jueves, 30 de junio de 2011

No se puede empezar mejor un cumpleaños

No se puede empezar mejor un año. Anoche tuve mi primer regalo en la entrega de los premios de Iniciativa Sevilla Abierta, en la que fue premiado el filósofo español EMILIO LLADÓ, maestro de la palabra y de la vida.

Sus palabras de agradecimiento fueron un pequeño resumen de su sevillanía abierta al mundo, y fuimos recorriendo con él su vida, desde el aula republicana donde un joven profesor, don Francisco, le enseñó a amar la lectura, proponiéndoles después de leer al Quijote: AHORA SUGERENCIAS DE LA LECTURA...
"Dejarse sugerir por algo es el aprendizaje de la libertad". 
A pesar del calor, que yo aliviaba quitándole de vez en cuando el abanico a nuestra Lola González, disfrutamos al verlo descubrir el mundo en Alemania, o su vuelta a España, pasando del río Neckar al Pisuerga, en el Valladolid de Delibes, escuchamos su visión de la educación y de la enseñanza, aprendimos que todos nosotros somos, a partes iguales, SERES DE PALABRA y SERES DE AMOR...
Las palabras pueden fluir, facilitar inteligencia, dar luz, construir comunidad, o también ofuscarse, deteriorarse, corromperse.
Acabó leyéndonos un poema de Giorgios Seferis, premio nobel de literatura de 1963.

En fin, que si por fin tenemos los "Doce meses, doce causas literarias" esta es mi propuesta para el mes que nos toque leer ensayos. Yo, desde luego, esta misma tarde me lo regalo. Que sí, tontas, que para vosotras también tengo un regalito... gracias a la tecnología, lo podéis escuchar como yo lo hice ayer, pero más fresquitas.




De padres saltereños, Emilio Lledó nació en el barrio de Triana, Sevilla en 1927, aunque con seis años se trasladó a Vicálvaro, entonces un pueblo pequeño de Madrid; allí estudió la primaria con un maestro, que recuerda de por vida, y padeció la Guerra Civil. Se licenció en filosofía en la Universidad de Madrid en 1952, donde fue apoyado por un joven Julián Marías. De inmediato se fue a Alemania, para huir de la realidad de entonces, y prosiguió sus estudios con sus maestros alemanes en filosofía Hans-Georg Gadamer y Karl Löwith o con Otto Regenbogen, quien le encaminó hacia la filología clásica. Pudo concluir allí su tesis doctoral al conseguirle Gadamer una beca de la "Alexander von Humboldt Stiftung".
En 1955 se incorporó a la Universidad de Madrid como ayudante de Santiago Montero Díaz. Pero regresó a Alemania, casado: Gadamer era decano de la Facultad y le comunicó que había un puesto para él en Heidelberg. Y, si bien 1958 obtuvo una cátedra de instituto, pidió la excedencia para volver de nuevo a Alemania, donde estaría diez años en conjunto, durante esa etapa.
En 1962 regresó a España, pues finalmente se incorporó con su mujer a la docencia secundaria en Valladolid. A los dos años, en 1964, obtuvo la cátedra de Fundamentos de filosofía e Historia de los sistemas filosóficos de la Universidad de La Laguna, a donde se trasladó, y fue una experiencia decisiva en su vida. Poco después, en 1967, opositó a la cátedra de Filosofía de la Universidad de Barcelona, la obtuvo y permaneció once años muy fructíferos en al capital catalana. En 1978 se trasladó a la UNED de Madrid.
En la UNED ha desarrollado una actividad notable hasta su jubilación, si bien volvió a Alemania durante un tiempo como investigador, pues en 1988 fue nombrado miembro vitalicio del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín (fellow del Wissenschaftskolleg), y se estableció allí durante tres años, pues luego estuvo en la Universidad libre de esa ciudad. Precisamente allí escribió dos de sus grandes monografías: El silencio de la escritura y El surco del tiempo.
Fue elegido a continuación, el 11 de noviembre de 1993, miembro de la RAE; tomó posesión el 27 de noviembre de 1994, y ocupa el sillón Ele minúscula; en esa institución desempeñó el cargo de Académico Bibliotecario (1998-2006).
(De la wiki)

2 comentarios:

María MD dijo...

¡MUUUCHAS FELICIDADES, CRISTINA! Y que disfrutemos contigo muchos más!!

Y gracias por tu regalito y por tus sugerencias y, y, y,....


(Y con todos mis respetos a la edad que te acompaña, je,je, yo también me felicito; por tenerte tan cerca)

Cristina dijo...

¡te hubiese encantado María MD! me dio pena que no estuvieses... pero el voto del jurado era secreto... no lo supe hasta el último momento. El otro premio se lo llevó el director del Teatro Central