Fue uno de los escritores más populares de la década de 1930 y el mejor pagado.
Era hijo de Robert Ormond Maugham, abogado de la embajada británica en París, que arregló todo para que naciera en la embajada, "territorio británico", liberándolo del servicio militar, que era obligatorio en Francia, y de involucrarse así en futuras guerras francesas.
Su madre, Edith Mary, era tuberculosa. Los médicos prescribían tener hijos para sanar, y tuvo a William, que se crió casi como hijo único porque sus tres hermanos más mayores estaban ya en colegios internos cuando él tenía tres años. Por desgracia, el embarazo no evitó que su madre muriera a los 41 años, cuando William tenía 6 años. Su muerte lo traumatizó para toda la vida, y tuvo su foto en el cabecero de su cama hasta su propia muerte a los 91 años.
Dos años después murió su padre de cáncer, y lo mandaron a Inglaterra al cuidado de su tío, Henry MacDonald Maugham, vicario de Whitstable, en Kent. Tras ocho años de una infancia feliz en París, comenzaron los que él describió como los años más míseros de su vida. Su tío era un hombre perezoso, de pocas luces, mente cerrada e incapaz de amar. Lo metió en un colegio interno, donde sus compañeros se burlaban de su acento francés y su baja estatura. Empezó a desarrollar una tartamudez que le acompañaría toda su vida. Esta inadaptación e incomprensión, combinada con sus inseguridades y con la añoranza aún tierna de su madre, le hicieron encerrarse en sí mismo. Aprendió a esconder sus sentimientos, a no mostrarse; se armó con esa coraza de la que ya nunca se desprendería y que llegó a creer que era su piel. Pero también desarrolló la habilidad de hacer observaciones sarcásticas que herían a los que le hacían rabiar. Esta capacidad se refleja a veces en los personajes de sus narraciones.
A los 16 años dejó el colegio. Su tío le permitió irse a Alemania, para estudiar durante un año literatura, filosofía y alemán en la Universidad de Heildeberg. Allí conoció a John Ellingham Brooks, un inglés diez años mayor que él, con quien tuvo su primera experiencia sexual.
Al volver a Inglaterra, su tío le consiguió un puesto de trabajo en una oficina de contabilidad, pero al mes lo dejó. Tras el disgusto, se puso a buscar un nuevo trabajo para él. Un predicador tartamudo parecía ridículo, así que desistió que fuera en la iglesia. El médico local sugirió la medicina, y el tío aceptó. Maugham había empezado a escribir a los 15 años y deseaba fervientemente dedicarse a la literatura, pero al no ser mayor de edad no se atrevió a confesárselo a su tutor. Pasó los siguientes cinco años de su vida estudiando medicina en Londres. Gracias a eso, vivió la efervescente ciudad de Londres, conoció a personas de las clases populares que nunca habría encontrado en otras profesiones, y verlas en situaciones de extrema ansiedad y significado para sus vidas. En la madurez, remarcó el valor literario de todo lo que vio como estudiante de medicina: "Vi hombres morir. Los vi sufrir dolor. Aprendí qué era la esperanza, el temor y la ayuda..."
Maugham cuidaba de su vivienda, la amueblaba con placer, la llenaba de libretas con ideas literarias, y escribía todas las noches mientras continuaba sus estudios de medicina. En 1897 presentó su segundo libro a una editorial (el primero había sido una biografía de Giacomo Meyerbeer, escrita a los 16 años en Heidelberg), Liza de Lambeth, que trataba sobre un adulterio en la clase obrera y sus consecuencias. Tuvo muchísimo éxito, y la primera impresión se vendió en semanas. Eso lo convenció para abandonar la medicina y embarcarse en una carrera literaria que duraría 65 años.
Viajó y vivió en diferentes lugares, como España y Capri, durante la siguiente década, pero sus siguientes diez obras no pudieron rivalizar con el éxito de Liza. La situación cambió radicalmente en 1907 con el extraordinario éxito de su obra de teatro Lady Frederick. Durante el año siguiente tuvo cuatro obras de teatro representándose simultáneamente en Londres, y la revista “Punch” publicó un dibujo de Shakespeare mordiéndose las uñas con nerviosismo mientras vigilaba las carteleras.
En 1914 ya era famoso, con 10 obras de teatro representadas y 10 novelas publicadas. Cuando se declaró la Primera Guerra Mundial tenía 40 años, ya era demasiado mayor para alistarse, pero sirvió en Francia como miembro de la Cruz Roja Británica, en el llamado "Literary Ambulance Drivers" (Conductores de Ambulancia Literarios), un grupo de 23 conocidos escritores entre los que estaban Ernest Hemingway, John Dos Passos y E. E. Cummings. En el frente conoció a Gerald Haxton, un apuesto joven americano de 22 que se convirtió en su compañero hasta que murió en 1944. Durante la guerra Maugham continuó escribiendo.
En 1915 publicó Servidumbre humana, calificada por los críticos como "una de las novelas más importantes del siglo XX". El libro parece ser bastante autobiográfico (su tartamudez se transforma en una deformación congénita de los pies de Philip Carey, el vicario de Whitestable se convierte en el vicario de Blackstable, y Philip Carey es un médico), aunque él insistió que se trataba de invención más que de realidad. La estrecha relación entre ficción y realidad fue una de las características de su obra.
William era bisexual. De sus relaciones con Syrie Wellcome, que estaba casada, nació una hija, Mary Elizabeth, "Liza" (1915-1998), una niña tan infeliz o más que sus progenitores. Henry Wellcome, el marido de Syrie, puso una demanda de divorcio contra su esposa, designando a Maugham como co-responsable. En mayo de 1917, Syrie y Maugham se casaron. Su matrimonio fue una historia de desamor y de sufrimiento. Ella enfermizamente dependiente de él y Somerset pendiente de su otra vida con Gerald -de la que ella estaba al corriente- y de sus viajes. Era normal que Gerald y él se fueran a un país exótico y desaparecieran durante un año.
Maugham había vuelto a Inglaterra, dejando temporalmente la unidad de ambulancias, para promocionar Servidumbre Humana. Syrie se las apañó para presentarlo a un oficial de inteligencia de elevada graduación, conocido sólo como "R", y en septiembre de 1915 empezó a trabajar en Suiza, recogiendo información para los servicios secretos, apoyándose en su categoría de escritor.
En 1916 viajó al Pacífico para documentarse sobre su siguiente novela, La luna y seis peniques, basada en la vida de Paul Gauguin. Fue el primero de los viajes a través de los estertores del mundo imperial de los años 1920 y 1930, que lo situaron como el cronista de los últimos días del colonialismo. En todos sus viajes lo acompañaba Haxton, a quien consideraba indispensable para su éxito como escritor. Maugham era un hombre tímido y acomplejado, incapaz de desenvolverse en sociedad por si solo, que necesitaba que su amante rompiera el hielo, y le introdujera al resto de la gente, que le servían de inspiración para sus novelas.
En junio de 1917 fue reclamado por el jefe del Servicio Secreto para ejecutar una misión especial en Rusia e implicar al Gobierno Provisional Ruso en la guerra, haciendo frente a la propaganda pacifista de Alemania. Dos meses y medio después, los bolcheviques tomaron el control. El trabajo se convirtió en imposible, pero siempre defendió que si hubiera llegado seis meses antes habría triunfado.
Tranquilo y observador, tenía el temperamento idóneo para el trabajo de la inteligencia, que él mismo creía que había heredado del hombre de leyes que fue su padre: una destreza especial para emitir juicios fríos y la capacidad de no ser engañado por las apariencias.
No dejando perder ninguna experiencia de la vida real para la literatura, Maugham aprovechó sus experiencias como espía en una colección de cuentos sobre un espía caballeroso, distante y sofisticado, llamado Ashenden, (1928), un volumen que Ian Fleming citó como una de las influencias sobre su personaje James Bond.
Sydie y él se divorciaron entre 1927 y 1928. En 1928, adquirió Villa Mauresque, una finca en la Riviera francesa, que sería su casa para el resto de su vida, y uno de los mejores salones sociales y literarios de los años 1920 y 1930. Su producción continuó siendo prodigiosa, escribiendo teatro, novelas, ensayos y libros de viajes. En torno a 1940, cuando la caída de Francia lo forzó a abandonar la Riviera y convertirse en un "refugiado", ya era uno de los escritores en lengua inglesa más famosos del mundo, y uno de los más ricos.
A sus 60 años, pasó casi toda la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos, primero en Hollywood, donde trabajó en diversos guiones, y donde fue uno de los primeros escritores en conseguir unas ganancias significativas con las adaptaciones cinematográficas de sus obras, y después en el Sur.
Gerald Haxton murió en 1944 y Maugham volvió a Inglaterra, y después, en 1946, a su villa francesa, donde estableció su residencia —interrumpida por sus frecuentes y largos viajes— hasta su muerte.
La vida sentimental de Maugham jamás fue sencilla. Confesó: "Principalmente he amado personas que no se preocupaban, o lo hacían poco, de mí y cuando alguien me ha amado me he sentido preocupado... Para no herir sus sentimientos, a menudo he simulado una pasión que no sentía."
Sus últimos años estuvieron tristemente empañados por diversos escándalos que es posible que se desencadenasen a causa de la decadencia intelectual del escritor, amenazado por la demencia. El peor de estos escándalos, que le costó el alejamiento de más amigos, fue el amargo ataque a la difunta Syrie en un volumen de memorias aparecido en 1962: Looking Back. En los últimos años, Maugham adoptó a Searle como hijo, para asegurarle la herencia de la villa, una decisión que no acogió bien su hija Liza y su esposo, Lord Glendevon, y que expuso a Maugham a los comentarios públicos.
El éxito comercial con elevados volúmenes de ventas, las producciones teatrales de éxito y una larga serie de adaptaciones cinematográficas, todo unido a unas astutas inversiones en bolsa, le permitieron vivir una vida muy confortable. Pequeño y débil de pequeño, Maugham siempre se había enorgullecido de su resistencia, que le permitió como adulto mantener una abundantísima producción literaria. Sin embargo, a pesar de sus triunfos, jamás consiguió un elevado respeto por parte de los críticos y los compañeros escritores. Él mismo lo atribuía a su carencia de "lirismo", su reducido vocabulario y un uso inexperto de la metáfora. Escribió en un periodo en que la literatura modernista experimental, como la de William Faulkner, Thomas Mann, James Joyce y Virginia Woolf iba ganando la popularidad y el respeto de la crítica. En este contexto, su prosa fue calificada como "un tejido de clichés del que sólo maravilla la capacidad del autor de ensamblar tantos y tantos, y su infalible incapacidad de contar cualquier cosa de manera original"
Su inclinación homosexual también impregna su obra. Dado que en la vida real tendía a considerar a las mujeres atractivas como rivales sexuales, a menudo presenta las necesidades y tendencias sexuales de sus personajes femeninos de una manera bien diferente a los autores de su época. "Liza de Lambeth", "Pasteles y Cerveza" y "El filo de la navaja" presentan mujeres dispuestas a no renunciar a sus intensos deseos sexuales, sin preocuparse de las consecuencias.
El hecho de que su tendencia sexual se desaprobase o incluso se criminalizase en los países que visitó, hizo que el escritor fuera particularmente tolerante con los vicios ajenos. Los lectores y los críticos lamentaban que no condenara clara ni suficientemente los malvados de sus obras. Maugham replicó en 1938: "Puede ser un defecto mío que no me preocupan mucho los pecados de otros, a excepción de los que me afectan personalmente."
Desde que su primera obra, a los 23 años, pasó toda su vida siendo considerado el escritor más exitoso del mundo y el más rico. Fue una especie de rey Midas de los libros: todo lo que tocaba lo convertía en oro, todo lo que escribía era un éxito. A lo largo de 60 años escribió más de 100 historias cortas y 21 novelas. Pero al final del viaje, nadie quiso estar con él. Durante los últimos años de su vida, ya sin inspiración para escribir, invadido por el Alzheimer, vio como su única hija Liza y Alan Searle, su último compañero sentimental, se odiaban y se disputaban su fortuna. Era lo único que esperaban de él.
En sus últimas horas, acostado en la camilla del hospital de Niza, con 91 años, viejo y moribundo, le pidió a la enfermera que se tumbara con él. No buscaba sexo, sino cariño: «Sólo quería que lo abrazara de la misma manera que le abrazaba su madre».
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5 comentarios:
Gracias Cristi. Estos regalos espontáneos son como pétalos de rosas en pleno invierno.
¡dios! ¡qué poética te veo! gracias, a tí. Te diré una frase de nuestro hombre del mes, éste que tenemos arriba con su chistera: "En ocasiones el exceso es estimulante. Evita que con la moderación se adquiera el mortal efecto de un hábito".
"Nuestro camino en este mundo es como el filo de una navaja. De este lado está un mundo y de aquel está el otro mundo y el camino de la vida está entre los dos".
Cristina, hija, los múltiples encuentros con William no pensarás que cayeron en saco roto.
Sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento.
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