domingo, 31 de octubre de 2010

LOS CUENTOS DE MIGUEL HERNÁNDEZ.


EL POTRO OBSCURO

Una vez había un potro obscuro. Su nombre era Potro Obscuro. Siempre se llevaba los niños y las niñas a la gran ciudad del Sueño. Se los llevaba todas las noches. Todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Obscuro.


Una noche encontró a un niño. El niño dijo:
Llévame, caballo pequeño, a la gran ciudad del sueño!
-¡Monta! -dijo el Potro-Obscuro. Montó el niño y fueron galopando, galopando, galopando. Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña dijo: Llévame, caballo pequeño, a la gran ciudad del sueño.
-Monta a mi lado -dijo el niño.
Montó la niña y fueron galopando, galopando, galopando.

Pronto encontraron en el camino un perro blanco.
El perro blanco dijo:
-Guado, guado, guaguado! A la gran ciudad del sueño quiero ir montado!
-Monta! –dijeron los niños.
Montó el perro blanco y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una gatita negra.
La gatita dijo:
Miaumido, miaumido, miaumido! A la gran ciudad del sueño quiero ir que ya ha obscurecido!
-Monta! –dijeron los niños y el perro blanco.
Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando, galopando.

Pronto encontraron en el camino una ardilla gris.
La ardilla gris dijo:
Llevenme ustedes, por favor, a la gran ciudad del sueño donde no hay pena ni dolor!
-Monta! –dijeron los niños, el perro blanco, y la gatita negra.
Montó la ardilla gris y fueron galopando, galopando, galopando.

Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas de camino.
Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban y cantaban.

El niño dijo:
-Deprisa, deprisa, Potro-Obscuro! Ve más deprisa! –pero el Potro Obscuro no
podía ir deprisa. El potro obscuro iba despacio, despacio, despacio.

Había llegado a la gran ciudad del sueño.

Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla gris estaban dormidos. Todos estaban dormidos al llegar el Potro obscuro a la Gran Ciudad del Sueño.

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miguelhernandez por jesucristoriquelme

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miguelhernandez_por josecarlosrovira

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1 comentario:

Cristina dijo...

precioso cuento y preciosa historia. He paseado por el enlace que pones y entiendo las manchas que las lágrimas de Manolillo hicieron en sus las páginas, mi teclado está igual. La de veces que querría Miguel, desde su celda, montar en el potro "obscuro" y cabalgar en su lomo hasta la ciudad del Sueño con Manolillo agarrado a su cintura.