Me alejé del Aguador
sintiendo pena y dolor.
Por la cárcel pasé con alborozo,
pues no pisamos el calabozo.
Ahora, al ver el Ayuntamiento,
el espíritu de Diego
me trae un presentimiento:
quizás en la próxima estación
disfrutemos de un porrón.
Kyrie Elleisón.
DÉCIMA ESTACION: LA OBEDIENCIA
Separando la Plaza Nueva de la de San Francisco, escenario de casi todos los grandes eventos ciudadanos, se encuentra el actual Ayuntamiento, donde se dictan las normas que todos los sevillanos debemos de obedecer. Situado hasta mediados del siglo XVI en el Corral del Olmo, a la espalda de la Catedral, se trasladará a la actual ubicación tras los esponsales de Carlos V en 1526. Un año después se iniciaron las obras, que concluirán en 1572. O sea, que Velázquez lo vio recién inaugurado.
El encargado de diseñar y dirigir la obra fue el arquitecto Diego de Riaño, quien llevará a cabo el apeadero, la sala del cabildo bajo y la fachada de la plaza de San Francisco, (que es la que veremos), aunque esta última sería terminada ya en el siglo XIX por Demetrio de los Ríos. La decoración original se realizó mediante grutescos y medallones con personajes históricos y mitológicos entre los que se encuentran Hércules o Julio César. Obra del sucesor de Riaño, Juan Sánchez, es el arquillo que conectaba con el desaparecido convento de San Francisco. A este maestro corresponde también la cúpula de la escalera, donde trabajará el escultor Roque Balduque.
En las dependencias altas destaca la Sala Capitular, donde se exponen actualmente algunos de los más importantes fondos histórico-artísticos de la ciudad. Notables son los documentos de archivos, así como las obras de arte realizadas por algunos grandes maestros como Juan de Espinal, quien en 1760 realizara el lienzo de las Santas Justa y Rufina o el cuadro de la imposición de la casulla a San Ildefonso, de Diego Velázquez.
2 comentarios:
¿No habrá, en este momento,
ningún mercadillo
cerca del Ayuntamiento?
Y que no falte el porrón que os doy un coscorrón
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