lunes, 23 de septiembre de 2013

Y LLEGÓ EL OTOÑO... A LOS ÁRBOLES, NO A NUESTRA VIDA... AÚN


Porque acaba de entrar el otoño, porque una autora  mujer habla de mujeres, porque aún no ha llegado el acta de nuestra última cena, porque da gusto escucharla… Porque deseo compartirlo.

Feliz Otoño.

Feliz vida.

viernes, 20 de septiembre de 2013

ADRIÁTICO, DE EVA DÍAZ PÉREZ

El lunes 30 de septiembre, a las 20 h. Eva Díaz Pérez comentará su nuevo libro en el club de lectura de nuestros amigos de la FNAC, que nos han invitado. Os recomiendo el libro, que ya ha ganado el Premio Málaga de Novela y os animo a que asistamos.




AQUÍ tenéis un pequeño avance de la novela, que trata el último miembro de la familia Brunelleschi, Vittorio, un profesor universitario en Trieste, que vuelve a su ciudad natal, Venecia, para catalogar los objetos que aparecen en la laguna. Allí vive en el Palazzo del Aire, la mansión familiar. Como todas las novelas de Eva sentiremos el olor de los objetos y de los sitios que van apareciendo, y nos enteraremos de la historia de todos y cada uno de los fantasmas familiares del señor Brunelleschi. 

jueves, 19 de septiembre de 2013

NETSUKEANDO


Los netsuke son esculturas en miniatura que fueron inventadas en el siglo XVII en Japón para prestar una función práctica (los dos caracteres japoneses ne+tsuke significan "raíz" y "fijar"). Las vestimentas tradicionales japonesas denominadas kosode y kimono no tenían bolsillos; sin embargo, los hombres precisaban disponer de algún medio para guardar sus elementos personales tales como pipas, tabaco, dinero, sellos o medicinas.


La solución que encontraron fue almacenar dichos objetos en pequeños contenedores o bolsas (denominados sagemono) que se colgaban de sogas de las fajas de sus vestimentas (obi). Los contenedores eran bolsas pequeñas o cestas tejidas, pero los más populares eran una cajitas muy bellas denominadas (inro), que se mantenían cerradas mediante el ojime, que eran cuentas o cuerdas deslizables. Más allá de la forma y tipo de contenedor, el seguro que retenía el cordel en la parte superior del recipiente era un elemento tallado pequeño denominado netsuke. Los primeros se hicieron en madera (ébano, bambú, boj, sándalo) y posteriormente comenzaron a realizarse en materiales más costosos, como cuerno de ciervo, hueso, piedras duras, marfil... 

El netsuke, al igual que el inro y el ojime, evolucionaron a lo largo del tiempo de un uso estrictamente utilitario a pasar a ser objetos con un gran mérito artístico y que presentaban el trabajo de avezados artesanos. Tales objetos poseen una larga historia que recoge aspectos importantes del folclore y la vida en Japón. La producción de netsuke fue muy popular durante el período Edo en Japón, hacia 1615-1868. El arte ha perdurado hasta la actualidad, y algunas obras modernas se cotizan a precios elevados en Gran Bretaña, Europa, Estados Unidos y Japón. Existen buenas reproducciones baratas que se pueden adquirir en los museos y negocios de recuerdos.






martes, 17 de septiembre de 2013

El dejenuer antes de la diner del miércoles


El Almuerzo de remeros (1881, en francés: Le déjeuner des canotiers) es un cuadro del pintor impresionista francés Pierre-Auguste Renoir, que se conserva en la colección Phillips, en Washington DC.

Según leemos en nuestro libro "muestra una placentera tarde de vida dudosa en la Maison Fournaise, un restaurante junto al Sena, en uno de los sitios de popularidad reciente adonde los parisinos podían ir en tren. A través de los sauces plateados se ven barcos de placer y un esquife. Un toldo de rayas rojas y blancas proteje al grupo del resplandor del sol. En el nuevo mundo de pintores, patronos y actrices que pinta Renoir es la hora que sigue al almuerzo y todos son amigos. Los modelos fuman, beben y hablan entre botellas vacías y los restos de comida que han quedado en las mesas. Aquí no hay normas ni reglamentos." (94)

Renoir sintió una especial atracción hacia las escenas de la vida cotidiana, cargadas de alegría y vitalidad.



Y en este plasmó una alegre sobremesa en una terraza del restaurante de Fournaise, sobre el río Sena, porque era como una balsa. Estaba en Chatou, y junto al cercano embarcadero de la Grenouillére, era un lugar muy frecuentado por el grupo de los impresionistas, tanto que la islita donde se ubica se llamó desde entonces “Ile des Impressionnistes”. El Fournaise cerró en 1906. Durante años estuvo olvidado, hasta que fue recuperada de las ruinas por una iniciativa del ayuntamiento, que terminó las obras de renovación en 1990.

"Siempre iba a Fournaise. Había muchas chicas guapas a las que pintar... y le llevaba clientes buenos", dijo Renoir.

Todos los que aparecen son retratos juveniles e idealizados de los amigos y colegas de Renoir.

¡La de veces que habré visto este cuadro sn saber quiénes eran!

A la izquierda, Renoir pintó a su novia de entonces, y con la que se casaría al año siguiente. Es Aline Charigot, la dama del sombrero de paja adornado con flores que juega con el perrito. Era costurera. Y a juzgar por su retrato, muy amorosa y cariñosa (por lo menos con los animales).

Detrás suya, apoyado en la baranda y supervisándolo todo, está el dueño del restaurante, con una camiseta sin mangas muy "marlonbrandiana" y el tradicional sombrero de paja de remero. Se llamaba Alphonse Fournaise. El bueno de Alphonse siempre aceptaba el pago de cuadros en lugar de dinero. Incluso cuando Renoir le advirtió que no tenía dinero porque no había vendido nada en los últimos tiempos, Alphonse se limitó a sonreír y dijo que necesitaba otro lienzo para ocultar una mancha de humedad en la pared. Sin embargo, parece que le pagó 16.000 marcos en 1881 por este cuadro, por "En la terraza" y por otro grupo de cuadros más pequeños, una cantidad apreciable que permitió al artista viajar por Europa.

A la derecha del lienzo, hay tres personas en animada charla. El que está de pie era un periodista italiano llamado Maggiolo, con chaqueta blanca, mirando con deleite a la  actriz y modelo habitual de Renoir Ellen Andrée. Delante, con el sombrero de paja, la camisetita blanca de los remeros, y sentado a horcajadas en una silla, está el pintor y mecenas del propio Renoir, Gustave Caillebotte.
 
Más atrás hay una jovencita que se apoya en la baranda. Es la joven hija del propietario, Alphonsine Fournaise, que mira al señor del bombín que nos da la espalda. Es el Barón Raoul Barbier, antiguo alcalde del Saigon colonial. A Alphonsine la pintó Renoir en tres ocasiones, y Degas en dos.


En el centro de toda la composición el artista ha pillado "in fraganti" a la actriz Angéle bebiendo de un vaso mientras nos dirige una melancólica mirada. Ella era la modelo favorita de Renoir.
 
A su lado, hay dos personajes masculinos que parecen escandalizar a una dama de negro, que incluso se tapa los oidos. Son el burócrata Eugène Pierre Lestringez, muy interesado en las ciencias ocultas, y el artista Paul Lhote, reputado seductor, que incluso rodea la cintura de la chica. Son los dos íntimos amigos de Renoir, y la chica con la que coquetean es la elegante Jeanne Samary, famosa actriz de la “Comédie Française”

Y por fin llegamos al fondo.

"Y está Charles. Es el hombre del fondo, el de chistera y levita negra, ligeramente vuelto, visto como de una ojeada. Se distingue apenas su barba marrón rojiza" (94). Y habla con está un hombre joven que lleva una gorra y una chaqueta marrón más informal que el "atuendo benedictino" de Charles, es Jules Laforgue, el poeta, crítico y secretario de Ephrussi, el que lo ayudó en su libro de Durero, aquel que murió tan joven...



"Es una broma entre amigos sobre su uniforme de mecenas: Renoir sugiere que incluso en el más luminoso y liberado de los días hacen falta patronos y críticos, en algún lugar al fondo, sobre el fondo." 

"Charles Ephrussi, o al menos la nuca de Charles Ephrussi, entra en la historia del arte"

domingo, 15 de septiembre de 2013

CONVOCATORIA DE LA CENA

Como portavoz de la organizadora, os adelanto que la cena será:

el miércoles 18 de septiembre, a las 21 h. en el
bar Veloute. Avda Buhairastrasse 23
(al lado de La Sureña)


Un sitio de lo más apropiado, porque (por si no lo sabéis las poco cosmopolitas) VELOUTE es una de las cinco salsas madre de la cocina francesa, sedosa y ligera al paladar, que está formada por un caldo (denominado fondo claro, que puede ser de carne de aves o de ternera, incluso un fumet de pescado), todo ello ligado con un roux (puede ser blanco o rubio). Una velouté de ave estaría formada por un fondo de ave y un roux rubio. Se trata de una salsa madre de tal forma que puede utilizarse como base para otras salsas de la cocina francesa. A la velouté de pescado se la denomina "velouté magra" y a la elaborada con ternera se le denomina genéricamente "salsa blanca grasa". El aspecto, por regla general, denso de esta salsa hace que a veces se la denomine como una crema. 

Fue creada y descrita por primera vez por el cocinero francés Marie-Antoine Carème a comienzos del siglo XIX. Y seguro que nuestro Charles la degustó más de una vez.

Y tras estos minutos culturales...

¡A CONFIRMAR!

p.d. Sería de agradecer que llevárais recomendaciones de libros, y si apareciera el acta y una mano anónima lo depositara sobre el mantel, ya sería la repera limonera.

ASISTENTES:
1. ADELA
2. PILAR
3. CRISTINA
4. MARÍA SUR
5. MARÍA DEL MAR
6. JULIA CARLOTA
7. ÁNGELA
8. MARGA

martes, 10 de septiembre de 2013

LECTORAS CON ARTE


Este mes está dificilísimo elegir una sola lectora con arte entre todas las que aparecen entre las páginas de "La liebre con ojos de ámbar": ¿pongo a la desgrañada Bohemienne de Renoir, con su alborotado y pelirrojo cabello? ¿o a la solitaria bebedora de absenta de Degas? ¿y si busco el retrato que Leon Bonnat le hizo a Louise, la amante de Charles, aquella que tenía tiempo de tener cinco hijos, un marido y un amante? ¡qué dilema!

Aunque a mí, la verdad, me va más la bohemia vida parisina de Charles, con sus tertulias con los impresionistas y sus viajes por Europa en busca de obras de arte, que la vienesa, con sus techos dorados y el recargado arte vienés, lleno de guirnaldas, cariátides y puttis

He sentido la pasión de ese hombre por coleccionar, por rodearse de sus obras de arte preferidas, y disfrutarlas mientras se calza sus zapatos o levanta su mirada del libro que está leyendo. Y lo entiendo. Ya sabéis que mi sueño es ser cosmopolita, y aunque lamentablemente mi economía no me lo permita, por un módico precio he vivido esa vida con la mente, trasladándome a París e imaginándome sentada en ese sillón amarillo al lado de mi "nit de parade" con dosel y rodeada de tanto arte. Esa es la magia de la lectura. Tanto me he dejado llevar por el espíritu Ephrussi (ha sido algo así como el síndrome de Stendhal que les da a los visitantes en Florencia pero en el salón de mi casa), que me he puesto a pintar de dorado una vitrina donde guardo mis “pequeños recuerdos heredados”. No son netsukes, pero bueno, por algo se empieza. Está quedando monísima. Una de las cosas que más me ha gustado de este libro es cómo esa familia, que lo ha tenido todo, valora tanto unos pequeños objetos artesanales que han pasado de mano en mano a lo largo de generaciones.

Pero vuelvo a Charles y a su magnífica colección de arte y me dejo de desvaríos. Me he quedado impresionada (nunca mejor dicho) con la cantidad de obras impresionistas que atesoró, obras que hoy en día están repartidas a lo largo y ancho de los museos de este mundo, y que hemos visto miles de veces en libros de arte o en la web. Así que yo también he hecho una lista, me he puesto a "vagabundear" y he creado nuestra propia pinacoteca para este nuestro gabinette preferido. Voy a prescindir de los paisajes, y, aunque me pese, de los magníficos espárragos de Manet (y del que se escapó del manojo), para centrarme en aquellos cuyos personajes pueden inspirarnos historias. 

Las primeras obras se las compró a BERTHE MORISOT, aquella que "muele pétalos de flores sobre la paleta para esparcirlos después sobre la tela con pinceladas etéreas...". Una de ellas es "una mujer sentada, su hijo, un perro negro y una red para cazar mariposas" (80)


Otra es "una criada al cuidado de un niño -azul, verde, rosa, blanco, moteados por el sol-". (80). En realidad este se llama "La cuna", y la modelo es Edma, su hermana, y una de sus modelos habituales. En esta tierna imagen maternal posó después del nacimiento de su segundo retoño, Blanche, a finales de 1871. Edma mira a su hijita a través de los velos de la cuna. Es un cuadro sobre la mirada, uno de los temas preferidos de Morisot en los años siguientes




...luego se puso más frívolo y colocó a la "bailarina de hombros desnudos de MARY CASSATT en amarillo, verde, rubio y óxido en el diván rojo" (80)


Y a varias "bailarinas nerviosas" de EDGAR DEGAS, ¿sería este cuadro de nuestras bailarinas preferidas uno de los de Charles? ¡ya sería casualidad, porque de ballet tenía muchísimos!


No he encontrado ninguno con el nombre de "Dos mujeres en la camisería", pero estas dos están planchando camisas. Bueno, en realidad, es sólo una la que plancha, la otra está bostezando como una loca...


Del mismo autor tenía muchos, como el precioso retrato de este lector con arte. "He aquí a monsieur Duranty, sentado en su escritorio entre grabados y libros. Y con él sus dedos tambaleantes, sus afilados ojos burlones, su aguda expresión inquisitiva, su sonrisa sardónica de humorista inglés" (89). Edmond Duranty, novelista y crítico de arte, fue el que dijo que en los cuadros de los impresionistas "la persona nunca ocupa el centro de la tela, el centro del escenario. Nunca se la ve entera..." (92)

También le compró a estos dos señores, bastante más serios. Son "el general Menillet y el rabino jefe Astruc".
Degas pintó mucho en las carreras de caballos, y no sé exactamente cuál sería ése que reflejaba "la salida de una carrera de Longchamp, donde Charles iba a ver los famosos caballos de su tío Maurice", pero puede que fuera éste, donde los caballos parecen impacientarse antes de salir en estampida para llegar raudos a la meta.

Precioso también este de dos mujeres en la sombrerería, de las que sólo vemos sus nucas, y una parece ajustarle a la otra las cintas de su sombrero.

No he encontrado más que a esta bebedora de absenta, y aunque no jueguetea con la copa, y tiene un hombre sentado al lado, parece, por su expresión, encontrarse bastante sola, con la mirada perdida en algún lugar lejano.


Y pasamos a RENOIR, un pintor que siempre me recuerda a las cajas de bombones de nuestra infancia, pero que también era uno de sus favoritos, y al que le compró "La Bohemienne", esa "desgreñada gitanilla pelirroja, con ropas de campesina, que está de pie bajo un sol feroz sobre un fondo de árboles y pastos. A punto de echar a correr y no detenerse, es claramente parte del paisaje" (90)

No sé si esta será "la parisina de labios rojos con el jersey azul" o "la despreocupada mujer del manguito y la rosa lacada en el ojal", pero desde luego nos atrapa con su viva mirada.

¡Impresionantes! ¿no?. La verdad es que podíamos dedicarle unas cuantas entradas nada más que a la cantidad de obras que aparecen en el libro. O a las obras de arte con inspiración japonesa. O al arte vienés. O a... Pero por hoy acabo con este paseo por el gabinette de Charles, y me voy a darle otra mano de dorado a mi vitrina. 

Au revoir, mademoiselles!




domingo, 1 de septiembre de 2013

... Y LLEGÓ SEPTIEMBRE



¡Ay, Septiembre, septiembre!

¡Ay, los libros y los deseos  y los amigos y los reencuentros y  la vida que viene y va!

¡Ay, qué bueno Hoy libro de nuevo!

Bienvenidas, chicas.

Ahí os dejo dos regalitos, no sea que me hayáis vuelto con la depresión post vacacional y no sepáis qué hacer con vuestras inconmensurables vidas en ámbar estos primeros días de mes.



Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí... hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás... y para eso,
yo no sé por qué fui triste... tan triste...!

Solo esa noche de setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... y te fui dulce!

Y también fue una tarde de setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.

              (Poema de César Vallejo