy! (que debe ser un modo discreto de dar las gracias), y el Pilar, qué bonito o el me gusta mucho la portada, vámonos que nos vamos que, aunque parezca mentira, estamos aún en pañales argumentativos novelescos. A propósito, ¡¡Vivan los cincuenta!!
A Elena, por asociación de ideas del capítulo X de la novela, se le ocurre decir que en su casa tiene fama de mandona pues al parecer lo mismo controla cuando su familia come verdura, que cuando cagan bien, mal, regular, a diario o bimensualmente. María Sur, a saber si por personalidad tranquila o deformación profesional, afirma que ella sólo se preocupa cuando su hija lleva varios días sin ir al baño (nótese que no ha usado el verbo cagar ni en su defecto defecar. ¿Sería por no repetirse? ¿Por qué estábamos cenando? ¿Porque en el Puerto son más finos y no hablan así? El sino del ser humano es vivir invadido de dudas). Cristi lee la carta que dejaron junto al bebé en la puerta del convento. “Soy hija de un amor funesto”, ¡Que belleza de frase! y el resto no puede dejar de admirar la escritura brillante de MVLL. Marga quiere puntualizar que ella ha cronometrado la lectura. Resulta que en los capítulos pares tardaba más que en los impares. La novela no deja a ninguna indiferente. Los comentarios sobre la misma se suceden.
A Ángela se le empieza a caer levemente el ojillo. Cristina continúa haciendo comentarios sobre lo recibido. Marga recibe un regalo extra para su cincuenta cumpleaños. Aún faltan días pero vive íntimamente mimetizada con Pedro Camacho y su obcecación con los cincuenta. La organizadora quiere que viva rodeada de suerte. Suerte, Marga. Suerte, siempre.
Ratones se dice pericote, afirma una de las chicas (llama la atención el uso tan rico del español en la novela) y Ángela lo repite mecánicamente mientras sus ojillos vidriosos miran sin ver y sus manos entrelazadas le aguantan la cabeza a la altura de la barbilla. Conversaciones entrecruzadas. Fin de fiesta. Postres varios. La maestría de MVLL la deja Marga patente hablando de El elogio de la madrastra. Rocío aprovecha el tirón y nos vende unas papeletas de su hija. El que no corre vuela. Elena y la que escribe hablan de Lola y Londres. Cristina me explica el concepto de “lectura vaginal”, la tesorera saca la cartera porque vive en un sinvivir, definitivamente vencida hacia el costado, el ojillo semicerrado y un susurro de “me tengo que ir, me tengo que ir”.
No hay libros para proponer, excepto el de Pilar que, por cierto, no tiene éxito alguno, por lo que obviamos recordar el título. Ángela y Elena rajan sin parar, Rocío quiere uno cortito. Elena y Ángela continúan rajando. No interesa novela negra, ni novela blanca, ni gris. Se manifiesta una cierta apatía en la selección. Hablamos de la película-documental José y Pilar. ¡Qué interesante! ¡Qué conmovedora! ¡Qué forma de ver las tripas del personaje y de la persona! ¡Qué bien que no la ha visto ninguna y puedo rajar a mis anchas! ¡Qué cantidad de propuestas y no cuaja ninguna! Mientras surge una idea, Cristina y Pilar se pintan el morrillo (cada una el suyo, por si alguna se despista).
Ángela, al borde ya del colapso por el ruido que le viene por el flanco derecho. La joya de Elena ronca tranquila en la oscuridad del bolso.
Elegimos por unanimidad a Dashiel Hammet. ¡Ah! Pues no. Cambiamos de nuevo de opinión. Fijemos fecha para la próxima cena y ya se nos ocurrirá el libro para Febrero. Elena saca el móvil, Rocío un calendario de las Hermanitas de la Cruz de quienes es socia (miembra no, ¿no?). Marga y Cristina no quieren ser menos y sacan los suyos, los móviles se entiende. Éstas no tienen pinta de ser miembras de nada que no sea apuntalamiento de isquiotibiales en Pilates para mujeres maduras.
Ángela suspira porque aún ha de llevar a su madre a casa. Eso sí, el dinero lo cuenta divinamente. ¡Vivan los cincuenta!
Se propone una fecha pero las chicas de Pilates no están dispuestas a estresarse con tanta actividad extraescolar el mismo día. Cambiamos de fecha. ¿Será problema de cambiar de opinión el nuestro? Dashiel Hammet queda definitivamente excluido. Aparece Stefan Szwaig. ¿Quién? Stefan Zsweig. Anda, pues yo toda la vida de Dios he pronunciado Ezweig. ¡¿A quién le importa?! A Stefan Zweig seguro que no. Optamos por “Los ojos del hermano eterno”. Porque sí. Porque es un autor exquisito. Porque Miguel lo tenía de libro de cabecera y su hija lo recuerda nítidamente. ¿Hace falta más motivo? Va por ti, fiel de Zweig. Y por el autor. Y por la literatura. ¡Y vivan los cincuenta!
Queda fijada la fecha de la cena próxima: miércoles, 16 de febrero. Organiza Elena, invita Pilar. La tesorera apremia al pago. Los dineros la despejan transitoriamente. A ponerse los abrigos que no es edad para coger una pulmonía. A la puerta sin meter bulla. Foto de grupo. Repetimos, que siempre hay una que parpadea a destiempo. Unas besan. A otras se les ve la espalda alejarse. El grupo se va. La tía Julia y el escribidor cierra sus páginas.
La portada de esta feria de Hoy Libro seguro que más de una la atisbó en lontananza: Elena y su estoicismo con su pobre libro -que a punto estuvo de morir ahogado en vino y cerveza sin posibilidad de un boca a boca- y su saber estar ante la falta de palillos, mantel y panecillo. Y Ángela, quién sufrió desviación de columna desde el mismísimo coxis hasta la C1 por culpa de una organizadora que, en su afán de que la cena saliera redonda, olvidó cerrar todos los flancos al ruido externo. A su alrededor, cinco farolillos escrupulosamente dispuestos a la alegría, la charla y el compartir.
Mi amor literario a todas. Hasta el 16. Buenas noches.


17 comentarios:

Cristina dijo...

¡arsa, pilili!, desde el zaguán de esta caseta, me recreo en tus volantes. Pa pizpireta tú, mi arma, me encanta el contorneo de tu fluido verbo, que a ratos me recuerda a Pedro Camacho y a ratos a nuestro Mario.

Por alusiones te diré el destino de la foto presidencial: como sabes bien, soy muuuuuu sentimental, y tengo en mi estantería una cajita "tuneá" con mis pequeños tesoros hoylibrescos: un delantalito de nubes cacereñas, unas bragitas zurrescas, separadores varios, un librito de estaño con Miranda en la portada... en fin, mis tesoritos, que ahora están en animada charla con la parejita del mes.

Muy buena tu carta explicando los motivos del japonés. Y el cuadernillo de tía Julia. Y tu explicación de la búsqueda de Julia allende los mares. Asumo mi culpa. Soy una de las del uy, uy, uyyyyy... Te traduzco lo que significa en mí ese uyuyuyuyuyyyyyy, para que la próxima vez que me escuches no te quedes con la duda, es mi manera de expresar agradecimiento, alegría y sorpresa ante los regalos inesperados y sus regaladoras. Mientras lo pronuncié te imaginaba a la luz amarillenta de la pantalla del ordenador, con tus gafitas glamurosas buscando información, escribiéndola con tus morros bien pintaos, ideal de la muerte como siempre, paseándote en zapatillas de la impresora a tu mesa, donde iba aumentando un montoncito de papeles encuadernandos, y escribiendo cada portada con tu picuda letra blanca. Todo eso pasa por mi cabeza mientras digo uyuyuyuyuyuyuyyyyy (nota de la traducción: Gracias, guapa).

A Elena le pediría que escribiera en un comentario la sinopsis de su libro. Porque es para leerla de nuevo.

Y con respecto a la anécdota de Isabel, la conté ya en otra entrada (creo que después de contar tú una historia de la luna y un tío tuyo), pero ante tu petición la vuelvo a contar: Ella no se creía que el hombre había subido a la luna. Mi abuelo y mis tías intentaban convencerla, todos ante el televisor en blanco y negro. Y con su moño blanco y su dulzura se hartó, puso los brazos en jarras y dijo: "que no, señorito, que los hombres no han subido a la luna, que yo lo he visto en la tele y lo que han hecho es "abajar".

Po eso, mi arma, que cualquiera se "abaja" de esta caseta con el arte que derrocháis ¡ole! ¡arsa, pilili! ¡qué arte más grande tiene la niña de Bejes! ¡ozú!

Lo que Cristinita sí dijo...

Estimada Pilar:
abusando de tu confianza he cometido la osadía de adornar tus bellas palabras con algunas de las imágenes que inmortalizaron el evento.

Cristina dijo...

y si me callo reviento: mañana me voy a la coruña, ole, oleeeeee y oléeeee

Anónimo dijo...

Ha merecido la pena la espera. Muchas gracias Pilar por hacer que me sumerga en una caseta japonesa llena de alegría y de buenos comentarios y... que vivan los cincuenta¡¡¡.

Estoy segurísima Cristina de que Coruña te espera con los brazos abiertos y de que el sol va a aparecer para que no eches nada de menos y tengas ganas de volver.

la encuesta de enero, en febrero dijo...

este mes ha habido 6 votos:
2 muchísimo
3 mucho
1 poco (¿quién será la que con nocturnidad y alevosía dio este voto?)

Cristina dijo...

¡¡uyuyuyuyuyuyuyyyyyyy!!!! estoy segura, anónima norteña, que va a ser una visita inolvidable. Y con respecto al tiempo ¡qué me importa el tiempo, el calorcillo lo llevamos dentro!

Marga dijo...

¡Pues viendo los resultados, me apunto a tomar el té a las 6, a vendimiar en octubre y a ir con flores a María en junio! ¡Vaya si ha compensado la espera! Pililebe, mil gracias por alegrarnos la cuesta de febrero con tanto desparpajo. ¿Cuándo dices que te toca organizar otra vez?

La tiesa como un palo dijo...

¡Qué maravilla oirte de nuevo! Creo que deberías emular a nuestro querido Pedro Camacho y contarnos historias de la vida cotidiana con ese desparpajo y ese gracejo que te caracteriza..eso sí, con final, por favor, que la curiosidad me puede. Y por cierto...¿tan tiesa estaba sentada? Mi noble porte debe ser consecuencia de mis orígenes aristocráticos y de mi maltrecho cuello de cisne.

pilar dijo...

Aristocrática, SÍ, pero jodía por el ruido que te venía por tu izquierda también, lo que te obligó a ir doblando el espinazo hasta límites que la hacían a una sentir culpable por la elección del sitio (no fuera que se te estropiciara tu gracil cuello firme gracias a una operación impoluta y me mandaras unos matones pidiendo daños y perjuicios)

María MD dijo...

Anda que si me descuido y me dejo llevar-por aquello de la feria de abril en mayo, el acta de enero en febrero- hago los comentarios en marzo.

Aún no sé que fue más divertida si la cena o el acta. Y qué me gustó más si el libro o los detallitos y las historias de la Pilipili. Estupendo todo, Pilar.

pilar dijo...

Cristi, gracias por decorar el acta con las fotos, acompañadas de un marco tan monísimo de la muerte.
¿Corrieron buenos vientos por Galicia?

Cristina dijo...

¡Los mejores vientos! O como diría aquel: con cien martinis por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela nuestra María por fin.

Vengo saturada de risas, cigalas, percebes, martinis, alegría y esperanza de que ya mismo tenemos al viento del norte despeinándonos la melena otra vez. Ya mismo, pero ya mismo, y visto lo visto, no va a haber quién la pare.

pilar dijo...

Ozú, ozú. Voy a prepararme pues, que no me pille desprevenida.

Y, por aquello de er pejiguera: ¿tenemos cena en febrero al fin o se pospone a marzo? Mire la organizadora que yo ya tengo a mi invitada y con el libro leído (mi invitada, digo).

Hooolaaaaaaaaaaaaa. Llamando a organizadora cena febreroooo. ¿Ya tenemos restaruante, cariño míiiiiooooo?

controladora pero nop dijo...

Por alusiones,
la caca bien, gracias. Anda que os voy a hacer otra confidencia¡

Elena dijo...

Añado una palabritas a ese acta, no por incompleta ¡válgame Dios! sino a petición de afanada lectora:

"En el simple enunciado de su título la Tía Julia y el escribidor anuncia su rigurosa y simétrica estructura, desarrollada en dos niveles que corren paralelos en perfecta alternancia. Por un lado, la tía Julia, esto es la relación afectiva que pasará a ser amorosa del joven narrador; por otro y a modo de contrapunto a la vocación literaria de aquél, las aventuras urdidas por el escribidor Pedro Camacho, autor de seriales de radiotearo -y ahora viene lo bueno-, en los que una manipulación delirante de la infracultura hispánica, llevada al paroxismo de la más grotesca truculencia por el progresivo deterioro mental de su autor, bombardeará desde las regiones plutonianas de la aberración intelectual los ideales flaubertianos del adolescente que es perplejo espectador, de la actividad del folletinista de las ondas.(...)"

la afanada lectora dijo...

Insuperable sinopsis. Mientras más veces la leo más insuperable me parece. Bombardea mis neuronas plutonianas dejandome perpleja hasta un paroxismo extenuante.

pilar dijo...

A mí se me ha puesto la cara del revés, los ojos bizcos, las orejas en el hipotálamo... los adjetivos en la boca del estómago. Me voy a por una infusión de manzanilla para intentar volver a mi ser.
¡Dios! ¡Qué sinopsis!