viernes, 19 de noviembre de 2010

LA LECTORA DE NOVIEMBRE. WINSLOW HOMER

"Era la época en la que Winslow Homer pintaba. Por la costa este aún había algo de luz. Homer pintaba la luz. Le daba al mar un tono pesado, amenazante e iluminaba con matices fríos las rocas y los bancos de arena del litoral de Nueva Inglaterra..."
(Doctorow. Ragtime)

En las primeras páginas del libro que nos ocupa este mes encontré este párrafo: "Homer pintaba la luz"... Homer... ¡Como el de los Simpsom! -me dije, tan intelectual y erudita como siempre-. Pero recelosa de que no fuera pariente de la simpática familia creada por Matt Groening, me lancé a navegar por las procelosas aguas del internete, dispuesta a descubrir cómo es ese tono pesado y amenazante del mar en Nueva Inglaterra y, de paso, conocer al pintor que tan bien supo reflejarlo en sus lienzos.

Al sincopado ritmo de un ragtime, en un dos por cuatro, el libro me llevó a un cuadro... y ese cuadro a una lectora con arte.
Entre bancos de arena y frías rocas la vi a ella.

Estaba tan tranquila tumbadita sobre la hierba (en postura muy propia del pilates, por cierto), con su libro agarrado de cualquier forma, y daba hasta apuro molestarla.

¡Anda! ¡si ésta la tengo yo en mi colección de lectoras con arte! -exclamé a voz en grito- ¡Pues le llegó su turno!

Este mes estaba yo como ella, tumbada a la bartola en lo que se refiere a las lectoras con arte (que en lo demás no paro).

Aquí la tenéis vosotras también. Procurad no hacer mucho ruido para no molestarla.

Ella, tan recatada y pulcra con su vestido rojo de botonadura negra -casi cardenalicio-, ha buscado un rincón tranquilo para sacar del morral, que ahora le sirve de almohada, un libro, "el nuevo libro", como se llama el cuadro. Y el olor a hierba se ha mezclado con el de la tinta y el papel, mientras ella se sumerge en el mar sin fondo de las palabras.

Todas sabemos lo que es eso. Sumergirte en un libro y que desaparezca todo lo demás. Sin que te afecte el frío y la humedad de la hierba, ni la oscuridad, ni te importa que se arruge el vestido que acabas de estrenar, ni siquiera te preocupa que los isquiones estén alineados con las escápulas (para la que no lo sepa, son unos huesos olvidados que tenéis en vuestro hermoso esqueleto)... todo desaparece... todo, menos esas palabras que se van hilando una detrás de otra, que tejen una historia que va más allá de tu vida. A través de ellas renaces en vidas que sólo vivirás a través de esas páginas. Cerrado el libro vuelves a la tuya, pero mientras permanece abierto, te ves paseando por Nueva Inglaterra, o por los colleges de Oxford, o navegando por Mongobello, o por el Nueva York de los años 30... provocas asesinatos pasionales, o buscas al asesino de un rico norteamericano... el mundo sigue con su inexorable ritmo a tu alrededor, pero a tí no te importa, tú estás en otra historia.

Así se encontró a esta lectora Homer. No el de los Simpsom, no, el otro... Winslow, el que tan bien reflejó el tono pesado y amenazante del mar de Nueva Inglaterra... y el placer de la lectura.
¿Cómo la veis vosotras?




Winslow Homer (1836 - 1910) fue un pintor naturalista estadounidense, considerado junto con Thomas Eakins como uno de los más grandes artistas de su país en el siglo XIX.

Nació en Boston el 24 de febrero de 1836 y su formación como pintor fue, en su mayor parte, autodidacta. En 1857 comienza a trabajar como ilustrador de revistas, convirtiéndose en un colaborador asiduo de la conocida Harper's Weekly. Sus ilustraciones, sobre todo los grabados, se caracterizaron por sus contornos nítidos, formas sencillas, acentuado contraste de luces y sombras y por sus grupos de personajes llenos de vida. Tales características se convirtieron en una constante de su producción a lo largo de toda su carrera artística.

Durante la Guerra Civil, Homer visitó en repetidas ocasiones el frente de Virginia donde habría de pintar su primer cuadro al óleo importante, "Los prisioneros del frente" (1866, Museo Metropolitano de Arte de Nueva York), obra notable por su fría objetividad y su vigoroso realismo.

En 1856 se traslada a Francia durante un año pero, aunque su interés en las posibilidades pictóricas de la luz natural se desarrolla de forma paralela al de los primeros impresionistas, nunca sufrió la influencia directa del impresionismo o del arte francés.

En 1873 comenzó a utilizar la acuarela, medio de expresión tan importante en su obra como el óleo. Durante la década de 1870 los temas predominantes de sus obras fueron los de inspiración rural o idílica: escenas de la vida agrícola, niños jugando y escenas de lugares conocidos poblados de mujeres elegantes.

El año transcurrido en Inglaterra (de 1881 a 1882), durante el cual Homer vivió en un pueblo de pescadores, provocó un cambio definitivo en la temática de su obra. A partir de entonces se concentró en escenas de la naturaleza a gran escala, en particular escenas marinas, de pescadores y sus familias. Después de fijar su residencia en solitario en Prout's Neck, en la costa de Maine (donde moriría el 29 de septiembre de 1910), produjo obras maestras del realismo.

A partir de 1884, Homer pasó muchos inviernos en Florida, en las Bahamas y en Cuba. Gran parte de las muchas escenas que pintó del trópico son acuarelas ejecutadas con un estilo muy avanzado para su época: fresco, suelto, espontáneo, casi impresionista, pero sin perder jamás su relación básica con el naturalismo.










6 comentarios:

La lectora de rojo dijo...

¡qué tranquilita se está leyendo aquí! sólo con el ruido de los pájaros, y de las hojas de los árboles silbándoles al viento... da gusto este silencio... aunque, la verdad, me extraña un poco que no haya encontrado nadie mi escondite... bueno, ya vendrán, mientras tanto, voy a seguir con la historia de Tateh, que está de lo más interesante.

Reverenda M.S. dijo...

Recatada y pulcra...¡si, si!

Y si no me creen arriba les dejo el enlace...¡pecadoras, que son todas unas pecadoras!

La pulcra y recatada lectora de rojo dijo...

Puede que leer sea una pérdida de tiempo. Puede. Y que yo tenga -a estas alturas- dañado el intelecto. Quizás. O tremendamente incapacitada para la vida real. A lo mejor. Y seguramente -eso sí- tengo un crecimiento excesivo de las pasiones. Seguro. Y la mente intoxicada -¿de los libros? ¿con los libros?-. Aunque no noto que se me haya disminuido el horror del crimen y el mal. ¡Ni hablar!. Pero lo que de verdad no entiendo es esta frase: "guerras con todos Piedad, Estado de Disciplina". ¿Eso qué es madremiademialmaaaa? ¿Me aparecerá ese síntoma más tarde? ¿Estaré en una fase inicial de la enfermedad que pregonan en esta página?... ¡Mira que decir que yo abrazo el libro como se podía abrazar a un amante! pues sí que han abrazado a este loco pocas amantes... no voy a seguir con esta lectura, porque mentes tan retorcidas sí que dañan el intelecto y son una pérdida de tiempo... y en algunos párrafos hasta he sentido miedo, eso de Satanás... ¡han abierto mi caja de Pandora!... ¡Con lo bien que me estaba a mi sentando leer aquí, en este bosquecillo solitario, el swing drawings serenade!

la lectora del swing dijo...

uy! ¡cuántos nombres familiares en estas páginas grises! ¡menos mal que volví al Swing!

la que comparte swing dijo...

¿...o son verdes? Y entre todos y sobre todos...él. Admirado, querido. (ya no sé si "él" va con o sin tilde, oiga; me rompe la inspiración)

Una muy swinging dijo...

...Serenades de fondo, drawings en mi imaginación...¡pero que placer más grande!
Leo.