El segundo cuadro que nos recrea esta pareja tan higiénica, es el de Diana saliendo del baño. Una diosa sensual que retozaba por esos bosques de dioses romanos con su ninfa particular, perseguidas por un pastorcillo curiosón. Pero... ¿quién era realmente esta Diana?
Francois Boucher. Diana saliendo del baño
En la mitología romana, Diana era la diosa virgen de la caza y protectora de la naturaleza. Su diosa griega equivalente en la literatura es Artemisa.
Diana fue originalmente una diosa de la caza, relacionada con los animales y las tierras salvajes. Más tarde pasó a ser una diosa de la luna, suplantándola y siendo también un emblema de la castidad. Los robledos le estaban especialmente consagrados. Era loada en la poesía por su fuerza, gracia atlética, belleza y habilidades en la caza.
En la práctica formaba una trinidad con otras dos deidades romanas: Egeria, la ninfa acuática, su sirviente y ayudante comadrona, y Virbio, el dios de los bosques. Etimológicamente, el nombre Diana significa "del día" (Lat. dies= día) o "divina" (Lat. divus= divina), siendo pues su paralelo griego en este sentido (aunque no en el culto) Dione en Dódona.
Nacida poco antes que su hermano gemelo Apolo en la isla de Ortigia (luego llamada Delos), Diana era hija de Júpiter y Latona. Siendo testigo de los dolores del parto de su madre, concibió tal aversión hacia el matrimonio que pidió y obtuvo de su padre la gracia de guardar perpetua virginidad, como su hermana Minerva. Por esta razón estas dos diosas recibieron del oráculo de Apolo el nombre de «vírgenes blancas».
El propio Júpiter la armó con arco y flechas y la hizo reina de los bosques. Le dio como comitiva un numeroso grupo de hermosas ninfas que debían hacer votos de castidad, y con quienes se dedicaba a la caza, su ocupación favorita.
Diana era grave, severa, cruel e incluso vengativa. Prevalecía sin piedad contra todos los que se ganaban su resentimiento: no vacilaba en destruir sus cosechas, devastar sus manadas, sembrar epidemias a su alrededor, humillarles e incluso matar a sus hijos. Así, exigió el sacrificio de Ifigenia, aunque en el momento clave fue sustituida por un ciervo. A instancias de Latona se unió a Apolo para matar con sus flechas a todos los hijos de la infeliz Níobe, que había presumido de su más numerosa prole. Trataba a sus ninfas con el mismo rigor, si olvidaban su deber: transformó a Calisto en osa y la expulsó de su cortejo por quedar embarazada.
EL BAÑO DE DIANA
Diana fue la perdición del pastor Acteón, que la vio bañándose desnuda junto a sus ninfas, por lo que lo transformó en venado e hizo que sus propios perros de caza lo devorasen. En otra ocasión, en un acceso de celos, taladró con sus flechas e hizo fallecer cruelmente a Orión.
Diana fue la perdición del pastor Acteón, que la vio bañándose desnuda junto a sus ninfas, por lo que lo transformó en venado e hizo que sus propios perros de caza lo devorasen. En otra ocasión, en un acceso de celos, taladró con sus flechas e hizo fallecer cruelmente a Orión.
Se enamoró, aunque sólo platónicamente, del pastor Endimión, a quien besaba cuando dormía tan suavemente que no se despertaba.
Parece ser que una sola vez había mirado con ojos de mujer a Eudimión, bello pastor de Caria, que no envejecía nunca. Pero acostumbrada a perseguir con saña a los más feroces animales, fué adquiriendo un carácter inhumano, como lo refleja la muerte de Acteón. Era Acteón hijo de Aristeo y de Autonae. Tenía por aficiones la caza y tañer la flauta. Un caluroso día, después de haber cobrado numerosas piezas, reune a sus compañeros y se entregan al descanso cerca del Valle de Gargalia, un pequeño paraíso terrenal consagrado a Diana. Aquel dia Diana, sudorosa y cansada de sus correrías cinegéticas, llega al valle con sus ninfas y para refrescarse se dispone a darse un baño.
Acteón después de un pequeño descanso, se separa de sus compañeros, unos opinan que para tañer la flauta, otros, que para buscar a Diana de la que estaba enamorado, el caso es que abstraído en sus sueños o en sus notas, vagando por el bosque y seguido de sus perros, desemboca en el remanso del río donde Diana se baña desnuda.
Las ninfas sorprendidas lanzan un grito. Diana se percata del intruso e indignada le lanza agua a la cara con el deseo de convertirle en ciervo. Este deseo se cumple y Acteón es devorado por sus propios perros. De ahí que Diana sea representada en muchas fuentes.
15 comentarios:
En su obra "El ser y la nada", Jean Paul Sartre establece lo que denomina complejo de Acteón, que define como el orden fisiológico y psicosexual (la mirada curiosa y lasciva) cuya sublimación desencadena el estímulo de toda búsqueda.
¿Queeeeee...?
Tengo que hacerme ya la cera.
Marga: por la mirada que tú le hechas al clooney se podría deducir que tú también tienes complejo del acteón ese, jeje ¡las cosas que se aprenden en este blog!
Qué mala Diana! Espero no cruzarme con ninguna en mi camino....
¡sí, soy mala, pero muuu limpia! no es lo mismo que te convierta en ciervo una guarrrrrrrrrrrrrraaaaaaa, que alguien con olor a flores ¿o no?
En Ortigia eramos el no va más. Cuando paseábamos mi hermano gemelo Apolo, con sus dorados bucles, mi hermana Minerva, siempre vestida de guerrero desde chiquitita, y yo, todos los Ortigitanos nos miraban con cara de embeleso. Hasta que fuimos creciendo. A Minerva ese joío de Vulcano le dio un hachazo en la cabeza y ya no se quitó el casco ni para dormir, y con su pica en una mano, el escudo en la otra y la égida sobre el pecho, empezó a ser el hazmerreir de todo el pueblo. Apolo siguió siendo guapo, un poco imberbe, pero guapo. Desde lo de su hijo Asclepio, el pobre, se rodeó de médicos, pero yo creo que nunca lo respetaban precisamente por ser tan guapo. A mi no me quedó más remedio que dedicarme a la caza, por más rayos que me tirase mi padre, Júpiter, para que volviese a Ortigia, el único sitio donde estaba a gusto era con mis ninfas trotando por los bosques. De mi madre, Leto, mejor hablo otra noche, porque la pobre desde que su hermana Asteria se convirtió en codordiz, ya no levantó cabeza.
Pues sí, Diana, un depilado no te vendría nada mal, que vas a acabar enredándote en los matorrales, y si te pintaras las uñas de los pies de rojo también tendrías los pies más monos... y ahora, hija, por todos los dioses ¿quieres darme de una vez la salida, que tengo que correr la maratón?
¡Míralas, qué bien se lo pasan!
Un misterio de dónde sacan tiempo para ellas.
¡Muy fácil! No echamos siesta, le quitamos horas al descanso nocturno, no vamos a la peluquería, tenemos siempre algún que otro pelillo en las piernas, seguimos atentamente las recetas de Falsarius para cocinar rico rico en menos tiempo, tendemos muuuy bien para planchar menos, no vemos televisión ni tenemos hueco en el sillón...¡y nos encanta jugar!
Ay, qué confusión tiene Acteón, Justiniana, pensar que es el tiempo libre el que llena mis días. Yo, que no paro ni un minuto, que recorro estos bosques a la caza de aventuras, que disfruto jugando con mi arco y con mis flechas para ver si cada día llegan más lejos. ¡El tiempo es tan relativo, Justiniana! Hay minutos que parecen horas y horas que parecen minutos. Me gustaría contarle a Acteón, si no estuviera agazapado entre los matorrales, que para mí este es el tiempo mejor empleado, porque el susurro del bosque me trae historias nuevas cada día.
A ver, a ver, voy a llamar al orden. No quiero parecer una petarda pero es mi obligación poner a la Diana en su sitio, que con lo mona que la pintan no veas cómo era. Me parece que Diana (aunque fuera fresca y se lavara a diario) no viene de dies/día sino más bien podría ser de diviana/divina.
Según mis fuentes (Pierre Grimal) Virbio no era el dios de los bosques sino un falso nombre de Hipólito al que Diana había acogido tras su muerte y resurrección; el nombre de Virbio se interpreta como "el que ha vivido dos veces". El origen de esta acogida puede estar en que la muerte de Hipólito fue causada por los caballos y existía la prohibición de dejar entrar caballos en el santuario de Diana.
Sí tenía Diana un sacerdote llamado "rey de los bosques" y os cito textualmente a Grimal:
"...el carácter salvaje de sus ritos (de Diana). En efecto, el sacerdote de Diana, llamado Rex nemorensis (rey de los bosques), podía ser muerto, en determinadas circunstancias, por cualquiera que aspirase a sucederle, y es sabido que la diosa gustaba de los sacrificios humanos."
Qué te parece, vamos, vamos, y esto no es ná pa como era.
Nos vemos mañana.
¡Por Júpiter! Esto se llama un rapapolvo mitológico en toda regla. Nos lo tenemos merecido, por ir tirando flechas por doquier. Gracias, Rocío, tu sapiencia nos ayudará en un futuro a ser más comedidas y no cometer tantos dislates... ¿o no?
¿Porque el rapapolvo? En el relato no se le pinta tan mona, ya dice que “Diana era grave, severa, cruel e incluso vengativa”.Tambien dice en el relato lo de “divina”: “etimológicamente, el nombre Diana significa "del día" (Lat. dies= día) o "divina" (Lat. divus= divina)” Y ahora aclaremos lo de Virbio.
En el bosque sagrado que tenía Diana en Aricia, a orillas del lago Nemi, cerca de Roma, habia un árbol sagrado del que nadie podia arrancar una rama salvo un esclavo fugitivo, que de conseguirlo tendria derecho a luchar con el Sacerdote-Rey que hubiera en ese momento, y en caso de darle muerte ocupar su lugar con el título de Rex Nemorensis (Rey del Bosque). él entonces adoptaba el título de Rex Nemorensis y se hacía el Guardian del Bosque. Su deber era mantener los intrusos fuera del recinto sagrado.
Por otro lado, en Grecia habia un joven heroe griego Hipólito, compañero de caza de Artemisa (la Diana griega) que por motivos que no vienen a cuento fue pisado por sus caballos que le causaron la muerte. Artemisa (la Diana griega) requirio entonces los servicios del medico Asclepio para que lo reviviese, y llevandoselo a Nemi le cambio el nombre por el de Virbio, "hombre dos veces", vir- (hombre) y -bis (dos), en alusion a la resurrección del heroe. En cuanto a los caballos quedaron proscritos, al haber sido causantes de su muerte
De este modo, Virbio como aliado masculino de la diosa se convierte en el rey primero de Nemi, y es el predecesor mítico de la saga de sacerdotes que, bajo el título de “Rex Nemorensis” eran siervos de Diana y estaban destinados a un violento fin, como ya hemos visto antes
¡Qué me gustan estos baños!...¡Schhh!...¿No oyes algo?
¡Ey! ¿Quién anda ahí?
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