lunes, 10 de junio de 2013

LECTORAS CON ARTE. JUNIO

“Tan absorta estaba, que no se daba cuenta de que era observada. En su rostro se dibujaban las más diversas emociones, como imágenes de una película proyectada en cámara lenta. Su expresión era curiosamente familiar, expresión a menudo vista en rostros femeninos, aunque en el suyo parecía inexplicable y absurda ….” 
(El gran Gastby)

Al verla he pensado enseguida que bien podrían ser éstos los ojos de nuestra Myrtle, clavándose de par en par por el terror de los celos en Jordan Baker.

 

Le Coquelicot (The Corn Poppy) c. 1919. 
Kees van Dongen (Holanda 1877- Mónaco 1968) 

Pero como una imagen evoca más de mil palabras también os contaré que podría ser yo mísma (¡salvando, obviamente, esos ojazos!), con la mirada vuelta hacia atrás evocando con cierta nostalgia este rincón. 
Un rincón que adoro y que tan buenos momentos nos ha hecho disfrutar: dejando volar nuestra imaginación, y recogiendo deseos y algún que otro sueño roto, y sabiendo de nuestras alegrias y también de nuestras derrota, y cómo no animando a las más locas a cantar y a bailar…tantas y tantas cosas más que me resisto a apagar la luz, y voy y me lio el pañuelo a la cabeza, y desoyendo esas voces que en mi interior me dicen ¡total pa qué!, me contesto ¡pues por mí!... ¡y seguro que por ti si logro arrancarte una sonrisa cuando me estés leyendo! 

A tí que crees que a pesar de los pesares hay que ponerle color a la vida empezando por tus labios, o a tí que decides seguir para adelante dejando atrás los adornos pero con los ojos bien atentos, o a tí que también te lias la manta a la cabeza para emprender nuevos proyectos pero no puedes evitar el miedo. En definitiva, a ti, que me regalas hoy esta mirada. 

¿Y si ahora te contara que he descubierto que Van Dongen tiene mucho más que ver que lo que mi imaginación soñó con el Gran Gastby de Scott Fitzgerald? ¡Seguro que se te pondrán los ojos como a su Coquelicot! 





8 comentarios:

Le Coquelicot dijo...

¡Qué me dices! ¡pintor cóctel, qué frivolidad! ¡pero quién no desea un poco de frivolidad con los tiempos que corren!

He hecho muy bien en colocarme hoy mi gorro rojo, porque he conseguido que me mire como si quisiera devorarme. Yo tampoco puedo apartar los ojos de él, con sus pinceladas ha conseguido llenar de color mi vida, devolverme la sonrisa y volver pletórica de alegría a este rincón por tantos meses perdido pero no olvidado.

¡Esto se merece un brindis! ¡Chin chin!

Maria-Norte dijo...

Carta de Francis Scott Fitzgerald a su hija,
8 de agosto de 1933

Querido Bombón:

Estoy muy interesado en tus tareas. ¿Podrías darme un poco más de información acerca de tus lecturas en francés? Me alegra que estés contenta, pero no creo demasiado en la felicidad. Tampoco creo nunca en la desgracia. Esas son cosas que ves en un escenario o en una pantalla o en una hoja impresa, nunca te seceden a ti en la vida.
Todo lo que creo en la vida es en la recompensa por la virtud (de acuerdo a los talentos de uno) y en los castigos por no cumplir con tus tareas, que son doblemente despiadados. Si hay un libro así en la biblioteca del colegio, ¿podrías rogarle a la señora Tyson que te permita buscar un soneto de Shakespeare en el que aparece el verso: "Los lirios que se pudren huelen mucho peor que la mala hierba"?
Hoy no he tenido pensamientos, la vida parece consistir en pensar un cuento para Saturday Evening Post. Pienso en ti, y siempre con placer, pero si me llamas Pappy otra vez agarraré al Gato Blanco y lo aporrearé duro en el trasero, seis veces cada vez que seas impertinente. ¿Harás algo al respecto?
Arreglaré la cuestión de tu cuota.
Ya termino, boba. Cosas de las cuales preocuparse:
Preocúpate por el coraje.
Preocúpate por la limpieza
Preocúpate por la eficiencia
Preocúpate por la equitación...
Cosas de las cuales no preocuparte:
No te preocupes por la opinión general
No te preocupes por las muñecas
No te preocupes por el pasado
No te preocupes por el futuro
No te preocupes por el crecimiento
No te preocupes si alguien te saca ventaja
No te preocupes por la victoria
No te preocupes por la derrota excepto que se deba a tu culpa
No te preocupes por los mosquitos
No te preocupes por las moscas
No te preocupes por los insectos en general
No te preocupes por tus padres
No te preocupes por los varones
No te preocupes por las decepciones
No te preocupes por los placeres
No te preocupes por las satisfacciones.
Cosas en las cuales pensar:
¿Qué es lo que realmente estoy buscando?
Cuán bueno soy realmente en relación con mis contemporáneos en cuanto a:
El estudio.
¿De verdad entiendo a la gente y soy capaz de llevarme bien con ella?
¿Estoy intentando realmente hacer de mi cuerpo un instrumento útil o lo estoy ignorando?
Con todo amor,
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Maria-Norte dijo...

Carta a Zelda su mujer


A Zelda Fitzgerald Univ. Princeton
307 Park Avenue,
Baltimore (Maryland)
6-4-1934

Perdona que dicte esta carta en lugar de escribirla a mano, pero si vieras mi escritorio y la cantidad de cosas que han llegado lo comprenderías.

Tienes que combatir cualquier tipo de derrotismo. No hay ninguna razón para el pesimismo. En realidad nunca has tenido un temperamento melancólico, sino que, como tu madre decía, siempre destacaste por tu vital actitud animosa, alegre y extrovertida. Me refiero sobre todo a que no compartes ninguno de los puntos de vista melancólicos que parecen integrar a Anthony y Marjorie. Tú y yo hemos pasado momentos maravillosos en el pasado, y el futuro aún está cargado de posibilidades si levantas la moral y procuras creerlo. El mundo exterior, la situación política, etcétera, siguen siendo oscuros e influyen en todos directamente, y es inevitable que te afecten indirectamente a ti, pero procura distanciarte de todo ello mediante alguna forma de higiene mental, inventándola, si es necesario.

Déjame repetirte que no quiero que te concentres demasiado en mi libro, que es una obra melancólica y parece haber obsesionado a casi todos los críticos. Me preocupa muchísimo que lo estés releyendo. Describe determinadas fases de la vida que ya están superadas. Ciertamente nos hallamos en una ola ascendente, aunque no sepamos a ciencia cierta hacia dónde va.
No tienes ningún motivo real de pesimismo. Tus cuadros han sido un éxito, tu salud ha mejorado mucho, según tus médicos, y la única tristeza es vivir sin ti, sin oír los tonos de tu voz con sus peculiares intimidades de inflexión.

Tú y yo hemos sido felices; y no lo hemos sido solo una vez, hemos sido felices miles de veces. Las posibilidades de que la primavera, que llega para todos, como las canciones populares, nos pertenezca también, las posibilidades son muy halagüeñas en este momento porque, como siempre, puedo aguantar casi toda la opinión literaria contemporánea, liquidada, en el hueco de la mano, y cuando lo hago, veo al cisne flotando en ella y descubro que eres tú y sólo tú. Pero, Cisne, flota suavemente porque eres un cisne, porque con la exquisita curva de tu cuello los dioses te concedieron un don especial, y aunque te lo fracturaras tropezando con algún puente construido por el hombre, se curaría y seguirías avanzando. Olvida el pasado, lo que puedas, y da la vuelta y nada de nuevo hasta mí, a tu refugio de siempre, aunque a veces parezca una cueva oscura iluminada con las antorchas de la furia. Es el mejor refugio para ti, da la vuelta despacio en las aguas en las que te mueves y regresa.

Todo esto parece alegórico pero es muy real. Te necesito aquí. La tristeza del pasado me acompaña siempre. Las cosas que hicimos juntos y las cicatrices atroces que nos convirtieron en el pasado en supervivientes de guerra persisten como una especie de atmósfera que rodea todas las casas que habito. Las cosas agradables y los primeros años juntos, los meses que pasamos hace dos años en Montgomery me acompañarán siempre y tienes que creer como yo que podemos recuperarlos, si no en una nueva primavera, en un nuevo verano. Te quiero, amor mío, cariño.

* * *

5521 Amestoy Avenue
Encino (California)
19-3-1940

Maria-Norte dijo...

Fragmento ce carta de Zelda a Scott

Google,cariño,¿a qué ha sido un día precioso?. Me
desperté esta mañana y vi el sol como un regalo de cumpleaños en mi mesa, así que lo abrí y revolotearon en el aire un montón de cosas preciosas: amor a Doo-do y la sensación recordada del roce fresco de la piel del uno en la del otro en otras mañanas como una maestra. Y telefoneaste y dijiste que había escrito algo que te gustaba, por lo que no creo que haya sentido nunca mayor dicha. La luna desaparece en las montañas como un centavo perdido y los campos son negros y acres y deseo que estés para poder acariciarte en la quietud otoñal aún un poco como el último eco del verano. El horizonte se extiende sobre la carretera a Lausana y los campos suculentos como una guillotina y la luna sangra sobre el agua y no estás tan lejos que no pueda oler tu cabello en la brisa secante. Cariño, me gustan estas noches aterciopeladas. Nunca he podido determinar si la noche era un amargo [...] o un patrón espléndido, ni si te amo más en los eternos amaneceres clásicos en que se funde con el día, en la plena fanfarria religiosa de medianoche o tal vez en la plenitud del mediodía. De todos modos, te quiero muchísimo y me telefoneaste porque sí esta noche. Caminé por los cables telefónicos dos horas después aguantando tu amor como un parasol para mantener el equilibrio. Cariño mío.

Maria-Norte dijo...

La amapola,esta esperando al cartero

Bombón a Poppy dijo...

-Escucha, Poppy, escucha lo que dice Shakespeare:

Los que tienen el poder para causar daño y no hacer nada
Quienes no hacen aquello que predican,
Que mueven a otros, siendo ellos mismos como piedra
Inconmovibles, fríos y poco inclinados a la tentación,

Realmente, ellos heredan las gracias del cielo
Se benefician a expensas de las riquezas naturales
Son señores y dueños de su talante,
Más de los otros, administradores de sus excelencias.

La flor del verano, está para delicia del verano;
Aunque para ella misma sólo vive y muere;
Pero si esa flor se contamina,

El miembro afectado rebaja su dignidad
Pues lo más dulce se vuelve amargo por su obrar.
Las lilas que huelen mal, empeoran más que sus miembros.

-¡Ayyy, qué razón tiene! pero... ¿qué tiene que ver eso con mi sombrero rojo?

Le Coquelisú dijo...

Amapola, bañada en la más conmovedora tristeza que jamás se hubiera visto en una despedida, avanzaba por el andén ensimismada en sus pensamientos. La megafonía del viejo apeadero servía a propios y extraños para entretener las esperas, con el programa de radio que Adelita la cantinera tuviera a bien poner según capricho. Aquella mañana canciones dedicadas, a mi nieta por su cumpleaños, a Rober por nuestro primer aniversario. Las melodías, que se sucedian unas a otras, y la voz empalagosa del locutor que las interrumpía según antojo, se habían perdido hacía ya rato en una suerte de monotonía a oidos de Amapola, que se encontraba a punto de subir cuando de repente le dio un vuelco el corazón… “lindííísima amapoo...siempre mi aaalma”...¡pasajeros, al tren!¡piíiii!...”la luz del diiiía...¿a dónde vas tuuuú tan soooola?”...
Giró la cabeza un instante, suficiente para descubrir aquellos ojos color miel clavándose en la honda negrura de los suyos...
¡Piiií, chucuchucuchú!

Amapola dijo...

¡Ayyyy! ¡creo que no debería haberme puesto este sombrero para venir a esta capea... ese toro me está mirando fatal!