viernes, 15 de mayo de 2009

¿HORTUS CONCLUSUS? CASTILLA DEL PINO

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Si hace unos días se iba Antonio dejándonos sus letras en canciones,
hoy se ha ido Carlos dejándonos su sabiduría en letras.


Nacido en San Roque (Cádiz) en 1922, el psiquiatra y ensayista Carlos Castilla del Pino, 'el psiquiatra rojo' y el que encabezó el movimiento científico e intelectual para humanizar el tratamiento del enfermo mental, ha fallecido esta madrugada en el Hospital San Juan de Dios de Córdoba como consecuencia de un cáncer.


http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Castilla_del_Pino


A Carlos Castilla del Pino:

Dices que “la incomunicación nos enferma”. Por eso hoy te escribo, en una necesidad urgente de aliviar este dolor que, aunque esperado, duele. Y duele más aún si aún más le duele a ELLA. Que te ha admirado y alabado casi cada minuto de tu vida. Que te ha leido, creo yo, casi todo. Y que casi todo lo que sé de ti lo sé por ella.

Y será ella la que seguramente, a esta hora del “hortus conclusus” te esta esperando, aunque sea en esa mala fotografía que lleva en su movil - San Roque, ¿2007?- para recordarte y recordarse que, aunque hayas salido de esa Casa del Olivo para no volver, ella mantendrá el jardín con las puertas abiertas, porque tú mísmo nos dijiste que la vida importa.

Importa mientras se sea capaz de mirar y admirar el contenido de cada día: la mujer a la que amamos y nos ama, el libro,…, los amigos, la música, el cuadro, el árbol, las fuentes, el perro…, y tantas y tantas cosas más.


Podría seguir hablando, pero ya me encuentro mejor. Y como la puerta sigue abierta nos seguiremos asomando, madre y yo, juntas, para escucharte.


Hasta siempre.

María.




7 comentarios:

Castilla dijo...

Muchas gracias por tus entrañables palabras sobre mi tío Carlos.
Un abrazo fuerte.

Cristina dijo...

María, pues te digo una cosa, si "la incomunicación nos enferma", aquí tenemos una botica (¿no os gusta la palabra botica más que farmacia?).

Sé muy poco de Castilla del Pino, apenas lo leído en algunos artículos de prensa. Una vez leí en el suplemento de El País una entrevista que le hacían, y hablaba de la muerte de sus hijos con mucha frialdad, cosa que me sorprendió. Si la memoria no me falla decía que le había dolido más que no le dieran una cátedra. Eso me hizo separarlo de mi curiosidad. Pero al ver el cariño que desgranan tus palabras se me ha aguzado la curiosidad dormida. Abriré las puertas de mi jardín también para él.

Castilla, aunque no te conozca, te diré que en este blog no tenemos por costumbre decir "lo siento" para los pésames, sino dar un abrazo para aliviar el frío de la muerte. Siente este abrazo de una desconocida.

Anónimo dijo...

Los agradecimientos todos para él. Por ayudarnos a ser mas saludales.

De los enfermos. Por tratarlos humanamente, simplemente por obviedad.
De los "presuntamente" sanos por "humanizarnos".

Anónimo dijo...

Cristi, es posible que haya "silencios que duelan más que la muerte"...

Cristina dijo...

Pues sí. Te prometo informarme mejor, muchas veces nos perdemos lo mejor por prejuicios tontos.

Marga dijo...

Confieso que desconozco totalmente los pensamientos y obras de Castilla del Pino. He sido consciente de su existencia ahora que se ha ido. Me encanta esa mano que me habéis tendido, María y Cristina, para indagar sobre su vida. Para tí, Castilla, un abrazo fuerte. Espero que su legado te ayude a mantenerlo siempre dentro de tí.

Pilar dijo...

Yo también tengo perjuicios, lo confieso. Y, si me apuráis, convivo también con los prejuicios. Ya sabeis: tonterías de ser mortal.
Me pasó como a Cristina: le escuché muchas veces decir "la docencia es más reconfortante que la paternidad". Y yo, que he amado la docencia tanto, tanto, pensé entonces que ponerla al lado de la maternidad resultaba como poco injusto.

Granos que interfieren de forma tonta en el enriquecimiento del ajeno.