domingo, 2 de mayo de 2010

LECTORA CON ARTE. MAYO - JMP

¡Ay, y si yo supiera expresar con palabras todo lo que siento!


El mes pasado, Cristina nos regalaba algo más que unos colores, retazos de su vida y sentimientos, que provocaban en mí esa envidia sana que me suscita cualquier “bella historia”.


Historias como aquéllas que disfrutamos también cuando jugábamos a traer fotos y cartas que significaran algo especial en nuestras vidas. Yo que por timidez no soy muy dada a entrar fácilmente en el detalle de mis sentimientos y mi vida, nunca llevé nada. Quienes bien me conocen sabrán que esa timidez se me suaviza con el tiempo, con ese tiempo que da la confianza de sentirse a gusto con alguien, y aunque siempre quedarán muchas cosas guardadas, quisiera creer no es egoismo, tal vez pudor; tal vez demasiado.


Y es este gusto que me da el rincón de lectoras con arte, y la casualidad de que a mis manos haya llegado este regalo, lo que me ha tentado a compartirlo con vosotras. Digo casualidad, porque ha sido hace sólo una semana -en andando yo embelesada con ese revolotear de vencejos, que cantándole a Cristina le traían a la memoria historias de azoteas y pinceles, y que misteriosamente descubrió un día tras la puerta de su casa- cuando he descubierto de repente que, entre las páginas del libro que le había prestado a mi madre y que hace unos días me devolvía, había misteriosamente UNA MÁS.


El libro en cuestión es “Las mujeres que leen son peligrosas”. Las que hayais tenido la suerte de verlo, leerlo, disfrutarlo y recrearos en sus imágenes y textos, ya habreis imaginado que esa página misteriosa de más es la que ahora os dejo en este rincón.




Para describiros la emoción que sentí al descubrirla, y que siento cada vez que la miro, no encuentro palabras. Para hablaros de ÉL, tampoco.

¡Ay, si yo supiera!




8 comentarios:

Elena dijo...

Qué bonito María.
No se si me siento más emocionada por tí o por tu padre, esa persona tan especial.
La grandeza de la amistad es estar ahí, y saber establecer vínculos que no responden a estándares, aunque nos guardemos, no sabemos por qué, algo de nosotras.
Un beso para ti y otro para tu padre
Elena

Cristina dijo...

Los libros encierran sorpresas, bellas historias de niñas que leen a Blancanieves mientras un padre las observa queriendo paralizar la imagen en el tiempo, y lo hace, y años después encuentra el momento de regalarle los pensamientos que mantiene en un rincón de su mente junto con el dibujo, que ahora compite con otras peligrosas mujeres que enarbolan como arma un buen libro.

¡Ay, si tú supieras, Marimorena, como me ha gustado esta sorpresa!

Cristina dijo...

Érase que se era una niña que abrazaba un libro. Lo abrazaba como si con su calor pudiera evitar que el corazón de Blancanieves acabara en una bandeja, sin poder creerse que las madrastras puedieran ser tan malas y los padres tan calzonazos.

No puede ser, piensa intranquila la niña levantando la vista del libro. Enfrente tiene a su padre, concentrado en un folio en blanco. Eso la tranquiliza y colorín colorado, en su sillón rojo vuelve la niña a su relato.

Anónimo dijo...

Niña leyendo
Su padre que la pinta
Y siempre atento

isabel dijo...

María yo como siempre te había escrito algo muy bonito pero no lo veo el mismo dia que lo pusiste se puede rescatar???
Bueno me gustó muchísimo tu regalo, es maravilloso poder dibujar tan bien...y que sea tu padre... un beso muy fuerte y gracias por ser mi amiga y compartir esto tan tierno y con tanto amor....un abrazo de los buenos

Cristina dijo...

-las mujeres que leen son peligrosas... -dijo el enanito gruñón-

-¿peligrosas? ¡peligrosa la madrastra, y que yo sepa lo único que tiene entre sus manos es el dichoso espejito mágico -dijo el enanito sabio-

Marga dijo...

Un padre, una niña…y una MADRE. Una madre que comparte aficiones con su hija y que, con todo el amor del mundo, busca y rebusca en una carpeta, en una caja, ese retrato que ahora un libro prestado trae a su memoria. Juguetona, lo esconde para que María, al descubrirlo, se emocione. Y María nos hace partícipes de esa emoción. Gracias por tu generosidad.

Maria-Norte dijo...

Este cuento, difiere un poco del original.

A diferencia del otro, en este no hay madrastra, hay una madre que facilita a sus hijas los medios para introducirse y amar la lectura.

Y hay un padre, amoroso y orgulloso de su hija y este padre tiene poderes mágicos, sabe leer el futuro y adivinar que su hija será peligrosa. Y sabe atrapar un segundo con dibujos y colores, y además sabe esperar para entregar en el momento adecuado su regalo.

Y tambien existen doce enanitas, que crecen cada mes, cuando se encuentran con la luna para comentar un libro, y no existe ni la mudita, ni la gruñona, hay una que propone un libro, otra que escribe un acta, otra que llena de color e ilusión el blog, otra que encuentra un matiz diferente en un libro, a otra la gusta la poesía, otra es graciosa, otra cariñosa,entre todas se podría escribir un cuento lleno de magia.

La protagonista, también tiene una hija, que es la luz en sus ojos, a quién una hada buena el día de su nacimiento entregó el don de las lenguas para que pudiera comunicarse con todo el mundo.

Hoy como he sido buena, miro al espejo mágico y le pido " Espejo, espejito mágico, nos podrías conceder que la invitada de alguna cena fuera la madre de María, la protagonista, no sólo de este cuento, sinó de muchos otros que nos ha regalado?".

Y colorín, colorado este cuento nunca se acabará.