lunes, 9 de febrero de 2009

1. CADENA DE PALABRAS

Ha estado muy divertido el juego de EL RETO DE LAS PALABRAS, pero, como decidimos, este mes vamos a probar con otro: LA CADENA DE PALABRAS.

Una jugadora inicia el juego escribiendo una frase, y la siguiente tiene que añadir otra que empiece con su última palabra. Así, iremos montando un relato entre todas.

Pero en vez de pensar en una frase, he elegido un cuento completo de Antón Chejov, que se llama LOS CALCETINES, os propongo que lo continuemos, a ver qué sale:

La criada, siempre que arregla el cuarto de su patrón, arroja los calcetines debajo de la cama, bien al fondo, contra la pared. Su patrón, un señor muy gordo, no lo soporta más y un día quiere echar a la muchacha. De este modo se entera de que fue el médico quien, por razones de salud, le ordenó a ella que tirase lo más lejos posible los calcetines, así él haría ejercicio.

El primer texto tiene que empezar con EJERCICIO

27 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ejercicio dice? Rafaela, por dios, ¿a quién pretende tomarle el pelo?. ¡Claro que debo planteármelo, pero seriamente, así que queda usted definitivamente despedida!
¡Y por supuesto me cambio ahora mísmo de médico!

Maria-Norte dijo...

Médico, consejo médico, eso era lo que yo intentaba seguir al pie de la letra, pero mi señor no hace caso a nadie, cada día está más impertinente.
Maria-Norte

Cristina dijo...

-¡Impertinente! ¡eres una impertinente, Rafaela! dices que es un consejo médico, pero yo sé bien que lo haces porque es más fácil pegarle una patada al calcetín que lavarlo, tenderlo, plancharlo y meterlo, bien dobladito, en mis cajones...

Marga dijo...

Mis cajones son mi vida. En ellos guardo todo lo que ha significado algo para mí. Pero no en los que abre esta desvergonzada, no, no en esos…

Cristina dijo...

...esos son para las cosas sin importancia, porque las cosas que de verdad quiero, mis tesoros, están en otros cajones más íntimos, bien ocultos a esa mano que podría mancillarlos. Por eso no quiero que Rafaela tire los calcetines debajo del colchón...

Anónimo dijo...

del colchón con olor a violetas que tan intrigada ha tenido siempre a Rafaela. ¡Ahora ya no temeré que descubra esas cartas…!

Marga dijo...

...donde su madre confesaba estar embarazada!

Anónimo dijo...

embarazada de trillizos. Por eso el padre de las criaturas dió la "espantá"

Cristina dijo...

y dio la espantá, sin despedirse siquiera. Nunca lo volvieron a ver. Y su pobre madre tuvo que quedarse sola a cargo de sus trillizos, y pasó de ser una señorita bien a tener que ganarse cuatro perras por limpiar escaleras...

Angela dijo...

Escaleras arriba y escaleras abajo se le iban pasando los dias, los trillizos crecían a la vez que su desánimo, ella, acostumbrada a que le sirvieran como a toda señorita que se precie......

Anónimo dijo...

“Toda señorita que se precie debe hacer sus labores con dignidad”. Recordaba con lágrimas en los ojos las palabras que tantas veces oyó en su infancia. ¿Quién le iba a decir a ella la clase de labores en las que acabaría trabajando?

Anónimo dijo...

Trabajando sin descanso.
Escaleras y portones...y finalmente, en aquel palacete, hasta los patios interiores.
Fué en uno de aquellos patios con sus alfombras de violetas donde comenzó de nuevo a recobrar parte de su juventud. Todavía de buen ver, era consciente que desde la ventana de la biblioteca alguien la observaba todas las tardes mientras ella faenaba.

Cristina dijo...

faenaba sin descanso, pero como ella era una señorita como Dios manda, y las señoritas como Dios manda nunca hablan de dinero, siempre se olvidaba de decirle a sus clientes cuánto les iba a costar sus servicios...

Maria-Norte dijo...

Servicios, que le reportaban unos beneficios que le ayudaban a criar a su prole y que cuando conseguía ahorrar algunas monedas iba guardando en un cajoncito del bargueño

Cristina dijo...

...del bargueño que él había heredado de su familia, y que, quizás por vergüenza no se había llevado en su huída. Un día, al abrir uno de los cajones, descubrió asombrada que había un compartimento secreto...

Anónimo dijo...

Un compartimento secreto que con espanto descubrió que dejaba al descubierto su inconfensable pecado, ¡el de ella!. ¿Sabría alguien más de aquel documento que su marido celosamente habia mantenido en secreto durante tantos años?
Sí, al menos Don Cipriano, el médico de la familia. El informe diagnosticando su esterilidad iba firmado por él. ¡Que horror, lo sabía todo! Ni ella era una santa, ni su marido huido un cobarde...

Cristina dijo...

COBARDE había sido ella, al no confesar en su momento que esos tres niños, en realidad, eran hijos de aquél que le ponía el termómetro cuando estaban malos, y les daba los jarabes. Sí, el padre era Cipriano, el médico...

Marga dijo...

...el médico del pueblo que para diagnosticar un simple catarro desnudaba por completo a todas las mujeres de buen ver.

Cristina dijo...

¡FIN!

(te toca abrir otra entrada con una frase... como te veo que hoy estás inspiradilla...)

Anónimo dijo...

Inspiradilla con nombre de florecilla, deja ya la tortilla y ponnos una frasecilla ¡que estás con la empanailla!

Cristina dijo...

Deja ya a la chiquilla, que estará liadilla... por cierto, ¿dónde estará su hermanilla la Campanilla?

Maria-Norte dijo...

Campanilla esta liadilla, con la perra pachucha y todo el dia del hospital al veterinario y al reves.
Un beso
Maria-Norte

Anónimo dijo...

¡POBRECILLA!

Marga dijo...

¡Ya! Sorry. (Ahora que se estaba caldeando la consulta....).

Salió dando un portazo, dejando tras de sí un aroma a naranjas recién exprimidas...

Cristina dijo...

chiquilla! que tú sabes hacer una entrada ¿o se te ha olvidao ya?

Cristina dijo...

ya te he hecho yo la entrada, pero ¡que no se vuelva a repetir! ¿eh? ¿estamos perdiendo las buenas costumbres o qué?

Marga dijo...

Perdón, perdón, tienes razón, pero es que era o la entrada ¡o sardinas de nuevo!