De todos los puentes cruzo el más frágil: el que une tu desolación con mi consuelo, y mi consuelo con tu desolación. Acaricio los pinos antes de que en el próximo vendaval besen el suelo.
Aleluya. Cuando encuentre la verdad aún estaré a tiempo para llevar mi infancia conmigo y clavarla luego como un afiche en la pared de la cocina. Nos vamos para volver; volvemos para irnos de nuevo. El tiempo es un viaje de escalas infinitas donde aprendemos y enseñamos algo.
Aleluya. Piso tantos umbrales que los pies desnudos me arden. Desde esos umbrales imagino el infierno, pero de pronto recuerdo (aleluya x 2) que soy ateo, tanto de Dios como del diablo.
Vivir aquí, en los arrabales del universo, no está tan mal. Dos por tres vienen pájaros curiosos, con su experiencia del espacio, y acaban colgándose en un crepúsculo de árboles. Crecimos en un exilio de la esperanza, sin advertir que era un exilio de la nada.
Aleluya. La nada también puede ser todo y los otros también pueden ser nosotros. Si la tristeza nos empapa con su lluvia, digamos aleluya aleluya, primero despacito y luego en alarido, para que al fin nos encierren, así sea medio por azar, en las mazmorras de la alegría.
2 comentarios:
Han llegado tus palabras con las de Benedetti y tu cariño con el monte del olvido , tus letras y tus regalos.
Y sí, Aleluya, alborotandolo todo un poco, mi memoria viaja desde las mazmorras de la alegria y mis brazos abrazan prójimas y sé que los otros pueden ser nosotros.
Y desde casa yá; muy bien acompañada, con mucha alegría y a punto de poner un par de "Martinis" brindo por tí y por Hoy Libro.
¡Ay! Yo me pierdo. Si supiera con quién habla ella, yo podría participar del diálogo, y de Benedetti, y de las gracias y... pero me pierdo.
Me parece un discurso a dos y, pensándolo bien, tampoco me atrevo a entrar porque no sé con quién habla ella a través de las palabras de Benedetti.
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