Un disco reivindica la faceta musical del autor de 'El cielo protector'
RODRÍGUEZ MARCOS - Málaga - 06/04/2010
Dos particulares iconos presiden la exposición El mundo de los Bowles en la galería Alfredo Viñas de Málaga. En una pared, el delicado retrato de Jane dibujado en enero pasado expresamente para la muestra por Miquel Barceló en un papel artesanal de tamaño de un folio. En la pared de enfrente, la ampliación de una instantánea ya histórica. En ella se ve a Emilio Sanz de Soto, Pepe Carleton, Truman Capote, Jane y Paul Bowles. Están el jardín del hotel El Fajar de Tánger un día del verano de 1959. Carleton, que en la imagen lleva corbata, camisa blanquísima y unos pantalones con la raya trazada con tiralíneas, es el único de los cinco que queda vivo.
Delante de la foto recuerda que la tomó un empleado del hotel. También recuerda a sus amigos: "Paul era algo más serio, pero Truman y Jane no paraban de reír y de hacer reír". Carleton tiene ahora 94 años, el pelo completamente blanco y los ojos aún más claros que entonces. Viste todavía como un cónsul honorario. Hijo de diplomáticos cuyas raíces no cuesta mucho cruzar con la de los Carlton británicos, nació en Tánger en los tiempos en los que tenis -el deporte chic del momento- se escribía todavía con dos enes. "Bohemio, decorador y anarquista" según su propio definición, cambió de orilla hace 40 años y se trajo su bohemia y parte de sus amistades a Marbella cuando Tánger perdió su mítica condición de ciudad internacional.
Pepe Carleton está en Málaga para asistir al ciclo dedicado al matrimonio Bowles, una serie de coloquios, conciertos y proyecciones de cine organizados por el Instituto Municipal del Libro y coordinados por el poeta Rodolfo Häsler. En la propia galería de Alfredo Viñas y rodeada de tangerinos de pro como Rachel Muyal, de la librería Des Colonnes, Ana Häsler, hermana de Rodolfo, habla de Paul Bowles y España (Columna Música), el disco que presenta esta noche en el teatro Echegaray de Málaga acompañada por el pianista Enique Bernaldo de Quirós. En él se recogen por primera vez juntas las canciones españolas y francesas del músico y escritor estadounidense que hubiera cumplido cien años en diciembre próximo. Composiciones sobre letras de Federico García Lorca y versos populares conviven en el disco con las que el mismo Bowles escribió a partir de poemas de Jean Cocteau o George Linze. Sin olvidar una en la que él firma tanto la música como la letra, en francés.
"Paul Bowles era un amante de la literatura, de ahí la importancia que da a la voz cantada", explica la cantante. Formada con Teresa Berganza, Häsler recuerda que tuvo ocasión de interpretar las canciones lorquianas delante del propio Bowles en Tánger en 1998, un año antes de la muerte del escritor: "Fue una de sus últimas salidas de casa. Ya apenas se levantaba de la cama". Un gesto hacia la hija de su amigo, el pintor suizo Rudolf Häsler, que la hizo un famoso retrato reproducido ahora en el libreto del disco. Los dos habían dejado la música por otras expresiones. Uno por la pintura, el otro por la escritura.
Con la nueva grabación se salda parte de la deuda española con un artista que fue músico antes que escritor, pero queda todavía mucha tela que contar. "De entrada, hacer una edición crítica de las partituras para que el repertorio esté al alcance de cualquier inteérprete". Lo dice Bernaldo de Quirós mientras recuerda los estudios de Bowles al lado de Aaron Copland en los años treinta y el estreno, en 1943 y dirigida por Leonard Berstein, de su obra lírica The wind remains, basada en Así que pasen cinco años, del propio Lorca. Inédita está todavía su versión operística de otro monumento lorquiano, Yerma, estancada desde los años cincuenta por un problema de derechos. "Como músico", explica De Quirós, "Bowles es igual de inclasificable y ecléctico que como novelista. Tienes todas las influencias -del jazz al dodecafonismo- pero está al margen que cualquier corriente. Tenía una sólida formación musical pero era muy intuitivo. Es cierto que dejó de componer para escribir, pero la música fue siempre decisiva en su obra. De hecho, llegó a Marruecos como etnomusicólogo y grabó decenas de cassettes con música popular registrada en los pueblos".
Aunque cambiara el pentagrama por la página en blanco, Paul Bowles nunca olvidó su vocación primera. En 27 de agosto de 1989 escribió en el diario que llevaba ocasionalmente a propósito de la adaptación al cine de El cielo protector, de cuya banda sonora se ocupó Richard Horowitz, que ayer tocó algunas composiciones en el homenaje a Jane Auer Bowles en el cementerio de San Miguel de Málaga, donde está enterrada: "Ahora Bertolucci piensa que yo debería aparecer en algunas escenas de la película. No comprendo por qué exactamente y supongo que esto es un capricho que probablemente acabará por desechar. Richard Horowitz está muy atareada reuniendo material para la banda sonora; confío en que no piense que la música marroquí ha de ser un fondo sonoro satisfactorio para el Sahara argelino".
RODRÍGUEZ MARCOS - Málaga - 06/04/2010
Dos particulares iconos presiden la exposición El mundo de los Bowles en la galería Alfredo Viñas de Málaga. En una pared, el delicado retrato de Jane dibujado en enero pasado expresamente para la muestra por Miquel Barceló en un papel artesanal de tamaño de un folio. En la pared de enfrente, la ampliación de una instantánea ya histórica. En ella se ve a Emilio Sanz de Soto, Pepe Carleton, Truman Capote, Jane y Paul Bowles. Están el jardín del hotel El Fajar de Tánger un día del verano de 1959. Carleton, que en la imagen lleva corbata, camisa blanquísima y unos pantalones con la raya trazada con tiralíneas, es el único de los cinco que queda vivo.
Delante de la foto recuerda que la tomó un empleado del hotel. También recuerda a sus amigos: "Paul era algo más serio, pero Truman y Jane no paraban de reír y de hacer reír". Carleton tiene ahora 94 años, el pelo completamente blanco y los ojos aún más claros que entonces. Viste todavía como un cónsul honorario. Hijo de diplomáticos cuyas raíces no cuesta mucho cruzar con la de los Carlton británicos, nació en Tánger en los tiempos en los que tenis -el deporte chic del momento- se escribía todavía con dos enes. "Bohemio, decorador y anarquista" según su propio definición, cambió de orilla hace 40 años y se trajo su bohemia y parte de sus amistades a Marbella cuando Tánger perdió su mítica condición de ciudad internacional.
Pepe Carleton está en Málaga para asistir al ciclo dedicado al matrimonio Bowles, una serie de coloquios, conciertos y proyecciones de cine organizados por el Instituto Municipal del Libro y coordinados por el poeta Rodolfo Häsler. En la propia galería de Alfredo Viñas y rodeada de tangerinos de pro como Rachel Muyal, de la librería Des Colonnes, Ana Häsler, hermana de Rodolfo, habla de Paul Bowles y España (Columna Música), el disco que presenta esta noche en el teatro Echegaray de Málaga acompañada por el pianista Enique Bernaldo de Quirós. En él se recogen por primera vez juntas las canciones españolas y francesas del músico y escritor estadounidense que hubiera cumplido cien años en diciembre próximo. Composiciones sobre letras de Federico García Lorca y versos populares conviven en el disco con las que el mismo Bowles escribió a partir de poemas de Jean Cocteau o George Linze. Sin olvidar una en la que él firma tanto la música como la letra, en francés.
"Paul Bowles era un amante de la literatura, de ahí la importancia que da a la voz cantada", explica la cantante. Formada con Teresa Berganza, Häsler recuerda que tuvo ocasión de interpretar las canciones lorquianas delante del propio Bowles en Tánger en 1998, un año antes de la muerte del escritor: "Fue una de sus últimas salidas de casa. Ya apenas se levantaba de la cama". Un gesto hacia la hija de su amigo, el pintor suizo Rudolf Häsler, que la hizo un famoso retrato reproducido ahora en el libreto del disco. Los dos habían dejado la música por otras expresiones. Uno por la pintura, el otro por la escritura.
Con la nueva grabación se salda parte de la deuda española con un artista que fue músico antes que escritor, pero queda todavía mucha tela que contar. "De entrada, hacer una edición crítica de las partituras para que el repertorio esté al alcance de cualquier inteérprete". Lo dice Bernaldo de Quirós mientras recuerda los estudios de Bowles al lado de Aaron Copland en los años treinta y el estreno, en 1943 y dirigida por Leonard Berstein, de su obra lírica The wind remains, basada en Así que pasen cinco años, del propio Lorca. Inédita está todavía su versión operística de otro monumento lorquiano, Yerma, estancada desde los años cincuenta por un problema de derechos. "Como músico", explica De Quirós, "Bowles es igual de inclasificable y ecléctico que como novelista. Tienes todas las influencias -del jazz al dodecafonismo- pero está al margen que cualquier corriente. Tenía una sólida formación musical pero era muy intuitivo. Es cierto que dejó de componer para escribir, pero la música fue siempre decisiva en su obra. De hecho, llegó a Marruecos como etnomusicólogo y grabó decenas de cassettes con música popular registrada en los pueblos".
Aunque cambiara el pentagrama por la página en blanco, Paul Bowles nunca olvidó su vocación primera. En 27 de agosto de 1989 escribió en el diario que llevaba ocasionalmente a propósito de la adaptación al cine de El cielo protector, de cuya banda sonora se ocupó Richard Horowitz, que ayer tocó algunas composiciones en el homenaje a Jane Auer Bowles en el cementerio de San Miguel de Málaga, donde está enterrada: "Ahora Bertolucci piensa que yo debería aparecer en algunas escenas de la película. No comprendo por qué exactamente y supongo que esto es un capricho que probablemente acabará por desechar. Richard Horowitz está muy atareada reuniendo material para la banda sonora; confío en que no piense que la música marroquí ha de ser un fondo sonoro satisfactorio para el Sahara argelino".
2 comentarios:
¡qué ganas de escuchar esa música!
No he encontrado nada en la red...¿tendremos que ser honradas y comprar el cd?
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