viernes, 25 de mayo de 2012

LECTORAS CON ARTE. MAYO

Mayo se nos va y aún seguimos petrificadas en aquella estación del mes de abril por donde quizás pasó raudo algún tren donde alguien esperaba simplemente un saludo a través de la ventanilla. Poco importa que la estación tal vez esté ya vacía, seguro que pasará algún tren; es posible que nadie venga a despedirme pero yo lo tomaré.

¡Ahí llega!... con las zapatillas de Belmonte llenas de las primeras arenas de la Plaza de Toros “La Macarena” de Medellín. Las mismas arenas que fueron testigos de los fallidos intentos infantiles de Botero por ser un gran torero. El tío Joaquín Angulo, quien le mostró las artes, las glorias y los mártires del mundo de la tauromaquia, lo entusiasmó para que se hiciera torero, pero no contó con el miedo, ese sentimiento cuya superación nos convierte en héroes o… ¡en pintores!

Así que aprovechando nuestra lectura, e igualmente los calores que nos acompañan, llega el tren cargadito de mujeres boterianas, muy fresquitas todas ellas y muy lectoras también; sólo a una le da tiempo a embutirse en su traje de tirantes y sus tacones coloraos.

FERNANDO BOTERO ANGULO 

Pintor, dibujante y escultor colombiano, en el que la monumentalidad, el humor, la ironía y la ingenuidad se combinan con un admirable dominio del oficio y gran talento.

Nacido en Medellín en 1932, inicia su actividad artística en 1948 como ilustrador del periódico El Colombiano, al tiempo que participa en su primera exposición conjunta —Exposición de Pintores Antioqueños— Medellín 1948.

 En 1952 viaja a España y sigue estudios en la Academia de San Fernando de Madrid, al tiempo que asiste al Museo del Prado donde estudia y copia la obra de Diego Velázquez y Francisco de Goya.

Entre 1953 y 1955 viaja a Francia, Italia y estudia en Florencia pintura al fresco, tras su regreso en 1955, permanece un año en Bogotá (donde su obra no tuvo buena acogida), otro año en México y en 1957 visita Estados Unidos. Allí celebra su primera exposición individual en la Pan-American Union de Washington. A los 26 años es nombrado profesor de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá, en 1960 se instala en Nueva York y en 1973 fija su residencia definitivamente en París.

En principio sus obras revelan cierta admiración por el muralismo mexicano y la pintura del renacimiento italiano, pero más tarde estas influencias van desapareciendo en favor de un personalísimo estilo, en el que las figuras engordan y se deforman hasta cubrir en buena parte el lienzo, los cuadros de esos años denotan la influencia del surrealismo.

La historia del arte, la vida burguesa, la cultura colombiana y los personajes históricos constituyen a lo largo de su carrera las principales fuentes de inspiración, de una dilatada y variada producción en la que abundan paisajes, retratos y escenas costumbristas.

Sus primeras pinturas muestran una pincelada suelta y concreta, pero poco a poco ésta se empasta, al tiempo que las perspectivas y las figuras se hacen arbitrarias en función de la importancia que tengan en la representación.

Óleo, acuarela, pastel, sanguina o lápiz son manejados con gran destreza a lo largo de su obra.
Botero emplea la gordura como base de una cariñosa burla para comentar ciertos aspectos de la vida.
A partir de 1960, lleva a cabo entre su variada temática una serie de obras en las que parece rendir tributo a los grandes maestros de la pintura universal como Mona Lisa a los doce años (1959), Rubens con su esposa (1965) o Autorretrato según Velázquez (1986).

Su afición por los toros le lleva en la década de 1980 a dedicarse casi en exclusiva a este tema

La misma voluptuosidad e ingenuidad que caracteriza su pintura, se encuentra en la escultura cuya producción se inicia en París en 1973, se trata en su mayor parte de figuras y animales de tamaños grandiosos y desproporcionados de gran singularidad. En 1992 Montecarlo y los Campos Elíseos de París acogieron una Exposición de Escultura Monumental, y el Gran Palais (París) otra sobre toros, La Corrida. El tratamiento exagerado en sus proporciones de la figura humana es hoy una de las características inconfundibles de su obra, que ha sufrido pocas variaciones desde sus comienzos.

En la actualidad vive entre París, Nueva York y Bogotá.


5 comentarios:

Plácida Placidae dijo...

-No, queridas, no...No me importa nada la operación bikini. Lo que me preocupa ahora es averiguar con quién nos encontraremos en la próxima estación. Mmm...¿Será con ese David de Henry James que por estar en el lugar equivocado es testigo y actor de la conversación a la que no debería haber asistido jamás? ¿Será con algún ilustrador otomano asesinado? ¿Acabaré paseando por algún barrio lujoso del Estambul “pamukiano”?...

-¿O tal vez decidamos “celebrar” el mes de junio con otras letras?

-¿A Japón? No, queridas, no, de momento, no.

la gordi dijo...

sí, muy bucólico pastoril esto de leer tirada en un prado, ¡ja! si no fuera por las hormigas, que me pican las piernas, por las dichosas moscas, que revolotean a mi alrededor y no me dejan concentrarme, porque el michelín se me espachurra contra el césped y... porqueeee ¿dónde narices habré dejado mis gafas? ¿serían mis gafas las que llevaba el dichoso perro entre sus dientes? ¡ayyy qué ganas tengo de que me pongan el internete!

pilar dijo...

Cuando se tumbó en la hierba con su pesado y apasionante tomo de Ana Karenina, su vestido fantaseaba con la utópica posibilidad de ceñirse al cuerpo que lo paseaba.
Ya se lo dijo su madre cuando eligió a Tolstoi:
-Cuidado, Laura. Cuando se empieza a leer ya nunca se es el mismo.

marga dijo...

Es un castigo justo y me lo tengo bien merecido.

Rompí el cerdito donde atesoraba con tanto mimo todas las monedas de dos euros que pasaban por mi mano; separé dos montoncitos, uno para "La vuelta a Europa en avión" y otro para "Me llamo Rojo"; cogí el autobús desoyendo todas las alarmas de mi cuerpo cuando notó los 38º de esta Sevilla infernal; me dirigí sudorosa pero feliz a mi destino y reparé en esa zapatería nueva que el demonio ha abierto al lado de la librería.

“… no quiero mirar... no necesito zapatos... ¡no me gustan los zapatos! ¿oigo que me chistan desde el escaparate? Sí, estoy segura de que alguien está tratando de llamar mi atención. Miro con cierto recelo… ¡allí están! ¿No son los zapatos de mi vida? Estoy segura de que voy a despertar la admiración de todos los macizorros cuando pase por su lado cimbreándome encima de estos taconazos rojos ¡anda, como el título del libro! Seguro que es una señal. Posiblemente también despierte la envidia de las mujeres ¡eso sí que lo voy a disfrutar! ¿Qué dirán esas brujas cincuentonas del club? Y los libros… ¡a la mierda los libros¡ ¿No tengo el ebook? ¿No voy a ser una mujer nueva con mis zapatos rojos...?”

Evidentemente, me compré los zapatos rojos en lugar de los libros. No soy una mujer nueva. Me he quedado sin ahorros. No acabo de acostumbrarme al ebook. Los tacones me están machacando. Las brujas brujísimas ni se han coscado. Me he impuesto como castigo volver a leer Arenas Movedizas. En japonés, para mayor escarmiento.

señora de azul sobre fondo verde dijo...

mmm... qué buena reflexión hace aquí el señor Tío... la voy a apuntar en mi cuadernito: "un buen pintor no se limita a permanecer en nuestras mentes con sus prodigios, sino que acaba por cambiar el paisaje de nuestra memoria"...