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jueves, 2 de abril de 2009

PARA SEGUIR ENCADENANDO

Ana y Lucía se conocían desde el jardín de infancia. Compartían los mismos recuerdos hasta los 22 años, donde la vida las separó. Habían hecho la primera comunión juntas, eran vecinas, las dos terminaron la carrera de Historia del Arte y ahí fue cuando se separaron, Ana se fue a Petra a hacer excavaciones y Lucía se especializó en arqueología submarina en París.
El encuentro, después de quince años, fue totalmente fortuito durante la facturación en un aeropuerto.
Desde lejos se notaba que la vida no había sido igual de benevolente con las dos. Ana tenía un bronceado fantástico, vestía con mucho estilo y tenía un porte realmente elegante.
Lucía, siendo también elegante, se la notaba cansada, ojerosa y pálida.
Al verse, se abrazaron durante mucho tiempo.
Lucía dijo: "Llevo buscándote durante dos años y ha sido imposible, debiste cambiar de teléfono y nadie me supo dar pistas tuyas".
Ana contestó: "Mis padres murieron, en Petra me enamoré de un francés y llevo viviendo en un pueblecito de Francia desde hace cinco años. Pero qué alegría encontrarte, tenía ganas de saber de tí, pero tampoco supe como encontrarte".
A Lucía se le notaba nerviosa, alterada, como con prisas, y de repente dijo:
-"Ana, ¿te acuerdas del pacto que hicimos cuando teníamos veinte años?".
Ana, se quedó sorprendida de la brusca pregunta que le hacía Lucía.
Lucía continuó:
-"Tienes que acordarte, fue en el bar de la facultad, nos prometimos una cosa, tienes que acordarte".
Ana cayó en la cuenta, palideció, y entonces Lucía, cogiéndola de la mano dijo:
-"Ha llegado la hora de cumplirlo".....................

Y ahí os queda, para seguir jugando e inventando historias.