lunes, 23 de noviembre de 2009

COMO UNA SOPA DE LETRAS

Buscando esas palabras que dejaron un poso en mi mente y en mi corazón, tratando de elegir alguna que destacara sobre las demás por tener un significado especial en mi vida, me doy cuenta de la dificultad que me supone quedarme solamente con una de ellas, todas aparecen entremezcladas en mis recuerdos como si de una sopa de letras se tratara. Son muchas las palabras que no sólo tienen para mí un significado literal, sino que me provocan, con sólo pensarlas, una lluvia de imágenes, de sensaciones, de evocaciones, incluso de olores...:parece que todavía puedo escuchar a mi abuela refiriéndose a sus gafas (mis lentes, decía), o la veo preparando esa comida que, como sabía que me encantaba, me invitaba a comer siempre que la preparaba, hecha con arroz, patatas y bacalao (el rancho, la llamaba ella); o recuerdo también su manera, no muy usual, de hablar de la hora de comer (¿qué queréis que prepare hoy de almuerzo?, preguntaba).
Y cómo no iba a formar también parte de mi vida esa morriña que hace honor a la sangre gallega que corre por mis venas, o ese cruceiro que mi padre hizo traer y levantar, piedra a piedra, en su jardín, recreando así en su casa (que ahora es la mía) un trocito de su tierra madre...
Sobre todo son olores lo que recuerdo de la rebotica de mi abuelo...ese olor típico a medicina, a "ungüento", a añejo...;eran muy conocidas en Cáceres las tertulias que se organizaban en aquella rebotica, con aquellos personajes eruditos de la época, que ironizaban sobre la vida de la ciudad y la convertían en "aleluyas" que todavía seguimos cantando toda la familia en Navidad...
A lavanda olía mi madre...¿Qué más puedo decir?...Tantas y tantas palabras, en fin, que dan forma a mis recuerdos...

3 comentarios:

La que no se va a acostar en la vida dijo...

¿porqué no nos pones también la letra de una de esas aleluyas?

Julia Campos dijo...

Bueno, os pongo una que no está dedicada a nadie en concreto, e incluso hoy estaría vigente:
"Van desnudas las mujeres, ya no hay honestidad; Canillero (era un conde de la aristocracia cacereña), Canillero...¡cómo está la humanidad!

Las aleluyas reflejan aspectos, "oscuros" a veces, de personajes conocidos en el Cáceres de aquella época, en algunas ocasiones eran incluso "crueles", porque, aunque no decían los nombres de las personas a las que se referían, todo el que las oía sabía de quién hablaban.
Se cantan con una melodía sencilla, y luego llevan un estribillo común que dice: "Vamos, señores, a la botica Acedo a escuchar villancicos y aleluyas que Ibarrola (uno de los tertulianos, de los más viperinos) va a cantar".
Continuará...

Julia Campos dijo...

Por cierto, yo tampoco sé a qué hora me voy a acostar...