lunes, 16 de mayo de 2011

LECTORAS CON ARTE. MAYO 2011. EDOUARD VUILLARD


Madame Hessel con vestido rojo leyendo.

Édouard Vuillard, c.1905



Querida “lectora asidua”:
Sí, te parecerá que ando de capa caida, y más cuando ahora me veas, aquí sentada, de medio lado. Tal vez pareciera que ando con desgana, hojeando estas páginas como de pasada.

Sin embargo nada más lejos de la realidad. Es esta primavera anunciando que avanza el año, y ando inquieta. Circunstancias que no vienen al caso. Tal vez por eso olvidé lo que ahora tú reclamas. Han sido tus palabras las que me han hecho sentarme esta tarde al borde de la mesa, con prisas, sí, no puedo detenerme mucho tiempo pero sí el suficiente para pensar que lo tengo (“el tiempo”) si tengo las ganas. ¿Cómo renunciar a nuestro rincón? ¿Cómo dejar vacía esta “habitación propia”?

Así que a ti (y a Cristina por muchos otros motivos) dedico este mes nuestra lectora con arte. Y aprovecho para deciros que si teneis la ocasión y la suerte, podreis admirarla “in vivo” en el Museo Thyssen, exposición “Heroinas", hasta el 5 de junio, y donde presentan a sus lectoras rezando así:

“Un sedimento de los poderes espirituales tradicionalmente atribuidos a las mujeres queda en la figura de la lectora. La lectura encierra ecos de esos poderes espirituales, mágicos o místicos atribuidos a la mujer en la iconografía tradicional, que genera una burbuja, donde la mujer puede vivir su vida a través de otras vidas. La lectora se construye eso que Virginia Woolf denominó “una habitación propia”. La lectura es una actividad interior, que escapa a la representación pictórica. En pintura alguna vez se nos permite leer un título; el texto más allá siempre será ilegible, inaccesible. Por eso la representación de la lectura implica una exteriorización, una teatralización. Ya que no podemos leer el texto, leemos el cuerpo de la lectora, que escenifica o somatiza su lectura”

6 comentarios:

Cristina dijo...

Dicen que el amor sólo dura cuatro años. Dicen que después basta con dejar pasar los días sonriendo de vez en cuando, esperando a que la convivencia sea apacible. Dicen que llega un día que ya no esperas nada más que la presencia del otro. Está ahí, contigo, y te refugias en los recuerdos de los momentos en los que las mariposas volaban en tu estómago... A veces te rebelas, te pones el traje que más te favorece, ensayas tu mejor sonrisa, aun sabiendo que en el fondo todos nos acomodamos y que las mariposas tienen una vida muy corta. Pero llega un día que ya ni lo intentas.

Eso me ha pasado a mi. La rutina me llevaba a sentarme ante esta pantalla buscando el vuelo de las mariposas, pero sólo encontraba el vacío de las hojas en blanco.

Pero no hay que creerse todo lo que dicen, querida lectora asidua, porque el día menos pensado encuentras una nota de amor agazapada entre la rutinaria lista de la compra y algo revolotea en tu interior, como antes. Es sólo un batir de alas, pero antes de que te des cuenta se rompe la larva y aparece una maravillosa mariposa de vivos colores jugando con el viento ante tus narices. Sí, ella está de capa caída, sentada de medio lado y hojeando con desgana un libro, pero su aleteo rojo y amarillo despierta en ti la esperanza de que el amor no dure sólo cuatro años.

Gracias a las dos mariposas por devolverme la esperanza. A la anónima y la sur.

Lectora asidua dijo...

GRACIAS A VOSOTRAS ES UN PLACER LEEROS Y NO DEBÍAIS DEJARLO

María MD dijo...

Vivir la vida a través de otra vidas...las que sus autores imaginan un buen día y nos las cuentan, las mísmas que nosotros leemos y nos contamos a nuestra manera, las mísmas que otros leeran e imaginaran a la suya. Muchas vidas.

De repente algo me devuelve a la realidad, es esta nota que amarillea el tiempo. Pareciera propia de alguno de los personajes que ahora me cuentan su historia. Pero es mi vida...¿y la estoy olvidando?

la lectora de rojo dijo...

¡tengo tantas cosas que hacer! pero no he podido evitarlo, he visto el libro sobre la mesa y he tenido que sentarme a continuar con la historia. Un libro sobre una mesa es una tentación demasiado golosa. Pero... debo sentarme más cómoda... al fin y al cabo no me ve nadie, no tengo por qué disimular...

pilar dijo...

-¿Dónde está Adele, madre? Prometió que a las cinco en punto jugaríamos el partido que dejó pendiente ayer

-No la esperes, mi amor. Se enamoró de otro libro. Llegaste tarde.

-Madre, ¿por qué no es como nosotras?

-Porque nació diferente, mi amor. Distraída. Ausente. Amante de vidas ficticias.

-Ojalá se convierta en tinta, madre. Me aburro. Me aburro y Adele me ignora.

La dama de rojo, sin sonrojo dijo...

-No conocía yo de Espronceda más que los cien cañones por banda, y mira por dónde, le dedica este poema a un ruiseñor:

Canta en la noche, canta en la mañana,
ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranta y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.

Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.

Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo süave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.