domingo, 14 de octubre de 2012

LECTORA CON ARTE DE OCTUBRE

El viento del levante ha soplado con furor este mes entre nosotras, y dicen las malas lenguas que eso vuelve un poco locos a los que lo sufren. La arena se mete por cualquier resquicio y no te puedes ocultar porque siempre encuentra tu escondite. En este grupo lo conocemos bien, porque hay algunas gaditanas de nacimiento o de corazón.


Es octubre, hace tiempo que los bañadores descansan en nuestros armarios, pero aún así, no nos han hecho falta, y al son del "Blues de Trafalgar", sin un equipaje especial nos hemos bañado en pelotas en la playa de Zahara, aliviando la resaca de una noche con amigos, hemos paseado por preciosos jardines londinenses, y hemos vuelto a sentir la sensación de la juventud universitaria de pisos de estudiantes, fiestas en las azoteas, porritos, cervecitas en el Salvador y fiestas de la primavera... ¡ah, juventud, divino tesoro!

Pero la madurez llegó pronto, demasiado pronto. Unos maduran mejor que otros, y en el camino se van dejando sus valores, su conciencia, y su tipito angelical.


Creo que el tiempo ha sido más benévolo con nosotras, y a pesar de nuestro estado ruinoso económicamente hablando, o gracias a eso, nos queda todavía un poco del espíritu de la juventud -y a algunas su tipito angelical-. No hemos subido a golpe de tacón de aguja (de hecho, algunas todavía no hemos subido), y creo que no perdemos la voz a no ser que nos quedemos afónicas por algún exceso. Sé de lo que hablo, porque he estado toda la semana mudita. Pero claro, después de esta lectura queda en el aire una pregunta... ¿y yo qué habría hecho? ¿cuál sería mi precio? Difícil respuesta. 
"Los fantasmas no están fuera de nosotros, en los lugares donde injustamente los situamos, sino en nuestro interior, por donde arrastran sus cadenas" (109)
Mientras escuchamos las cadenas arrastrándose en nuestro interior e intentamos acallarlas, podemos ir buscando nuevas historias. Historias de lectoras con arte o el arte de las lectoras.  

Cuando José Luis llega a Phoenix Garden sorprende a una lectora ocupando su banco preferido: "componía una hermosa estampa: la lectora", y quiso escribir sobre ella "en una especie de homenaje a todas las personas que cuando hace un poco de buen tiempo salen con sus libros a leer" (73)

Nosotras también sacamos todos los meses a leer al sol del blog a una lectora, y nos ponemos en su piel por un ratito. Cuando leí este párrafo supe cuál era la apropiada:
"Su cuerpo delgado, frágil, de líneas imprecisas como si no estuviera acabado todavía... después, mientras reposaba en la cama, confundido y exhausto, se levantó para inspeccionar mis libros, en un acto tan íntimo como el que acabábamos de ejecutar porque ella no ignoraba que eran las páginas de mi alma las que abría en mi biblioteca. Desnuda, al contraluz de la tarde que se marchaba a otros cielos, leía en voz alta frases subrayadas y olvidadas hacía días, meses o años que sonaban en su voz ronca y fresca como una nueva vida, como si acabaran de nacer y sólo hubieran existido para ese momento... También revolvió mis cosas, como si todo lo que había allí y yo mismo fuéramos suyos. Dejé que hiciera lo que quisiera y me levanté para poner música y servir dos copas de vino, aunque ella prefería cerveza. Leyó la carta que había dejado por descuido abierta sobre la mesa del estudio..." (90)

Es esta lectora de Albert Marquet

Un pintor nacido en Burdeos en 1875. En 1890 se trasladó a París para acudir a la Escuela de Artes Decorativas, donde conoció a Henri Matisse. Fueron compañeros de habitación durante un tiempo, y se influyeron mutuamente. Marquet comenzó sus estudios en 1892 en la École des Beaux-Arts con Gustave Moreau, un artista simbolista que era seguidor de la tradición romántica de Eugène Delacroix.

En estos años, Marquet expuso pinturas en el Salón de los Independientes. Aunque no vendió muchas pinturas, la comunidad artística de París tomó conciencia de su obra. Sus primeras composiciones se caracterizaban por un acercamiento claro y pictórico fauve, en el que tenía un buen control del dibujo y respondía a la luz, no sólo intensificando los tonos más fuertes, sino también viendo los más débiles en términos coloristas.

En 1905 expuso en el Salón de Otoño donde sus cuadros se expusieron junto a los de Henri Matisse, Maurice de Vlaminck, André Derain, Othon Friesz, Georges Rouault, Raoul Dufy, Henri Manguin, Georges Braque, Louis Valtat y Jean Puy.

Consternados por el intenso colorido de estos cuadros, los críticos reaccionaron llamando a estos artistas «fauves», o lo que es lo mismo, bestias salvajes. Aunque Marquet pintó con los fauves durante muchos años, usaba colores menos intensos y violentos que ellos, y enfatizó los tonos menos intensos mezclando complementarios, pero siempre como colores, y nunca como grises.

A finales de 1907 permaneció en París y se dedicó, junto a Henri Matisse, a pìntar una serie de vistas urbanas. La diferencia fundamental entre los dos es que, mientras Matisse usaba colores fuertes, Marquet prefería amarillos mates, violetas apagados o azules. El negro lo utilizaba normalmente como un contraste violento a los colores claros, para formas como troncos de árboles desnudos o gente dibujada de forma caligráfica. Otra diferencia es que Marquet usó una aproximación a la perspectiva tradicional, aunque sus colores y composiciones constantemente se referían al rectángulo y cortaban su plano con su caligrafía.

Desde 1907 hasta su muerte, Marquet alternó entre trabajar en su taller en París y en muchas partes de la costa europea, y en el Norte de África, sobre todo a Argelia, Argel y Túnez. En sus viajes pintó el mar y los barcos, pero también las luces y la animada vida de la ciudad.

Pintó unos pocos retratos, y entre 1910 y 1914 una serie de desnudos en prostíbulos, y preparó la ilustración de una obra sobre amantes lesbianas.

Hasta el final de sus días, fue uno de los amigos más cercanos de Matisse, y discutían la obra de cada uno de una manera muy franca. Su muerte fue inesperada y repentina, de un ataque de vesícula biliar y el cáncer que posteriormente se descubrió, para el que por aquel entonces no había terapia. Murió en París el 14 de junio de 1947.

Y ahora, te toca a ti imaginar la vida de esta lectora, y como dijo nuestro protagonista: "Cuéntalo como si fuera una mentira, sólo así se puede decir la verdad".


7 comentarios:

Imaginando otro final dijo...

querida Ana:
No soy capaz de hacerlo. Vine a Sevilla con la convicción de hacer las cosas como tú querías, pero ahora que los he visto sé que no serviría de nada. Saldrán de rositas. Ellos son el poder. Te dije que quería un punto y final, no un punto y seguido, y con ellos no habría final. No saben lo que son los remordimientos, y antes de arruinar sus carreras nos enterrarán en mierda a los dos. Lo que hagan conmigo no me importa, pero tú... Tú eres joven, tienes talento, y serás capaz de hacer muchas cosas por tus propios méritos, pero ellos no te dejarán, arruinarán tu carrera, porque son de los que tienen tan buenos abogados como poca conciencia.

Vive tu vida, Ana. Quédate en mi casa el tiempo que quieras, yo estaré aun algún tiempo en casa de mis padres y luego, cuando tú me digas, volveré. Si quieres, contigo, y si no, empezaré de nuevo. Ya lo he hecho varias veces y arrastro poco equipaje.

Besos, Ana, y se feliz, te lo mereces.

Andrés.

Pues sí que es bueno este Auden... dijo...

Ana: Pues sí que es bueno este Auden...

Andrés: ¿Sí? ¿te gusta? pues lee ese que se llama "Nosotros también habíamos conocido momentos dorados", pero léelo en alto, anda...

Ana:
Nosotros, también, habíamos conocido momentos dorados
en los que cuerpo y alma estaban en sintonía,
habíamos bailado con nuestros amores verdaderos
a la luz de una luna llena,
y nos habíamos sentado con los sabios y los buenos
mientras las lenguas cobraban ingenio y alegría
degustando algún noble plato
directo de Escoffier;
habíamos sentido la gloria indiscreta
que las lágrimas reservan aparte.
Y a la grandiosa usanza de antaño
habríamos cantado con el corazón henchido.
Pero, objeto de zarpazos y chismorreos,
por parte de la promiscua multitud
transformados por ardid de los editores
en hechizos para confundir a la muchedumbre,
todas las palabras como Paz y Amor,
todo discurso afirmativo y cuerdo,
había sido mancillado, profanado, degradado
hasta tornarse horrendo chirrido mecánico.
Ningún estilo moderado sobrevivió
al pandemonio
salvo el burlón, el sotto-voce,
irónico y monocromo:
y ¿dónde íbamos a encontrar refugio
para la dicha o el mero contento
cuando apenas nada quedaba en pie
salvo el suburbio de la disensión?

Ana: mmm... da mucho que pensar este Auden...

Anónimo dijo...


MIRANDA

Mi Amado es mío como son solitarios los espejos,
como el pobre y el triste son reales para el buen rey,
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar.

Alto saltó el Hombre Negro tras el árbol más viejo,
dio una voltereta y huyó con aspavientos;
mi Amado es mío como son solitarios los espejos.

La Bruja graznó, su cuerpo ponzoñoso
se deshizo en la luz como el agua se sale de la fuente
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar.

En su encrucijada, también, el Anciano rogó por mí;
por sus mejillas demacradas, lágrimas de gozo corrían:
mi Amado es mío como son solitarios los espejos.

Me besó al despertar, y no hubo lamentos;
el sol brillaba sobre barcos, ojos, guijarros, todo,
Así pues, para recordar nuestro cambiante jardín,
nos juntamos como niños para bailar en círculo:
mi Amado es mío como son solitarios los espejos
y la verde y alta colina descansa siempre junto al mar



José Luis Rodríguez del Corral dijo...

Me encanta como escribe la lectora con arte (de verdad) del mes de octubre y lo bien engarzadas y escogidas que están mis citas. También el cuadro de la Lectora y la biografía del pintor. Y aunque me resulta incomprensible la relación con lo anterior también me gustan los comentarios porque soy un gran admirador y lector de Auden.
Así da gusto.

La lectora dijo...

querido José Luis:

te explico lo incompremsible para que lo comprendas.

Nosotras todos los meses jugamos a convertirnos en una lectora con arte. Nuestro juego se ha ido desarrollando en el tiempo, al principio poníamos "me gusta" "me parece frío este cuadro", pero ahora casi todos los comentarios tienen relación con lo que hemos leído ese mes... escribimos como si fuera la propia lectora la que estuviera leyendo, o como si fuera una escena que se desarrolla en el cuadro. En fin, un juego (quizás por nuestra osadía de aficionadas escribimos con otros nombres). Suelen ser cosas que nos llaman la atención de la lectura, y curioseamos ampliando detalles que encierran libros como el tuyo, o incluso otros finales posibles...

Me gusta que te guste. Y espero que te guste más la cena que te hemos preparado.

Besos y ¡hasta dentro de muy poco!

lectora descalza dijo...

¡Ayyy, qué bien sienta una duchita después de trasnochar! a ver esto que me dieron en la cena: "La chaqueta embrujada"... es un bonito título... estoy deseando leerlo... ¿y esta ilustración? ¿la habrá hecho ella?... anda, si aquí pone que también la ha hecho Buzatti... ¡qué chulo! ¡también era pintor! ¡hay que ver la de cosas que se descubren desmenuzando un libro!

Pilar dijo...

Él le insistió que se cubriera.
Ella le repitió que llevaba todo lo que necesitaba encima.
Él sonrió displicente.
Ella comprendió que él nunca entendería.