jueves, 2 de febrero de 2012

LECTORAS CON ARTE DE FEBRERO

Podríamos decir que este cuadro ha llegado a nuestro rincón gracias a Stendhal y su síndrome…o a Velázquez…o a nuestra ruta velazquiana. Últimamente nuestros pasos están llenos de casualidades. Y por una de estas casualidades, su autor murió en Verdún, en el escenario en el que se desarrolla el último libro de Eva Díaz Pérez.

Una mujer madura (para que Cristina siga siendo la única mamá joven retratada por su retoño) lee atentamente en un sillón de enea. No parece ser una lectora ocasional. Su actitud delata que no está posando: posiblemente ni siquiera se dé cuenta de que su hijo la está retratando, ni de que su toquilla (¿será de ganchillo, Cris?) cae de sus hombros. Colgado en la pared, un cuadro de un niño, quizás del propio autor retratado por su padre.
Algo en su actitud, en su postura y en su indumentaria me hace pensar que fue una persona estricta, ¿fue eso lo que quiso plasmar el autor?


Retrato de la madre del artista.
Franz Marc (1902)



FRANZ MARC (1880-1916)


Si por algo es famoso Franz Marc (1880-1916), pintor expresionista alemán, es por sus cuadros de animales. Aunque Marc no se conformaba con retratarlos sin más, ya que a cada uno le daba un significado; por ejemplo, las vacas representaban la alegría de vivir. Franz quiso pintar el mundo tal como un caballo o un venado podrían verlo. Y es que adoraba a los animales.

Franz Marc nació en 1880 en Múnich, Alemania. Hijo de un pintor profesional de paisajes, vivió una infancia y adolescencia normales y, cuando tenía 17 años, no sabía muy bien qué hacer con su vida, si estudiar Teología, Filosofía o dedicarse a la pintura.
Al final Franz se matriculó en Filosofía, pero antes decidió hacer la milicia. Trascendental paso porque en el cuartel vio que lo que deseaba, por encima de todo, era ser pintor. Así que se matriculó en la Academia muniquesa.
Los primeros cuadros de Marc son naturalistas, hasta que viaja a París y queda deslumbrado por la pintura impresionista, especialmente por Van Gogh.
A partir de 1907, Marc centró su trabajo en los animales, y, después de 1914, probó a pintar cuadros abstractos porque los animales ya no le servían para representar sus sentimientos.
Marc ya no pretende imitar lo que ve, sino indagar en la naturaleza oculta del mundo, en el fondo de las cosas. Y para lograrlo no dudó en utilizar esos colores intensos que tanto le gustaban.

Marc y la pintura abstracta

Franz fundó, junto con el pintor Kandinsky, el grupo expresionista El jinete azul. Fue en septiembre de 1911 cuando estos dos pintores lograron reunir un montón de cuadros de artistas europeos de diversas tendencias para ver por dónde iban los tiros de la nueva pintura. En un primer período, la obra de Franz Marc fue plenamente figurativa, aunque más adelante se vería afectado por el cubismo, lo que le llevaría a la fragmentación de planos en la que animales y entornos se entrelazan entre sí, donde quiere transmitir sensaciones de fuerza física y espiritual.
Marc creía en la nueva pintura y la defendió con vehemencia. Poco a poco fue pintando de forma más abstracta. Su evolución fue rápida y asombrosa: en solo seis años, como sabiendo que moriría de modo prematuro, creó sus mejores cuadros. Los primeros, de formas más suaves y realistas; los últimos, de una realidad desvanecida en la geometría.


Marc y los colores



Decía que “el azul es el principio masculino, áspero y espiritual. El amarillo es el principio femenino, suave, alegre y sensual. El rojo, la materia, bruta y pesada, el color que siempre deben combatir y superar los otros”.
Se casó con Marie Schnür para que ésta pudiera quedarse con su hijo ilegítimo. Divorciado poco después, rehace su vida junto a la pintora Maria Franck, con la que se casa en 1913. Al año siguiente, como muchos de sus contemporáneos, Franz Marc se hizo voluntario de modo entusiasta apenas cinco días después de la declaración de la Primera Guerra Mundial. Un año después de alistarse, con el fervor del inicio un poco más apagado, su visión de la guerra cambió. El engaño y la inutilidad del conflicto comenzaron a ser los temas de sus cartas en 1916, a pocas semanas de morir. En una de ellas describía la guerra como “la trampa más cruel en la que nos hemos abandonado los hombres”.
Murió en servicio a los treinta y seis años de edad, en Verdún, por el impacto de una esquirla en la cabeza.
El interés de Franz Marc por pintar animales tuvo que ver con lo que representaban para él: belleza, pureza y espiritualidad que no veía en el entorno deshumanizado de la guerra.

El sueño de Animalizar el arte

El “Perro tendido en la nieve”, pintado entre los años 1910 y 1911, es un ejemplo de los muchos cuadros que dedicó al reino animal. “No encuentro ningún medio más feliz para animalizar el arte que el cuadro de animales”, dijo. Como si fuera un chamán, le gustaría transformarse, al menos cuando pinta, en la mirada animal.







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Al recibir esta presentación me he acordado de vosotras, lectoras con arte, y quería compartirlo (mari, la madre de)




11 comentarios:

Sofí dijo...

Niño, me parece muy bien que te guste pintar como a tu padre pero atiende, ¡anda!, mira lo que dice aquí “Nitche”...

el padre del artista dijo...

Miro el cuadro cada mañana.
No puedo olvidar aquellos días en que, con tanta seriedad, Franz extendía una manta vieja en el salón y colocaba sobre ella su caballete. Sophie siempre se había negado a ser retratada. Sin embargo, un día se levantó y, como si se tratara de una tarea que hubiera que afrontar cuanto antes, le dijo que bajara sus trastos y que se diera prisa, que no podría concentrarse en la lectura mientras él estuviera por ahí rondando. Franz miraba a su madre con mucha seriedad y concentración antes de atreverse a acariciar el lienzo. Quería esmerarse. Creo que cada pincelada era una muestra de amor, de reconocimiento, de gratitud, pero también un grito de autoafirmación: había decidido dedicarse a la pintura tras muchos titubeos y quería dar voz a sus argumentos a través de ese retrato. Años más tarde confesó que fue el examen más duro de toda su vida. Sabía que ella era implacable y buscaba su aprobación, necesitaba que el cuadro fuera perfecto, que ella se enorgulleciera de su hijo. Y pasó la prueba, ¡vaya si la pasó! Aún les veo a los dos abrazados delante del cuadro, riendo, llorando, sin poder expresar tantos sentimientos con palabras.
Miro el cuadro cada mañana.
Me recreo en la silla, en el chal. En su espalda. Esa espalda que la maldita guerra corvó y nunca más se volvió a erguir.

La madre en su butaca dijo...

Toda la vida anhelando tener tiempo para leer. Toda la vida mirando esa butaca, esperando poder sentarme en ella para poder descansar un rato del ajetreo de la vida diaria. Toda la vida... Qué rápida pasa la vida. Ahora no me queda nada más que tiempo. Y este silencio atroz en el que recuerdo sus risas, sus carreras, y que ya no es más que un pasado que nunca volverá a repetirse.

la madre del artista dijo...

Pobre Franz, murió tan joven. Ahora miro el retrato que me hizo y siento la nostalgia de las cosas que le quedaron por hacer. Leyendo este diario que me dieron sus compañeros de Verdún, y que aun conserva barro entre sus páginas, me doy cuenta que no lo conocía apenas, sus ansias de libertad, su inteligencia... "Azul es el principio masculino, mixto y espiritual. Amarillo el principio femenino, suave, alegre y sensual. Roja es la materia, brutal y pesada. Siempre se debe combatir el color rojo y vencerlo con los otros dos." Ahora me doy cuenta que este retrato, de fondo amarillo, significaba para él otra cosa que no supe ver en su momento. Pobre Franz.

amiga de la hija de "la madre de" dijo...

Mari, qué bonita la presentación de las madres e hijos. Muchas gracias.
(¿Te imagimas lo fantástico que sería hacer un seguimiento de los cuadros y visitar todas las ciudades donde se encuentran?)

otra vez yo dijo...

(Cris, no hagas la maleta todavía, que te conozco; es sólo un sueño)

Azulina dijo...

azul estoy. azul de rabia. No sé ya quien es la hija de la madre de la amiga de la hija de la madre de... ¡estas modernas!

otra vez yo dijo...

pero vamos, que no sé por qué no voy a hacer las maletas, a veces los sueños se cumplen.

el padre y la madre del artista dijo...

Hemos cubierto con un velo sus últimos cuadros. ¡Duele tanto esa explosión de color y de vida!

la turista en Munich dijo...

pues qué quieres que te diga, Manolo, este cuadro es IN-FI-NI-TA-MEN-TE más mono que esos tan raros de los caballos azules y las manchas de colorines. Amos, onde va a parar... y ahora ¿podemos ir a tomarnos unas salchichitas a esa plaza que hemos visto antes? estoy jartita de arte, Manolo, ¡venir a Munich pa eso, con la cervecita tan buena que me han dicho que hay aquí!

Franzito dijo...

Madre, ¿le he dicho alguna vez lo que me gusta este rincón?