domingo, 9 de enero de 2011

lectoras con arte. Enero 2011. Alma Tadema

Ufff... estamos a nueve de enero... y el cuadro del mes se me resiste. ¿Qué cuadro vendría bien este mes? ¿Habrá alguno que tenga relación con tía Julia y su escribidor? ¿y con la época del año en que estamos?... Le doy vueltas y más vueltas a mi colección y ninguno me atrae lo suficiente... Recorro mi casa mientras lo pienso, sorteando papeles de regalos y cajas de juguetes a medio abrir... niños... niños y juguetes... y libros... este año los reyes han vuelto a venir cargaditos de libros...

Hoy hemos hecho toda mi familia un pequeño homenaje a mi padre. En un rincón del jardín hemos pintado juntos su retrato. Cada uno a su estilo. Mi madre ha recitado un emotivo poema que ha compuesto para la ocasión. Y un precioso globo celeste ha surcado los cielos -haciendo un poco de magia- cargadito de mensajes. Ese rincón del jardín -nuestro rincón- se ha llenado de colores y risas, desafiando a la lluvia. En honor a él.

Tras la algarabía he vuelto a sentarme ante el ordenador, por enésima vez, a repasar los cuadros de las lectoras con arte, y mi mirada se ha cruzado con las de ellas. Mamaaaaa quiero ser artistaaaa, mamáaaaa... canturreo al verlas, casi sin darme cuenta. Y en ese momento escuché una explosión en mi cerebro, y como si fuera la chistera de un mago, miles de imágenes, llenaron la habitación en un segundo...

Recordé el vídeo que tanto nos divirtió hacer, en ese mismo rincón, allá por nuestro cumple.

Y a mis niñas, como actrices principales, contorneándose al ritmo de Concha Velasco mientras cantaban:
En el espejo de mi habitación
Flotaba una chiquilla en camisón,
En vez de preocuparse de jugar
Le daba solamente por soñar.

Ellas abrían nuestro vídeo de cumpleaños, pero en realidad el cuadro nunca estuvo en el blog. Era el único de los que salieron que no había pasado por mi rincón preferido, el de las lectoras con arte. Bueno, me he dicho... ¿y por qué no les puede tocar a ellas?... al fin y al cabo, tenemos cerquita a Lola, un rayo que no cesa de enseñarnos a amar los libros ilustrados, y ellas dos, en su rincón, tienen unos bien grandes entre sus manos.

Reconozco que en el momento en que lo descubrí también me emocionó la historia de este cuadro, y quizás por eso se me quedó grabado. No es mi estilo pictórico preferido ni mucho menos, pero ya, a estas alturas, sé que eso no es lo más importante. Ayer escuché a un sabio octogenario decir que el arte es la mejor forma de hacer verdadera la mentira. Estoy de acuerdo. A mí, lo que más me gusta de un cuadro es escuchar las palabras que las pinceladas me cuentan. ¿Son verdad o mentira? ¡qué más da! La sorpresa, y la magia, es lo que importa. En el arte y en la vida.

Su autor, Alma Tedema, vivía en Bélgica. Se casó en 1863 con la francesa Marie-Pauline Gressin de Boisgirard, modelo de algunos de sus cuadros. Tuvieron dos hijas, Laurence y Anna. Antes habían tenido otro hijo, que sólo vivió unos pocos meses y murió de varicela. En 1869 murió Marie-Pauline de viruela a los 32 años, después de años de mala salud, dejando huérfanas a estas dos pequeñinas. Su muerte dejó a Tadema desconsolado y deprimido. No pintó durante casi cuatro meses. Como Laurence tenía sólo cinco años y su hermana Anna dos, acudió al hogar a cuidarlas su tía paterna, Artje, que vivió con la familia hasta que en 1873 el pintor se volvió a casar con la inglesa Laura Epps, y todos se fueron a vivir a Inglaterra.

Como regalo de bodas Alma Tadema le hizo a Laura este retrato de sus dos hijas.


Ninguna de las dos hermanas se casó nunca. Quizás el recuerdo de su orfandad se les quedó grabado a fuego y el miedo a repetir la historia las hizo desistir del matrimonio. Laurence fue escritora. Anna "mujer de sociedad" (eso es lo que viene en el internete, pero... ¿qué será mujer de sociedad?)

Alma Tadema murió en 1912 debido a una enfermedad en el estómago, dejando una vasta colección de pinturas y su enmarmolado estudio a sus dos hijas solteras. El estudio fue menospreciado durante el siglo XX, pero volvió a tener interés con el cambio de siglo.

Las dos hermanas posaron para su padre en 1873. "Nuestro rincón", se llama este cuadro. Quizás porque era ese el rincón de la casa en el que las hermanas se sentían más seguras y protegidas tras la muerte de su madre. Su refugio entre libros y almohadones. Un rincón que perderían en breve, tras la boda de su padre con otra mujer e irse todos a vivir a Inglaterra.

Ya sabéis la de preguntas que a mí me sugieren los cuadros... ¿Eran ellas conscientes de todo lo que iba a cambiar sus vidas cuando posaban? ¿Conocían ya a la que iba a ser su madrastra? ¿Sabían que ese cuadro sería para ella? ¿Le gustaría el regalo a Laura? ¿O las dos niñas, que no eran suyas, le recordarían a la ausente?

Una, la que está delante de pie, demuestra más seguridad, sonríe y mira desafiante a su padre a los ojos, como diciendo "aquí estoy yo". La otra, en el fondo, aparece reclinada entre los cojines del diván, más triste, más frágil.

También puede ser que esté sensiblona yo hoy, y de mi chistera particular hayan salido momentos de mi propia infancia... Unos ojos fijos en ti. Eres el centro del universo. La habitación, perfumada de aguarrás, deja de ser lo que era. Sientes unas ganas locas de correr, continuamente, a cada pincelada, a ver cómo te pinta tu padre. Quieres estar delante y detrás a la vez. Duplicarte. Espectadora y actriz al mismo tiempo. Estás cansada de posar, aburrida de la postura impuesta, pero es un cansancio agradable, porque sabes que él te mira y que esa imagen que él tiene de ti permanecerá para siempre en un lienzo. Cada pincelada es como una caricia.

Quizás también mis niñas, cuando sean mayores, sientan la cercanía de este cuadro cuando lo vean por ahí, y algo se les remueva por dentro. Puede que entonces, también a ellas le estalle su chistera y salga por arte de magia la imagen de su madre, y de las locas de sus amigas, una tarde de junio, disfrazadas en un rincón -"nuestro rincón"- del jardín, con bufandas en la cabeza, llenas de vida y de alegría, correteando descalzas por el cesped... Qué buen momento para que la recuerden a una ¿no?

Ese es el poder del arte. Y de la memoria. Trazos que nos transportan a momentos gloriosos, o tristes, o las dos cosas a la vez. Porque, como dijo el sabio, el arte convierte las mentiras en verdades... ¿o era al revés?

¿Verdad o mentira? ¡qué importa! Lo importante es que siga la magia...
¿qué pensáis vosotras?
¿sale algo de vuestra chistera?



10 comentarios:

Anónimo dijo...

Vivir de pie

He aquí que uno se esconde
Cuando se levanta el viento
Por miedo a que nos empuje
Hacia combates demasiado rudos
He aquí que uno se esconde
En cada amor naciente
Que nos dice tras el anterior
Yo soy la certidumbre
He aquí que uno se esconde
Que nuestra sombra un instante
Para mejor huir de la inquietud
Sea la sombra de un niño
La sombra de las costumbres
Que plantaron en nosotros
Cuando teníamos veinte años

¿Será imposible vivir de pie?

He aquí que uno se arrodilla
Por estar medio caído
Bajo el increible peso
De nuestras cruces ilusorias
He aquí que uno se arrodilla
Y ya vuelto a caer
Por haber sido grande
El espacio de un espejo
He aquí que uno se arrodilla
Mientras nuestra esperanza
Se limita a rezar
Mientras es demasiado tarde
Que ya no se puede ganar
En todas esas citas
A las que hemos faltado

¿Será imposible vivir de pie?

He aquí que uno se acuesta
Por el mínimo amorcillo
Por la mínima florecilla
A la que se dice "siempre"
He aquí que uno se acuesta
Para mejor perder la cabeza
Para mejor quemar el hastío
En reflejos de amor
He aquí que uno se acuesta
Por el deseo de que se detenga
De prolongar el día
Para mejor hacer la corte
A la muerte que se apresta
Para ser hasta el final
Nuestra propia derrota

¿Será imposible vivir de pie?

Jacques Brel

Anónimo dijo...

Volveré a recuperar mi vida?
Volveré a mirar a esta de frente?
o seguiré aquí, detrás agazapada, sujetando lo que fuí, agarrandome a lo bello, mirando lo que fuí, valiente, fuerte, sujetando la vida bajo mi brazo?
Soy las dos, el pasado fuerte, de pié; el presente tímido, asustado y escondido.
El pasado se que va a ganar al presente, para hacer un futuro cada vez mas cercano y mejor.
Para conseguirlo,es fácil, solo tengo que asomarme a una ventanita en el ordenador, volver a una tarde mágica, donde jugando con unas hadas madrinas, construimos un sueño, lleno de amor, alegría y arte, mucho arte.
Siempre, para ver a donde vamos, hay que saber de donde venimos, y yo vengo de rincones preciosos, habitados por gente maravillosa, que es a donde quiero volver y....quiero se artista, pero siempre, siempre, rodeada de las mismas hadas

Laurence dijo...

papá... ¿no sientes como un hada ha pasado volando? ¿no has notado cómo se me ha movido, un poquito, el pelo? ¡de verdad, papá, de verdad! yo lo he sentido, ¿y tú? ¿será ella, la que siempre me alborotaba el pelo? ¿será ella?

María MD dijo...

¡Ey tocaya!...Ahora descansa y no dejes de soñar.
Que pronto volveremos a calzarnos el tacón,
y plantando cara a las dificultades
adornaremos nuestras vidas con una flor.

¡Y no dejes de recordar
que hay dos clases de gente nada más,
las artistas como tú...y todos los demás!

María MD dijo...

(imaginando que en vez de dos hijas sólo tenía una...)

-Papá, papá, que sí, que aquí estoy yo, firme y valiente como a ti te gusta.
Perdóname si a veces me despisto...

Laurence adulta dijo...

¿te acuerdas Anne? creíamos que no nos ibamos a levantar nunca. Mamá acababa de morir. Papá ya ni pintaba. La casa era una tumba. La tristeza y la desolación eran nuestras compañeras de juego. Creíamos que la vida seguiría así siempre. Que la vida era eso. Nos refugiábamos en ese cuarto, escondidas, asustadas y agazapadas entre los libros. Yo te leía en voz alta. Tú no podías mantener la cabeza erguida, el dolor te dejaba como a una muñeca de trapo... ¿Te acuerdas, Anne? a veces me decías ¡gritas demasiado! Con mi voz pretendía romper ese silencio que nos sobrecogía a las dos. Pero pasó. Todo pasó, y aquellos tiempos ya sólo son un vago recuerdo. Volvimos a reír. Y a cantar. Y papá volvío a aparecer con sus manchas de pintura en las camisas y el torrente de su voz retumbaba por los pasillos...

Y aquí estamos ahora. Somos sólo un recuerdo de esas niñas del cuadro.

Laura dijo...

Uyyyyy daaaaarliiing, me encanta tu regalo, pero... ¿encima de la chimenea dices? no sé, no sé... ¿tú no crees que no pega naaaa-daaaa con el sofá? ¿y si lo ponemos en el cuarto de las niñas? ¿no le hará más ilusión a ellas? sí, sí, es mo-ní-siiiiii-mooooo... fíjate, qué realismo, con la silla de mimbre y todo... ideal, es ideal... pero encima de la chimenea, no sé, no sé...

Mientras tanto, está pensando:
Pues vaya... ¿no me podía haber regalado el anillito de diamantes como es tradición? anda que... las dos niñas despeinadas en mi salón ¡ni hablar!

Anne dijo...

Laurence, ¿por qué no me dejas ponerme a tu lado? Qué te gusta ser protagonista, te crees muy guapa ¿no? Pues que sepas que algún día yo también pintaré y me pintaré...¿Qué por qué pongo esta cara de asco? Porque te conozco, y se que serías capaz de hacerte escritora solo para contar que tu hermana se ha convertido en una mujer de...de sociedad, por ejemplo. Tiempo al tiempo querida hermanita.
(Pero yo también pintaré)

Laurence o Anna dijo...

No nos saques guapas, papá, así Miss Laura no nos querrá y podremos quedarnos aquí con la tía Artje.

hormiga vs cigarra dijo...

-Anna ¿tú qué preferirías? ¿ser cigarra o hormiga?
-pues no sé, Laurence, tienes unas preguntas... los dos bichos me parecen igual de feos...
-pues yo prefiero MIL VECEEEES ser cigarra... ser hormiga es más aburrido... todo el día haciendo túneles, unas detrás de otras, sin salirse de la fila... menudo rollo... a no ser que seas la reina del hormiguero, claro, si por una casualidad fataaaal del destino me tocara ser hormiga, sería reina... pero prefiero ser cigarra... en China dan buena suerte ¿lo sabías? la gente las lleva en unas cajitas en el bolsillo, y las cigarras cantan al sol, y dice en este libro que se llaman cícadas en su etapa ninfal... ¡cícadas! es bonito tener una etapa ninfal...
-pues a mi me parecen unas ninfas muy feas... ¡tan negras!
-definitivamente, Anna, tú eres más bien hormiga...