lunes, 21 de septiembre de 2009

LECTORA CON ARTE SEPTIEMBRE. ROCKWELL

Septiembre. Mes de la vuelta al cole en todos los sentidos.

Este año he acompañado a mis niños en su primer día de cole. Eso es algo habitual para muchas madres, pero para mí no, debido a mi horario. Cuando vi a todos esos niños correteando felices camino de clase, con unas ganas locas de encontrarse con sus amigos, para contarse las mil y una historias estivales, me acordé de esta ilustración que os pongo.

Mis niños tienen compañeros de otras nacionalidades. Durante el curso cada día cuenta uno cómo es la vida en su país de origen: lo que comen, cómo visten, son los reyes por un día de la clase... Llevan fotos u objetos que trajeron de allí, enseñan algunas frases en sus idiomas... Así los demás se enteran que en el país de fulanito comen todos los días con palillos, o espaguetis, o que los hombres visten con faldas... La diferencia les enriquece a todos.

Pero la niña de la ilustración tiene una vida muy diferente. Opuesta, diría yo. Ella tiene que ir escoltada al colegio. Dos policías delante y dos detrás. De ellos sólo vemos sus pasos acelerados y sus manos crispadas, aunque podemos imaginar sus rostros expectantes, atentos a los movimientos de los transeúntes para detectar la más mínima agrasión. A pesar de eso, la fachada de la casa por la que va pasando tiene tomatazos frescos y conserva las huellas de pintadas insultantes.

Ella permanece inmutable, con la vista fija en su objetivo y su impoluto traje blanco. Es valiente. Hay que ser muy valiente para ir como ella va, con la cabeza alta. Hay que tener muy claro qué es lo que quieres en la vida.

Al mirar la ilustración yo me pregunto qué pasaría por la cabeza de la niña en ese momento, cómo asimilaría el odio que desata su paso, el circo que tiene que montar cada vez que ella va al colegio. Y digo yo... ¿los escoltas se quedarían con ella todo el tiempo que duraran las clases? ¿cómo sería la convivencia con sus compañeros, una vez que desaparecieran los policías? ¿sentiría en sus ojos la ira y el desprecio en sus compañeros? ¿acabaría el curso? ¿tendría ella la conciencia de que le estaba facilitando la vida a otros muchos que vendrían después, y que ni siquiera serían conscientes de ello?

La magnífica ilustración que hoy pongo ante vuestro ojos se llama "El problema con el que convivimos todos", y la hizo Norman Rockwell en 1964, cuando ya habíamos nacido muchas de nosotras. O sea, hace tres días. ¿Cómo olvidamos las cosas tan rápido? Lamentablemente, esto ocurre de forma parecida, aún hoy, en muchas partes del mundo, incluso en nuestro país.

Norman Percevel Rockwell (1894-1978) fue un ilustrador, fotógrafo y pintor norteamericano célebre por sus imágenes llenas de ironía y humor.

Su infancia fue feliz, viajando y pasando los veranos en Nueva Jersey junto con su familia. Desde pequeño dio muestras de un gran talento para el dibujo, comenzando con unos acorazados que gustaron mucho a los niños de su localidad. En 1908 descubre que su verdadera vocación es, definitivamente, la ilustración, y asiste todos los días desde ese año a las clases de arte de la Chase School en Manhattan.

A los 15 años, abandona definitivamente los estudios para ir a la National Academy School, donde hacia copias de vaciados en yeso, costumbre propia de muchos artistas del siglo XIX, a modo de aprendizaje.

En 1910, se trasladó a la Art Students League, donde aprendió anatomía e ilustración, perfeccionando sus conocimientos previos.

Sin embargo su carrera se verá para siempre inmortalizada por su empleo como ilustrador oficial del Saturday Evening Post, una revista de actualidad y sociedad; su primera portada data de 1916; trabajó para esta revista hasta 1963. Sus portadas, anuncios, ilustraciones y demás publicidad han sido repetidas e imitadas hasta la saciedad, símbolo del típico ilustrador virtuoso norteamericano: hizo publicidad para McDonald's o Coca-Cola, cereales, chicles, neumáticos, etc.

Sus primeras obras tienen un profundo sentido anecdótico; proliferan, durante principios de siglo y los primeros años 20 y 30, las obras que representan a niños en diferentes actitudes, enfatizando los detalles propios del carácter de los niños: corriendo, burlándose de otros, tomando el desayuno, yendo a la escuela o jugando al béisbol.

En torno a los años 30 y 40, plasmó con exactitud el clima típicamente hollywoodiense del momento, prácticamente ajeno al clima apocalíptico de la Segunda Guerra Mundial, a la que, sin embargo, dedicó un cuadro de carácter publicitario pro-soldados americanos, haciendo un llamamiento público para apoyar a los soldados. El resto de su obra en estos 20 años oscila en plasmar la sociedad norteamericana de entonces y sus convenciones sociales, y otros momentos concretos a los que la llegada del cine sin duda ayudaron a forjar.

Durante estos años, Rockwell también profundizó en un tipo de representaciones que cada vez ganaron mayor significación en su obra global, como los dedicados a la crítica social o a ensalzar ciertos valores o virtudes del pueblo norteamericano y de la raza humana en general. Algunos de sus trabajos respiraban cierto aire patriótico, valor por entonces tenido muy en cuenta debido a la entrada de Estados Unidos en la guerra.

En la década de los 50 y 60, volvió a sus temas amables y tiernos, representando imágenes navideñas, familias reunidas, viajes familiares en automóvil, interiores de tiendas o barberías, heladerías con niños, e incluso hizo algunas obras repletas de ironía.

A mediados de los 60 y principios de los 70, recuperó su punto mordaz y crítico con la sociedad: los cambios políticos que sufría norteamérica, entre ellos los de la integración de los negros, la lacra del racismo y la investidura del presidente Kennedy, fueron tomados e interpretados por Rockwell, que siempre abogó por la multiculturalidad, la integración y, sobre todo, la defensa del débil y el apoyo a los negros perseguidos o insultados: de este período destacan obras impactantes como "El problema con el que convivimos todos", de 1964, donde representa con delicada intensidad a una niña negra que tiene que ir escoltada a la escuela, víctima de los insultos y agresiones de otros ciudadanos.

Norman Rockwell fue una persona de talante sereno y profundamente reflexivo; sin embargo, se sabe que sufría de leves depresiones constantes, y también pasaba ocasionalmente por hondas crisis de autoconfianza con respecto a su arte, incapaz de sentirse ubicado o integrado entre las corrientes artísticas de entonces; no hay que olvidar que llegado el siglo XX, la ilustración pasó a ser un arte arcaico, y la pintura tradicional o figurativa había olvidado sus raíces; de hecho, Norman Rockwell se quejaba habitualmente de que "nunca iba a poder crear una gran obra, una obra maestra", y que se sentía sobrecogido por otros artistas y comúnmente infravalorado.

Con su primera esposa, Irene, estuvo casado poco tiempo; se divorció de ella en 1930. Su segunda esposa, maestra de profesión, Mary Barstow, fue de las tres que tuvo la más duradera y la que sin duda mejor comprendía el carácter de Rockwell. Con ella tuvo tres hijos.







6 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro que sentía en sus ojos la ira y el desprecio de sus compañeros, pero de esto ya se protegía ella, porque sabía soñar.

Con las letras que cada día aprende en la escuela va rellenando cartas que deja en el bolsillo de Bob cada mañana. En ellas Bob lee sus sueños. El de anoche habla de su hermano pequeño y de gente de muchos colores, y que están todos juntos en una casa, una “Casa Blanca” y ...

Pilar dijo...

POM. POM. POM. Marcha marcial, donde una doblez del traje de uno es idéntica a la del otro. La del delante igual a la de atrás. Perfecto el paso, menos el mío. Tantas ganas sudo de ir a la escuela que, sin querer queriendo, me alio con los dos ángeles que llevo delante. Hoy soy feliz.

Cristina dijo...

¿y si saliera corriendo de pronto? sería gracioso verlos correr... tan serios como son... dijo mami que eran simpáticos, pero no hablan nada, y eso que el tomate ha estado a punto de darle al de la izquierda. Me ha recordado al día que mami me llevó a la feria y tiramos pelotas a unos patos de goma... son serios y raros, la verdad, de golpe se han metido las manos en el bolsillo ¿qué llevarán en el bolsillo? ¿tendrán tomates para tirarlos ellos también?

¿y porqué les tirarán tomates? ¿qué habrán hecho estos cuatro? bueno... ¡mientras no me manchen mi traje blanco!

isabel dijo...

Cristina este pintor me encanta, tengo el calendario del año pasado para hacer cuadros con las páginas.
Has acertado de lleno como siempre.
Besos
PD: espero hacer la entrada ya!

Anónimo dijo...

España.2009. ¡Aquí también se tiran “tomates”!
¿Quién no ha oido aquello de...: “Nos invaden. Delinquen por necesidad. Con ellos tenemos más inseguridad. Nos quitan el trabajo. Saturan los servicios sociales, etc”

Maria-Norte dijo...

Porque me miráis tan serios? voy hacia la libertad y la cultura es el camino.