jueves, 7 de mayo de 2009

LECTORAS CON ARTE MAYO. W. McGregor Paxton

La lectora con arte de este mes no es de las que aparecen en todos los libros de arte, como tampoco el artista que la inmortalizó, William McGregor Paxton.

La verdad es que si nos ponemos a pensar sólo son muy conocidos los pintores americanos de fines del siglo XX: Hooper, Pollock, De Kooning, Rothko, Andy Warhol... pero de los anteriores no nos sabemos ni un nombre... y no sé por qué. Puede ser que cuando los americanos descubrieran la publicidad sólo la aplicaron sólo a los artistas más modernos, que estaban en auge en ese momento, y dejaron que sus ancestros siguieran en el limbo, pero también puede ser que lo que se hacía en Europa eclipsara todo lo demás. Recordemos que en la época que William pintó a esa chica había aquí una eclosión de movimientos pictóricos impresionante, se solapaban unos a otros, pero todos igual de buenos: impresionismo, postimpresionismo, fauvismo, cubismo, expresionismo… con una cantera de pintores que estaban rompiendo todos los moldes conocidos hasta el momento: Van Gogh, Gauguin, Matisse, Seurat… y el más grande de los grandes, Picasso, que por si mismo eclipsaría a cualquiera que se le pusiera por delante.

En fin, lo de siempre, que el pobre William se quedó como un pintor del montón (lo que aquí podría denominarse del kilo americano), y esa chica, que hoy nos mira desde su lienzo, no fue conocida más que para unos pocos, los que andaban cerca de ella.

Tampoco es de mis cuadros preferidos pero sabéis que hay veces que los cuadros me llaman de alguna manera inexplicable, y luego descubrimos en ellos matices que no se ven a simple vista (como nos pasa con los libros). Pues a mí esta señorita hoy me ha mirado desde su lienzo como desafiándome antes de salir dando un portazo, como si me estuviera diciendo “¿y yo? ¿no merezco yo compartir un mes con vosotras? pues decídete, ahora o nunca, si no me llevas a Sevilla doy un portazo y no vuelvo más”.

En fin, que no me he podido negar, la verdad, he sucumbido a sus encantos. Parece, a pesar de su juventud, que está muy segura de si misma, tiene en su porte una mezcla de dignidad y orgullo. En su mano lleva un libro cerrado ¿lo habrá estado leyendo o irá a algún lado más tranquilo a volar entre sus páginas? ¿por qué nos mira así? ¿qué nos quiere decir con esa miradita de reojo? Quizás sólo mire así al pintor, y nosotros, el resto del mundo, seamos invisibles para ella.

Bueno, ya sabéis que a mí los lienzos me plantean mil y una aventuras, dudas e incertidumbres, que sólo son contestadas cuando vosotras me los leéis con vuestra mirada. Estoy segura de que no dejaréis que la chiquilla se vaya de un portazo sin pena ni gloria.

William McGregor Paxton (1869-1941)
"Saliendo del estudio" (1912)

La biografía que he encontrado en internet es bastante mala, pero por lo menos nos dá algunos datos sobre su vida.

William McGregor Paxton (1869–1941) Es un pintor del impresionismo americano, conocido sobre todo como retratista e identificado con la Escuela de Boston.

La familia Paxton se traslada de Baltimor a Newton Corner a mediados de la década de 1870, donde James, el padre de William, se estableció como proveedor. William pintaba desde muy niño, y a los 18 años ganó una beca para asistir al Cowles Art School, donde comenzó sus estudios con Dennis Bunker. Más tarde estudió con Gérome en París y, a su regreso a Boston, con Joseph DeCamp en Cowles. Allí conoció a su futura esposa, Elizabeth Okie, que también estudiaba con DeCamp. Después del matrimonio, William y Elizabeth vivieron con sus padres en el 43 de Elmwood Street, y más tarde compraron una casa en el 19 de Montvale Road en Newton Centre. Dio clases en el Museum School de 1906 a 1913. Paxton estaba trabajando en su última pintura, una vista de su sala de estar en el 19 de Montvale Road, mientras su esposa posaba para él, cuando sufrió un ataque al corazón y falleció a la edad de 72 años.



17 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida amiga Cristin:

No salgo, voy a entrar, y aquí donde me ves, no te lo creerás, pero más insegura que nunca.
Tengo miedo, ¿sabes? Y no me atrevo a mirar.

Y así cada tarde, pidiéndo sólo un día más.

Un día más para ver cómo a medida que le voy leyendo, una sonrisa ilumina esos ojos cansados de tanto mirar. Un día más para compartir estas letras y sus sueños, porque, ¿sabes?, no ha dejado de soñar.

Y así cada tarde, temerosa al entrar, porque sé que ya queda poco, y una tarde ya no lo voy a encontrar.

Anónimo dijo...

- ¡Escarlata!
- Ahí te quedas, my love. (Buscaré en mis libros la pasión que en tí no encontré).
“Mañana será otro día”

Maria-Norte dijo...

Quiero hacer dos recomendaciones y no se cual es el lugar adecuado, así que confío en que nuestra nunca suficientemente ponderada blogmaster, lo ponga en su sitio.

1º. Si tenéis un ratito id al blog de Onda, ha colgado un vídeo fantástico de su abuelo" Semblanza del poeta Adriano del Valle", donde habla de toda la trayectoria del artista y donde además disfrutaréis de una imágenes antiguas de Sevilla que seguro os gustarán.

2º. Ha salido el último libro del escritor afgano Atiq Rahini " La piedra de la paciencia", todo lo que he leído de el me ha gustado mucho, leeré este y si me gusta lo recomendaré en la próxima cena

Cristina dijo...

No me llames. No pienso volver. Cuando cierre esta puerta no volverás a verme la cara.

Eso me dijo. Pero no fue verdad.

Nunca más tuve noticias de ella, se fue para no volver, y ahora será una anciana, si es que vive, pero su cara sigue grabada a fuego en mi memoria, y siempre será la hermosa jovencita que giraba la cabeza al irse para mirarme por última vez.

Maria-Norte dijo...

No lo puedo entender Will, me has pintado siempre como tu has querido: mirando lánguidamente por la ventana, acariciando una urna que contenía tu último regalo, tomando el té con posturas sofisticadas, desnuda, vestida de blanco, negro, amarillo, acariciando joyas que tu habías puesto en mis manos.
De la única manera en la que yo quería pasar a la posteridad, era leyendo, un cuadro conmigo leyendo, que es como más "yo" me siento y no te ha dado la gana, dices que no es artístico, que no es actual, que todo el mundo piensa que las mujeres que leemos somos peligrosas, que además no te gusta que lea, y no señor, no te ha dado la gana, pues sabes lo que te digo, que me voy al estudio de Ted , seguro que él si me quiere pintar con un libro.
A propósito, no me esperes para cenar.

Cristin dijo...

Querida amiga Mary:

No debes tener miedo. La muerte se lo llevará algún día. Es inevitable. Puede que hoy mismo, cuando abras esa puerta él ya no esté, pero ten la seguridad de que su alma está impregnada de tu aroma, y cada una de las palabras que le has susurrado al oído sonarán como un eco en su último momento, aliviándole el camino. Es tu imagen serena, concentrada en la lectura lo que ve siempre, aunque lo veas con los ojos cerrados, y esa sonrisa que aparece en su rostro cuando le lees quedará fijada en su rostro para la eternidad.

Dices que no ha dejado de soñar, pero estoy segura que en cada uno de sus sueños apareces tú, porque tú eres su sueño más real.

Déjalo marchar. Quizás él no necesita ni un día más de esa agonía en la que vive, quizás sólo respira para no verte sufrir.

Mary dijo...

Querida Cristin:

Nunca unas letras me parecieron tan afortunadas como las tuyas. Llegaron justo a tiempo para darme serenidad.

Ahora él descansa y yo, yo... le sigo leyendo. ¡He vuelto a soñar!

Por cierto, Margot está empeñada en que pasemos unos días por Boston, así que creo que nos veremos pronto. Hasta entonces, mi más cariñoso abrazo.

Anónimo dijo...

Parecía como si al volver la mirada quisiera arañarle a nuestro tiempo algún minuto más.
Pero sus ojos la delataban. Hacía tiempo ya que estaban en otro lugar.

Anónimo dijo...

¡Aquella mirada!

¿Cuántos días?

Meses.
Años.

¡Y al fín la he podido pintar!

Margot dijo...

Querido Will:

Adiós. Cierro esta puerta para comienzar una nueva vida. Me llevo, como único equipaje, el libro que estábamos leyendo juntos, poblado de almas grises como las nuestras. Todo lo demás es tuyo.

Te quiero mucho Will, pero tú eres feliz entre el blanco y el negro, y yo no. Estoy segura que bajo de la capa de gris que emborrona mi alma hay una gama de colores que ni siquiera imagino. Quiero saber los nombres de todos ellos, antes de que mis ojos se cierren definitivamente y sólo quede un negro infinito.

Acuérdate de mi cuando después de un día gris el cielo despliegue el arco iris, búscame allí donde el cian se mezcla con el magenta, esa será mi primera escala, tengo que saber cómo se llama ese color.

Besos de tu Margot.

Margot dijo...

Willy, cariño: ¡índigo! ¡así se llama el color que sale de mezclar el cian con el magenta! ¿a que es un nombre precioso? pues el color es íncluso más bonito que el nombre... es un moradito tirando a rosa maravilloso, es muy complicado definírtelo con palabras. Tendrías que verlo... bueno, en medio hay muchos más tonos, unos más rositas y otros más magentas, pero ese nombre me ha encantado ¿a que sí?
Bueno, cariño, sigo mi ruta. Ahora voy hacia el carmín, a ver que encuentro...

Besos

Pilar dijo...

Sí, ya me vestí. Pintabas bocanadas de ausencia mientras lo hacía. Y no. No volveré a desnudarme para ti. Protegeré mi alma con la ropa que dejaré caer solo de noche en mi alcoba, vacía.

Cristina dijo...

No puedo con el follón que hay en esta casa. Me voy.

Tengo que leerme este libro antes del 20 y si no me matan. Buscaré un parque, o el rincón más silencioso que encuentre, pero antes miraré por última vez a ver si por fin se han puesto el pijama ¡dichosos niños!

Anónimo dijo...

Querida amiga:
¿A quién pretendes engañar?
De leer ná de ná.

¡A estas horas y lo guapa que vas!

Cristina dijo...

Mary! no puedo creerme que sean tan mal pensada, tú precisamente, que sabes que no tengo ojos para otro hombre, sólo mi Will me importa, querida, pero... después de ver tantas almas grises le entran a una unas ganas locas de salir a la calle, a respirar aire fresco... ¡además, Mary! no VOY guapa, SOY guapa... aunque a tí no te puedo engañar, porque sabes que mi Will me ha dejado hoy plantada y se ha ido a una fiesta, ¡oh! ¡estoy tan irritada!... es verdad, por eso me he puesto este adorno rojo en el sombrero, quiero que me miren, quiero que me admiren... aunque realmente a lo que salgo a la calle es a tirar la basura...

Anónimo dijo...

¡oh my dear, no te pongas así...y pelillos a la mar!

Cristina dijo...

¿a la mar? ¿a la mar has tirado mis adorados pelillos? ¡cómo puedes ser tan cruel!!!