miércoles, 24 de noviembre de 2010

QUIÉN ES QUIÉN EN RAGTIME. HARRY HOUDINI

Harry Houdini nació en Budapest, Hungría, el 24 de marzo de 1874. Su verdadero nombre era Erik Weisz (cambiado por Erich Weiss al emigrar a Estados Unidos), fue un ilusionista y escapista húngaro de origen judío.

Era hijo de Mayer Samuel Weisz y Cecilia Steiner. Tenía cuatro hermanos (Theodore, Leopold, Nathan y William) y una hermana (Gladys). Su familia emigró a Estados Unidos cuando él tenía 4 años. Poco después se nacionalizaron, instalándose en Appleton, Wisconsin, donde su padre había sido designado rabino de una nueva congregación. Erich no tuvo una infancia fácil, ni una educación formal, y las dificultades eran algo habitual en la familia.

Para ayudar a su familia a superar las dificultades económicas, empezó a trabajar desde muy pequeño. A los 8 años vendía periódicos y lustraba zapatos en las calles. Un día su padre lo llevó a ver al Dr. Lynn, un mago viajero; al niño quedó impresionado de la actuación. Con 9 años, en 1883, Erich formó con sus amigos del barrio un pequeño circo, donde actuaba como contorsionista y trapecista por primera vez ante una audiencia con el nombre de Ehrich, The Prince of the Air. A los 11 años trabajó como aprendiz de cerrajero colombiano.

Poco tiempo después se marchó de su hogar en busca de fortuna con circos y actos ambulantes. Estuvo alrededor de un año fuera de casa, regresó a los 13 años cuando su familia se había trasladado a Nueva York. Allí consiguió varios trabajos para ayudar a mantener a su familia. En su tiempo libre estudiaba magia, y competía en eventos atléticos, como la natación. Un día consiguió un libro que narraba las memorias del mago Jean Eugène Robert-Houdin, considerado el «padre de la magia moderna», a quien de inmediato convirtió en su ídolo. Desde entonces decidió utilizar el apellido del mago, añadiéndole una i al final para indicar parecido a Houdin.

Siempre tuvo un gran apego por su madre, algo que marcó su vida y que a veces llegaron a calificar en cierto modo de «enfermizo».

Uno de sus cuatro hermanos, Hardeen, le ayudaría intermitentemente en sus primeras presentaciones de magia a los 15 años. Comenzó como mago chistoso, haciendo juegos de cartas y otros efectos, pero pronto comenzó a practicar el escapismo. En aquella época algunos espiritistas invocaban fantasmas mientras permanecían atados, para evitar sospechas de fraude. Houdini comprendió que se liberaban secretamente para manipular la escena con efectos mágicos, que aseguraban eran reales. Houdini decidió que tal vez «escaparse» podía ser un número en sí mismo.

Aunque era profesional en todas las ramas de la magia, era conocido por sus escapismos imposibles, gracias a una gran resistencia física que adquirió con una fuerte preparación en el gimnasio. Se suele considerar a Houdini el mejor escapista de todos los tiempos y precursor de muchas de las hazañas y retos de este tipo. Escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, todo tipo de esposas, barriles, cajas, baules, bidones, bolsas, sacas, ataudes, jaulas y habitaciones cerradas. También se dice que escapó de «un monstruo marino», probablemente un calamar gigante o ballena, de cuyas tripas consiguió salir airoso.

Adquirió una gran erudición en historia de la magia y llegó a acumular una formidable biblioteca especializada en la materia, que posteriormente legó a la Biblioteca del Congreso de Washington.

Al morir su madre, quedó tan afectado por quienes explotaban la credulidad de la gente diciendo que contactaban con difuntos, que consagró su vida a desenmascarar a estos falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos, y publicando artículos en revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño. Houdini nunca había creído en todas esas patrañas pero se mostró especialmente irritado cuando una médium intentó contactar con el espíritu de su querida madre, fallecida años antes. Cuando la médium transcribió el «mensaje literal» que había recibido, Houdini reveló que difícilmente podía ser en verdad su madre: el mensaje estaba en inglés, mientras que su madre sólo hablaba una mezcla de alemán, húngaro y yidish; una cruz encabezaba el mensaje, pero su familia era judía. Indignado, juró entonces convertirse en un cruzado contra el espiritismo.

Obviamente médiums y espiritistas usaban trucos que difícilmente escaparían al escrutinio de un mago. Armado con sus concimientos, y a veces con disfraces, se presentaba en reuniones para desenmascarar a los fraudes. Publicó artículos en la revista Scientific American, declaró contra el espiritismo ante el Congreso, hizo de cazafantasmas y dejó en ridículo a los creyentes en lo paranormal. Los premios que ofreció a quien demostrara tener habilidades sobrenaturales nunca fueron otorgados a nadie, pues sus engaños siempre eran siempre descubiertos por el mago.

Su ayudante en el espectáculo Metamorfosis solía ser Beatrice Rahner, una joven morena, de pequeña estatura, que acabaría enamorando al mago. Se convertiría en Bess Houdini, su mujer, en 1894. Bess le acompañaría durante el resto de su vida. Nunca llegaron a tener hijos.

Harry Houdini antes de morir, preparó una prueba definitiva contra el tan aborrecido espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte.

Su muerte se produjo en extrañas circunstancias. Ello, unido a su reciente lucha contra lo paranormal y al extraño reto que había planteado con su mujer, convirtieron su muerte en algo tan interesante y misterioso como otros aspectos de su propia vida.

En octubre de 1926 unos estudiantes universitarios se dirigieron a Houdini mientras descansaba al terminar uno de sus espectáculos. Uno de ellos le retó a recibir unos cuantos golpes en el abdomen, para comprobar si su resistencia física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó sin miedo. Antes de que pudiera prepararse adecuadamente, recibió un primer puñetazo muy fuerte de un pelirrojo llamado William Lances, estrella de boxeo de la universidad y del que apenas se tienen datos; a éste primer golpe siguieron varios más. Aunque aguantó el envite como un buen actor, había sufrido sin saberlo una rotura de apéndice.

Por su carácter, Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes a pesar de padecer fuertes dolores y fiebre. Sufrió dos desmayos en una actuación y fue hospitalizado. Tras varios días luchando contra la enfermedad, pareció rendirse ante lo inevitable. Le dijo a su hermano Hardeen: "Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer."

En la madrugada del 31 de octubre de 1926, fallecía a sus 52 años en Detroit, Míchigan. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban una peritonitis como causa de la muerte. Su apéndice tal vez llevaba días inflamado antes del incidente con los estudiantes.

El entierro se celebró a los pocos días y asistieron dos mil personas, algo tan multitudinario como algunos de sus números callejeros.

Tras su muerte, diversos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con su espíritu, especialmente uno llamado Arthur Ford, aunque su mujer nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.

Al cabo de diez años, su mujer celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de Houdini. «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», dijo. Desde entonces, es tradición entre los magos celebrar sesiones en las que se invoca al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.


3 comentarios:

Marga dijo...

Me encanta el gran Houdini, con sus comeduras de coco, su fuerte preparación física, sus complejos, el amor hacia su madre, su lucha contra los espiritistas...Acaba de llegar a mis manos la película "El último gran mago" y, ¡oh, sorpresa!, él es el protagonista.

la gran houdina dijo...

ten cuidado con aprender más cosas de houdini, que nos estamos convirtiendo en maestras del escapismo hogareño

Marga dijo...

Sí, es un tanto peligroso. Una exposición te lleva a un documental; un documental a un libro; un libro a una película, a internet; un conocido a una presentación; ésta te permite descubrir los efectos psicotrópicos de la poesía cofrade y al final, claro, tienes que acabar en un bar para poner en pie todo lo aprendido. ¿Y dices tú que la culpa la tiene el gran Houdini?