jueves, 21 de enero de 2010

ENTREVISTA A BENEDETTI

Entrevista a Mario Benedetti:
'La tregua' me abrió el público del exterior
María Esther Gilio - Brecha

-Me gustaría que empezaras por recordar tu vida en el momento en que escribiste "La tregua". ¿Por qué esa historia difícil de imaginar en un escritor joven? ¿Qué edad tenías cuando la escribiste?
-No tan joven. Ya estaba casado. Tendría 25.

-Hoy estarías saliendo de la adolescencia. ¿Cómo fue, entonces, que se te ocurrió esa historia?
-Yo trabajaba en las oficinas de Piria, donde estuve 15 años. Entré como pinche y llegué a gerente. En una época tenía tres empleos, y Luz también trabajaba. Claro que entonces uno podía conseguir los tres empleos. En un momento, siendo yo oficial de contaduría, mi jefe, viudo desde hacía un tiempo -un tipo muy bien, muy macanudo y muy calmo-, empezó a comportarse con una alegría de vivir que en él era desconocida. Un día yo le digo "Pero don Diego, ¿qué le pasa que está tan bien últimamente?".

-Él, para vos, era un viejo. ¿Qué edad tiene Santomé?, ¿cincuenta?
-Más o menos cincuenta. Cuando le pregunto me dice "Vamos al café, te voy a contar". Fuimos. "Estoy enamorado", me dice. "Pero el problema es que esta muchacha tiene la mitad de mis años. Tiene 26. ¿Qué voy a hacer?" "¿Por qué no se casa?", le digo yo.

-Y volvió a enviudar.
-Eso pasa en la novela. En la vida pasó lo que era lógico, él murió antes que ella.

-Me explicaste alguna vez que Avellaneda debía morir para que ese amor no fracasara.
-Sí. Para evitar el fracaso había que matar a Avellaneda. Cuando salió la novela, unas cincuenta mujeres hicieron una reunión en un apartamento de Pocitos, a la que me invitaron. Allí me reprocharon que hubiera matado a Avellaneda. Yo les decía que la había matado en beneficio de la historia de amor. En 15 años Santomé iba a ser un viejo, tal vez moriría. Qué triste. Más o menos las convencí.

-Tu visión, en ese momento, era que tal diferencia de edad indefectiblemente terminaba con el amor. ¿Pensás hoy lo mismo?
-Hoy tenemos muchos ejemplos en contrario. Picasso, Alberti, Casal, Borges.

-¿Cómo era Montevideo en la época de la novela?
-Estábamos en el auge del empleo público. La familia para considerarse familia debía tener un miembro empleado público.

-Estaba aquella frase tuya donde decías que Uruguay era la única oficina del mundo que había alcanzado la categoría de república. Tus poemas de la oficina también son buenísimos. Pero no eras empleado público.
-Era, sí. Antes de trabajar en Piria trabajé cinco años en la Contaduría General de la Nación. En esa época, para despedir a un empleado público creo que debían reunirse las dos cámaras. Tenía que haber desaparecido con el tesoro de la nación o matado al jefe de la oficina. Despedir era casi imposible. El empleo público era la seguridad. Y este país era el país de la seguridad. La gran palabra era esa. Hasta que vino la dictadura y todo eso se fue al demonio. Echaron, nombraron a dedo.

-La tregua fue la primera novela que escribiste.
-No, la primera fue Quién de nosotros, donde la historia está relatada desde tres lugares diferentes. Son tres versiones de una relación de pareja.

-Una especie de Rashomon.
-Puede ser, era la época. Hay un marido que escribe su diario, una mujer que escribe al marido una larga carta donde le dice que se va con su amigo, el de él, y finalmente, está la versión del amigo -que era escritor- y hace un cuento sobre la relación con la mujer, pero con notas al pie de página donde contradice todo lo que aparece ocurriendo en el cuento.

-A Onetti le gustaba mucho esa novela.
-Sí, cuando la leyó me llamó y me dijo "Me echaste a perder una novela que estaba escribiendo con la misma técnica".

-En "Quién de nosotros" tenés una estructura que facilita el camino. En cambio en "La tregua" te enfrentás a uno de los difíciles problemas que se le plantean al novelista: desde dónde se cuenta la historia, quién la cuenta.
-Con "La tregua" barajé varias posibilidades. Que contara un narrador en tercera persona, pero me pareció que para que el tema tuviera la comunicación y el calor necesarios tenía que ser el protagonista quien contara. Santomé, él sería el mejor instrumento.

-Era, además, a través de él que te había llegado.
-Claro, aunque yo lo cambié mucho a él, y a las circunstancias de su vida. Le adjudiqué tres hijos, decidí que uno fuera homosexual. Un día, años después -Fiorello, mi compañero de oficina, ya había muerto-, me encontré con el único hijo que tenía. Me dijo "¿Cómo lo metiste al viejo en la novela?". Yo nunca lo había dicho. Pero ellos se dieron cuenta.

-¿Conociste a quien luego llamaste Avellaneda?
-Sí, la conocí. Físicamente no tenía nada que ver con el personaje. Y en el resto no sé. La edad sí era la misma.

-En "La tregua" hay otros personajes.
-Esos son inventados. El amigo que viene del exterior, que me permite alguna alusión a lo político. En ese momento la situación política empezaba a mostrar fisuras. Había que hacer alguna referencia. Pero además había que meter algún personaje, describir alguna situación que pusiera un poco de aire en el relato, que lo sacara de la encerrona total. La novela no podía circunscribirse al mesurado y sobrio idilio de Santomé con Avellaneda.

-En ese momento ya habías escrito cuentos. Montevideanos, por ejemplo; una novela, "Quién de nosotros", y poesía. Poesía seguramente desde chico.
-Sí, desde la infancia. Las primeras las escribí en alemán porque iba al Colegio Alemán.

-Qué curioso que tu padre siendo italiano te mandara al Colegio Alemán.
-Mi padre era químico y por ese lado admiraba mucho a los alemanes. Pero, estando yo en el último año de primaria, un día llego a casa y le digo "¿Sabés, papá? A partir de mañana cuando el profesor entre a clase tenemos que saludarlo así, con la mano levantada". Mi padre me dijo "Te quedan 15 días para terminar sexto. Vas a ir esos 15 días pero secundaria no la vas a hacer ahí". Estaba indignado.

-Sería el año 32.
-Sería. Hindenburg era el presidente de Alemania y Hitler el primer ministro.

-Volviendo a tu novela. Santomé, a menudo, se encuentra con Avellaneda en un café. ¿Es alguno de los cafés que conocemos?
-Sí, es ahí en el café que se le declara. El café es el Sorocabana de 25 de Mayo. Allí escribí la novela.

-No se me hubiera ocurrido. No te veo escribiendo en un café. ¿Dónde te sentabas para escribir?
-En una mesa cualquiera. Nadie me conocía. Si fuera ahora, imaginate. Pero en esa época era lo único posible. Tenía dos horas al mediodía. En lugar de irme a Malvín y volver en el 142, me iba allí, pedía un refuerzo, un café y escribía.

-A mano, claro.
-Sí, a mano. Después la pasaba en la Olivetti. Varias veces, porque corrijo mucho.

-¿Qué corregís?
-La historia queda. Cambio frases.

-La vez pasada me dijiste que habías tirado una novela entera. Y añadiste que cuando corregís siempre es borrando, nunca agregando.
-Sigo la receta de Rulfo que decía "La mejor autocrítica es el hacha".

-Conrad no lo dice así pero dice algo parecido, cuando proclama la austeridad, la necesaria sequedad del texto.
-Yo te voy a decir una cosa. No entiendo bien el éxito de La tregua, tiene más de 150 ediciones. No creo que sea mi mejor novela.

-¿La mejor sería "Gracias por el fuego"?
-Tampoco. Yo creo que la mejor que escribí es "La borra del café". Es la única que en algún sentido es autobiográfica. O que por lo menos lo es en el envase, pues el protagonista es totalmente inventado pero vive en los barrios donde yo viví.

-¿Cuáles son esos barrios?
-Capurro -uno de los más queridos- Malvín, Punta Carretas.

-Pero La tregua algo tiene que tocar en la gente.
-Es una historia de amor. Creo que no es cursi.

-Ahí está aquel diálogo de Avellaneda con Santomé donde ella le cuenta qué entiende la madre por felicidad. Esa idea menos ambiciosa, más modesta de lo que es la felicidad es posible que sirva a mucha gente.
-Algo así habrá. No sabés cuántas veces la han dado en radio, cine, teatro, televisión. A veces bien hecha, a veces mal. En Colombia, por ejemplo, hicieron una versión desastrosa. Metieron complicaciones con el narcotráfico. Yo sólo les había exigido que la ubicaran en Uruguay. Nunca imaginé que saldrían con algo así. La tregua me conquistó un público de afuera. Cuando la hicieron en televisión con Héctor Alterio y Ana María Picchio fue fantástico. A mí me gustó más esta versión que la hecha en cine.

-¿Por qué te gustó menos la hecha en cine?
-Porque trasladaron la acción a Buenos Aires, además de cambiarle la época.

-Transcurre en pleno peronismo.
-Lo que pusieron de cosa política no es mucho, pero ¿para qué? Yo estuve algo distanciado de Renán por ese motivo. Después, cuando se propuso hacer Gracias por el fuego me llevó a España el libreto. Le hice varias observaciones que aceptó. Pero los productores exigieron, al final, unas carcajadas totalmente ridículas que él tuvo que aceptar y nos disgustaron a los dos: a él y a mí.

-Estoy segura de que, como siempre, tenés algo en prensa.
-Justamente, un libro de poemas, El mundo que respiro, un libro de un señor de 80 años.

-Que trabaja como un señor de 40.
-Sí, trabajo mucho.

-¿Un libro un poco amargo?
-No, más existencial, donde la muerte está más presente, menos político. También estoy preparando un libro de cuentos que tal vez termine para fin de año. Son cuentos breves.

-Quizá en eso de la brevedad te influya tu trabajo con los haikus.
-Puede ser. Tú no sabés cómo me divertí haciendo ese libro. Cien haikus quedaron afuera.

-Ahora que han pasado muchos años de tu vuelta, ¿cómo ves el exilio?
-Yo estuve en cuatro países. Cuando uno no elige irse, el irse tiene cosas muy malas. Pero también cosas interesantes. Otras historias, otra cultura, a veces otra lengua. Creo que uno madura de otra manera. Yo seguí escribiendo sobre montevideanos, esta vez exiliados, y como siempre de clase media. Esta es una limitación que no he trascendido. Todavía.

18 comentarios:

Marga dijo...

¡Qué buena base para empezar a leer el libro, Cristina! Pero ahora me han entrado ganas de leer "Quién de nosotros". Soy un poco culo veo, culo quiero. Debes de tener cuidado con tus entradas; al final mi lista de tareas pendientes nunca tiene fin.

Tu pda particular dijo...

Es que, hija mía, ¡te metes en unos charcos! te recuerdo los compromisos navideños que has ido dejando por aquí y por allí, por si no te caben en tu pda:
1. deberes hoylibreros: Leer La Tregua
2. Desagravio lepero: leer los Cuentos de Navidad de Dickens, decimonovena edición
3. Propina lectora: leer "Quien de nosotros" de Benedetti
4. Tareas cacereñas: buscar la diferencia entre error y errata, y ver el significado de unos cuantos términos afines a las traducciones que se me escapan (galeradas, corrector de estilo…)
5. comprar (y leer) el libro de los canallas jovencitos y el de los maduritos

¡Ea! ¡empieza ya!

Marga dijo...

Mi querida PDA. Como lo que más me pone es darle a la tecla Supr para ir eliminando tareas, ahí van esas definiciones que tenía pendientes.


GALERADAS. Las galeradas eran las primeras pruebas en papel de los textos que tiraban las imprentas. Sobre ellos se hacían las correcciones: primero por parte de personas contratadas por la imprenta para ese trabajo y después por parte del propio autor que todavía tenía esa última oportunidad.

ERROR. Acción desacertada o equivocada.

ERRATA. Equivocación material cometida en lo impreso o manuscrito. Error menor involuntario de tipo tipográfico, cometido en la elaboración de un impreso.

CORRECTOR DE ESTILO.
Un corrector de estilo no es un profesional dedicado a susurrarle al oído al escritor cómo y de qué manera debe redactar sus textos para que estos sean mejores o más hermosos. Tampoco es un profesional que reescribe páginas y páginas tratando de embellecer la prosa empleada por un autor con el fin de mejorar el estilo de sus textos. Aunque haya mucha gente que crea que su labor es esa. Un corrector de estilo, a diferencia del CORRECTOR DE PRUEBAS que se encarga de los aspectos tipográficos de un texto —y aunque, en numerosas ocasiones, las dos figuras se reúnan en una sola y única persona—, es un profesional dedicado esencialmente a pulir y limar aquellos aspectos sintácticos y gramaticales que, sin ser errores desde un punto de vista ortográfico, afectan al estilo y que desvirtúan y actúan en detrimento del aspecto formal de la obra: pleonasmos, aliteraciones, fallos de concordancia, ambigüedades, aliteraciones…(esto lo que copiado de un blog que no me acuerdo cómo se llama).

tu pda preferida dijo...

Pues mira por donde, tienes una tarea más, tu que eres polilingüe y hasta lees a Larsson en sueco... vete a Cáceres, hija, que nuestro traductor preferido nos ha puesto un juego

Marga dijo...

¡Miedo me da!

Javier dijo...

Cuidadito con lo que decís del traductor preferido, porque además de preferido (y eso habría que verlo) es ubicuo...

Pues eso, que GRAN HERMANO os vigila.

Guay tu resumen, marga. Aunque creo que a "error" le viene mejor en este caso la tercera acepción de la academia: cosa hecha erradamente.

Y en realidad las galeradas ya no existen. Ahora son "primeras" y "segundas" pruebas de imprenta. Pero a los nostálgicos nos gusta seguirlas llamando asín. (Me gusta lo de "asín". ¿Pasa algo? Ah, bueno.)

Y cantar también me gusta:

"El corazón que a Triana va nunca volverá, Se-vi-llaaa..."

O

"Sevilla tiene un color especiaaal. Sevilla sigue teniendo su duende..."

Y asín.

Y asín.

Y asín.

(Cagustomequedao contantarrata, oigan.)


PS: ¿Todavía no os había dicho que traducir es malo palasalumental?

Javier dijo...

¿O para lo que era malo era para el heavy-metal? Pos nusé.

(No estoy borracho ni droJado. Es que soy rebelde porque el mundo me ha hecho asín.)

Cristina dijo...

Querida Marga:

¿Cómo serán las comidas navideñas de los traductores? Yo, en esta mañana lluviosa del 20… me he puesto a fabular.

-Camarero: tenemooo las cocretaaas, tenemos las empanadillaaas, tenemos los solomilloos al guiiiiski…

-Traductor (algo ebrio ya): pendone, aballeeeroooo, según el drae es güisqui, con diéresis en la u para que su pronunciación sea efectiva… aunque, es whisky en su país de origen, y en Gaélico escocés se dice uisge-beatha y en irlandés uisce beatha o fuisce… ¿me pone otro orujillo mientras me decido por el menú? Aaaahhh y no son cooooocreeetaaas, son croooooqueeeeetas, que procede del inglés antigüo croquet ¡que no cricket, guuuuen hooombre, no hay que fonfundiiir... ¡ese orujoooo, please!

-Otro traductor (con el espumillón a modo de corona): Jingleeee beeells, jingle beeeeells, Jingleeeeee all the waaaayyyyyyyyyy….

-Camarero: ¡que ganas tengo que se acaben las navidades!

-Los dos traductores juntos: ¡Oh what fun it is to ride in a one-horse open sleigh, Ooooooooooooo Jingleeee beeeeells, jingleeee beeeells Jingleee all the waaaay…

Marga dijo...

¡Cómo me gusta que nos visites en nuestra casa, Javier! Estoy emocionada con el juego que nos has propuesto. Quizás tú seas la excusa este año para que Papá Noel no sea tan espléndido como acostumbra, pero sus majestades sabrán equilibrar, porque acabo de modificar mis prioridades. ¡Y un título es un título! Eres un poco pillín, me parece imprescindible haber leído el libro, saber cómo es el personaje, qué asuntos se trae entre manos, cómo enfoca las situaciones el autor…pero ahora no importa, se trata de jugar. Y para no volverte loco, pondré mis propuestas en el blog de las cacereñas.
Cris, ¿tu relato está sacado de los cuentos de Navidad de Dickens, decimonovena edición?

Javier dijo...

Los traductores no hacemos comidas navideñas, Cristina, porque somos seres solitarios y antipáticos como el Scrooge de Dickens. (Eso sí: en el fondo tenemos nuestro corazoncito.)

Por cierto, habrá que ver la versión de Zemeckis del Cuento de Navidad, aunque sólo sea por curiosidad. (Me interesa tanto el cine como la literatura, aparte de otras artes, claro.)

Tú decías que eras diseñadora, ¿no? Yo me empeñé en traducir "La lluvia..." (a pesar de que en aquel momento no tenía demasiado tiempo) por lo que me atrajo la idea de describir imágenes con palabras, Porque (no se lo digas a nadie) también pinto. De hecho me encantaría ser portadista, al menos de mis traducciones. Pero es un terreno muy copado. Ganan mucho por bastante menos esfuerzo que nosotros.

Geniales tus ideas, marga, sobre el título del nuevo Coe. A ver si se puede aprovechar alguna después de leer el libro.

Hasta la vista, artistas.

Marga dijo...

¿Pero no eras también poeta?(aquí jugamos a polis y ladrones, a Gran Hermano y a todo lo que se nos ponga delante. Es lo que más nos gusta: JUGAR)
Gracias por tus flores. Es divertida tu propuesta y, si el personal se anima, seguiré desvariando.

Javier dijo...

¿Y eso de poeta quién te lo ha contado? Mmmm, no recuerdo haber dicho nada al respecto.

En "Ángeles e insectos", un libro de A. S. Byatt que se reeditará pronto en Debolsillo traduje muchos poemas del romanticismo inglés que salpicaban la narración.

Pero deducir de ahí que yo también soy poeta... No sé, no sé. Por aquí debe de haber alguna detectivA privada...

Cristina dijo...

¡También pinta! ¡es completito nuestro traductor preferido!

Yo estuve muchos años haciendo diseños para una "discretita y local" editorial. Como me gustan tanto los libros ese trabajo me apasiona. No sólo el diseño de portada, también la maquetación me gusta mucho, aunque ahora no lo hago... ¿dices tú que ganan mucho? ¡será en las buenas editoriales!

Y ahora, sección de cotilleos: ¿no vivirás en La Coruña? tenemos allí una "miembra" destacada que viene exclusivamente a nuestras cenas (buenooo y a ver a una hermanísima que tiene por aquí)... Ahora está de viaje, ¡que si no ya estaría piando! ¡lo que se está perdiendo! su hermanísima debería llamarla para que se vaya a un cibercafé.

miss marple dijo...

¿Son los gallegos los que tienen fama de responder a una pregunta con otra pregunta? No te voy a intrigar, aunqe sería divertido: me encontré con esa información en algún blog.

Javier dijo...

No, no vivo en Coruña, Cristina. Vivo en Vigo. Por ahora. Ya dije en el otro blog que tengo pendiente una mudanza, lo que no está muy claro es adónde...

Y la de mis poemas es una historia muy larga de contar, que (por extrañas razones) incluye mi amistad con una escritora famosa (desgraciadamente desaparecida), cuya identidad no voy a desvelar de momento porque me ibais a freír a preguntas.

Así que me voy a hacer el interesante un rato, que tampoco está mal.

Y ahora voy a seguir traduciendo, porque (aunque me han dado una semana más de plazo) querría quitarme esto de encima antes de Nochebuena a ser posible.

See you later.


Ah, Miss Marple, no se fíe usted de toda la información que aparece en los blogs. La gente es murrara, murrara..., y además hay un montón de "Javieres-Lacruces" por el mundo.

Cristina dijo...

Vaya, es una pena lo de La Coruña, teníamos allí a una espía perfecta... buscaremos alguien en Vigo.

Te aviso que este grupo tiene un grave problema de curiositis aguditis feminoide, así que una persona que no quiere comentar algo no suelta perlitas tipo: "Y la de mis poemas es una historia muy larga de contar, que (por extrañas razones) incluye mi amistad con una escritora famosa (desgraciadamente desaparecida), cuya identidad no voy a desvelar de momento porque me ibais a freír a preguntas", porque eso agrava nuestra curiositis hasta límites insospechados y efectivamente acribillamos a preguntas a la víctima. Espera que aparezca miss marple... (yo soy la única discreta de este grupo, hijo, qué le vamos a hacer)

Cristina dijo...

mmmm... ¡po no me he puesto nostálgica al recordar a nuestro traductor preferido! miss marple: ¿habrá terminado ya su trabajo? ¿estará ya con Maxwell Sim? mmm... pero... ¡qué ven mis ojos! he pillado una errata! (¿o será un error?) ¡PORTADISTA! ¿Esa palabra existe? en el Drae no. ¿Vendrá en el diccionario da lengua galega? tendremos que llamar a nuestra especialista (si se ha recuperado ya de la sobredosis de martinis)

miss marple dijo...

Pues yo también me acuerdo mucho de él. Ya te dije que estoy leyendo El Club de los Canallas y que tengo que invocar a Javier para que juegue con nosotras y nos dé pistas sobre una palabra que aparece en la contraportada y que prefiero no buscar en el diccionario. Pero antes voy a descargar las fotos del miércoles.