jueves, 28 de mayo de 2015

UN REGALO DE FIN DE MAYO







Chicas, ahí os va un regalito a propósito del libro que comentamos anoche entre opiniones sobre el mismo, tapas, monos rondando por la cabeza de Elena, experiencias como camareras de nuestra invitada Fátima -futura bióloga-,  y  de Rocío cuando era joven, más joven, guapa, más guapa y los cafés bailaban hasta derramarse  encima de sufridos clientes, descripciones de casas nuevas como la de Ángela donde todo es infinitamente más bonito excepto algún cajón del ropero cuya diminuta estatura obligará a su dueña a cambiar los sujetadores con relleno por otros simples y planos que entren en los seis centímetros de altura del susodicho… En fin, una noche de esas que, excepto por los gritos en las calles de los aficionados sevillanos por la victoria de su equipo, monos bailando en la cabeza de Elena, intercambio de información sobre bares y tapas, descripciones de cómo llevar una bandeja como Dios manda y el jefe te aconseja, opiniones del libro que tocaba ayer, cajones nuevos que dejan fuera generosos sujetadores con relleno, y siete u ocho menudencias más, la noche de Hoy Libro fue una noche como cualquier otra cena: diferente al resto.

Un beso a TODAS y que TODAS estéis bien.
Que disfrutéis de los vídeos.

https://www.youtube.com/watch?v=4YVkEVDmPWU                                 


viernes, 8 de mayo de 2015

ACTA DE LA CENA DE ABRIL QUE SE CELEBRÓ EL 6 DE MAYO

  
¿Cuándo comienza una cena? ¿Cuando se coge el tenedor y el cuchillo? ¿Cuando se planifica? ¿Cuando alguien que no eres tú te habla de ella?

Estaba yo almorzando en Perro Viejo, el lugar donde nos reunimos hace unos meses, cuando una de las camareras me preguntó cómo iban las lecturas. ¡Ay! ¡Hola Fátima! No me acordaba que tú nos serviste aquella cena. Muy bien, gracias. Casualmente tenemos la reunión esta noche. ¿Ah, sí? ¿Qué libro habéis leído? Le conté, y ella me contó, mientras ponía los postres sobre la mesa, lo importante que eran para ella los libros a los que su padre la aficionó desde pequeña. No importa lo cansada que llegue a casa por las noches de bregar con bandejas, platos, cucharas, clientes, que necesito abrir un libro antes de apagar la luz. ¡Cuánto había disfrutado viéndonos charlar en torno a un libro! Os recuerdo con frecuencia, me dijo al despedirnos. Pues vente a la próxima, te invito. Mañana te llamo, te digo la novela elegida, la lees, cambias el turno con algún compañero si te toca esa noche trabajar y punto. Aceptó encantada.   


Hojaldre de foie oloroso y frutos secos
Ensalada templada de langostinos y bacon
Mini hamburguesa de buey
Taquitos de salmón ahumado 
Tataki de atún
Anchoas imperiales, tosta  y tomate natural

Ese fue nuestro menú hace un par de noches en el Vidal de la calle Canalejas, 2, en pleno centro de Sevilla. Lo sólido, lo liquido, ya os podéis imaginar: agua para la abstemia que escribe; cervecitas, vino blanco o tinto que mi retina no retuvo para el resto.

Elena, Rocío, Margarita, María del Mar y yo. Cinco. Ángela se borró de la lista unas horas antes por culpa de uno de los dos dedos gordos del pie que tiene, sobre el que cayó en picado una caja indeseable causándole una artrosis post traumática. Uno de esos accidentes con nombre rimbombante que a los treinta son meras anécdotas sin nombre y que ahora te postran inmovilizada en un sillón donde has de encontrar postura para no terminar, además, con contracturas varias y hundimiento de coxis. Ánimo, Ángela. Aprovecha para disfrutar de tu casa nueva y escrutar los rincones que te irán comunicando necesidades estéticas. Más prosaica ha sido la ausencia de Adela quien canceló poco antes por motivos de trabajo. Se os echó de menos a TODAS.

Cenamos en torno a Lancha Rápida, de Renata Adler, culpable de que se pospusiera el encuentro una semana por aquello de que, sin necesidad de decirlo, estaba resultando una lectura ligeramente indigesta. Como diría un sevillano de pro, tó pa ná. Y es que no nos gustó a ninguna muy a pesar de las críticas sublimes que esta novela renacida tiene en diferentes medios escritos. Así, Marga después de leer cuarenta páginas se la pasó a María del Mar por aquello de que compartir es ser feliz. ¿O fue al revés y fue María del Mar quien después de leer cien páginas y pensar no vayas a la cena que te van a caer collejas por todos lados, se la pasó a Marga que sólo consiguió leer cuarenta?  Sea como fuere, ninguna de las dos pudo con tanta lancha.

Rocío, usa la palabra IMPOSIBLE para definir la novela, añadiendo a continuación que si es un libro de culto para intelectuales, estupendo, si bien, para ella, se trata simplemente del diario de una niña pija. Obvio decir que tal definición nos hizo sentirnos absolutamente identificadas con la de Huelva.

Elena, que había sido quien propuso la novela, ni siquiera la compró. Prefirió coger un avión con su familia la semana de Feria e irse a Nueva York, a ver si, por casualidad, encontraba alguna estela lejana de cualquiera de las historias que narra la autora.

Yo, pobre de mi, llegué a la reunión con la casi certeza de que mis neuronas lectoras estaban cayendo en franca decadencia, después de comprobar que la novela no sólo no consiguió engancharme, sino que cada vez que la abría, me recorría un resquemor amenazador que a punto estuvo de sacarme un zarpullido neuronal. Resulta confuso leer  críticas tan unánimes de una novela cuando tú tienes urgencia de cerrarla para siempre.

Así, Lancha Rápida se fue hundiendo sin remedio en el mar de nuestra indiferencia a la par que Nueva York, Portugal, el modo de suicidarse las tortugas, hijos –resalto la frase de Elena  de los hijos no son nuestros… añado yo, sino de la vida, como leí una vez no sé dónde- adolescencias, enamoramientos juveniles, Roterdam, Isla de Jersey, paso del tiempo inevitable pero jodido, y otros paisajes y menudencias de la vida, fueron llenando el espacio hasta que pagamos y nos fuimos.

Pena que olvidamos hacernos una foto para que las que andáis por los Nortes y los Sures, los Estes y los Oestes vierais lo absurdamente que nos quejamos a la vista de nuestra palmaria y perenne belleza. Os tendréis que conformar con este Acta de la cena de Abril que se celebró el 6 de Mayo por culpa de una lectura que se nos atragantó desde el minuto menos uno y que escribo pensando en vosotras.

Un beso a todas. Cuidaos y acordaros de que estamos aquí, donde siempre, deseando compartir.