miércoles, 28 de julio de 2010

¿SE ESTARÁN MURIENDO LOS COLORES?

Hace unos días, en mi periplo de lectora errante, recibí una llamada de Pilar comunicándome que otra paleta se había quedado huérfana. Otro maestro del color ha dejado nuestra vida sin su algarabía de colores.

Algunas de vosotras conocísteis a Manuel Álvarez Fijo, porque amablemente nos arrastró por los pasillos de la Facultad de Bellas Artes y nos enseñó la tumba de Bécquer y la de otros sevillanos ilustres. Otras trepásteis a su lado por los tejados de la Catedral hace apenas unos meses. Puede que alguna lo reconozca como ese señor con coleta que salía en las fotos que nos hicimos entonces. Para mis niños es "el abuelo con coleta".




Otras nos quedamos con más recuerdos y más historias que vivimos de su mano. Yo a Manolo lo heredé como amigo de mi padre (o Manolo me heredó a mí, quién sabe)...

Una noche de cuscús y risas, Manolo me regaló un bello cuento, que se "le resbaló de su mano", adornando desde entonces mi cuaderno de dibujos firmados (otra valiosa herencia). A Pilar le traerá tantas nostalgias como a mí recordar aquella noche. Hoy, al releerlo en su recuerdo, el cuento a cobrado nueva vida. Porque Manolo también era un gran narrador y en este cuento unió su pasión por la vida, por las palabras, y por los colores.

Quisiera que se quedaran grabadas sus palabras y sus colores en este Bosque No Encantado que es el blog, igual que su persona estará siempre grabada en mi corazón.


EL CUENTO DEL BOSQUE NO ENCANTADO
por Manuel Álvarez Fijo

Me he preguntado muchas veces por qué, en las leyendas y los cuentos, los bosques han sido siempre bosques encantados; quizás haya sido una especie de nostalgia de lo que hubiésemos querido que fuese y no fue, de lo que si en algún instante creímos, dejó de ser con el crecer de la realidad, a lo mejor por eso hemos necesitado soñar las imágenes convertidas en deseos.

En el fondo creo que no somos más que imágenes en las que contruimos todos los imposibles:

eternidad, siempre, amor, nunca, tú y yo… pero en realidad me pregunto si llegamos alguna vez a ser nosotros mismos (?)

Siempre me gustó el cuento de Blancanieves y también la tragedia de Romeo y Julieta: la una redimida por el amor y los otros que mueren por él; así que me llego a preguntar por qué será que el amor es cómplice de la tragedia.

Si me apuran me quedo con Blancanieves que despierta de su letargo por un beso de amor; que nos cuenta la historia de Romeo y Julieta al revés. Así que siempre me quedo en la duda de si realmente era un cuento o un sueño. (?)

Romeo y Julieta, por el contrario, me entristecen cuando al final del acto quinto...
Julieta:
-¿Qué? ¿Rumor? ¡seamos breves entonces!
(cogiendo la daga de Romeo)

¡Oh, daga bienhechora! ¡Esta es tu vaina!
(hiriéndose) ¡Enmohece aquí y dame muerte! (cae sobre el cadáver de Romeo y muere)

Tanto me entristece que me da por soñar que estoy en un bosque encantado y que soy el príncipe que despierta a Julieta con un beso de amor.

Pero no, no hay Bosques Encantados (no por que a lo mejor no sean posibles); de todos modos, a mi me contaron que una vez hubo un Bosque No Encantado donde estaban esparcidos jirones de soñadores.

II

…Yo estaba sentado aquella noche bajo la inmensa cúpula del Universo, frente al latir de una mar serena y silenciosa, preguntándome por qué si ellos llevan tantos millones de años siendo, lo demás es tan pequeño y tan corto (tanto como para haber tenido que inventar los cuentos y darle forma a los sueños)

Era una noche de cantos y cuentos de sirenas, que me contaron que una vez hubo un Bosque No Encantado, así que tenía la suerte de pensar por su cuenta (aunque en realidad nunca se supo bien si fue suerte o desgracia), pero lo cierto es que pensaba por su cuenta.

…pensaba tantas cosas. Pensaba que en la noche morían todos los colores y los sueños. También pensaba que morían las palabras, los sonidos, los gestos. En él sólo había un estrepitoso silencio que por contradictorio llenaba a la oscuridad de sensaciones y recuerdos, también de ausencias, y donde las rocas eran las no palabras ya que no podían definir a nada.

Era como un bosque
sin distancia, no se podía retroceder por que nunca se andaba, lo cual originaba algo insólito: no había ni ahí ni allí.

Todo cuanto sucedía era especialmente inquietante:
había noches sin ocaso y amaneceres sin soles, había palabras sin nombres, miradas sin imágenes que tergiversaban cualquier realidad serenamente convencional; hasta las estrellas estaban colgadas boca abajo y una luna llena aparecía al revés…

Y había también un lago con mil pedazos de reflejos de una luna rota, y flotando en él como hojas secas, estaban pedazos de soñadores de SIEMPRES, de soñadores de eternas primaveras.

Me contaron también que en aquel bosque hasta se habían perdido las letras para hacer palabras. Aquel bosque que a lo mejor un día estuvo encantado pero con el paso del tiempo solo había conservado en su desencanto dos letras: la Q y la U.

Aquellas letras suscitaban (y continúan hoy incluso suscitando) interrogantes:
¿tal vez la Q fue de QUIERO?
¿la U de UNIVERSO? ¿de UNIDAD?
(¡qué se yo!)



Se llegó a pensar que la U podría haber sido –en el caso de haber tenido acento- la U de ÚNICA; o quizás si hubiese aparecido de entre la maleza una T, podría haber sido la U de TU.

Pero aquel bosque que no era encantado realmente sólo tenía árboles sin sombra, sin sonidos del viento, sin otoños ni primaveras, eran árboles unidimensionales (apenas una línea)…

En toda su inmensidad, y sin saberse cómo, había crecido un rosal que sólo tenía dos rosas negras y que al no tener mañanas con rocío nunca pudieron llorar…




III
Aquí la sirena hizo una larga pausa; me dejó escuchar a la mar con su susurrante latir, y la noche se hizo más grande y la oscuridad más oscura.

Sentí su mano en mi mejilla, y sus dedos cogiendo, antes de que cayese, una que lanzó con fuerza al Universo y con una dulce sonrisa me dijo:

-¿Ves? Ya no es más que una estrella fugaz, diminuta partícula brillante… a lo mejor si pides un deseo… si le quieres preguntar a la mar…

Entonces le pregunté por Ella, y me dijo que de Ella tenía el color de sus ojos.

Y me dijo también que él no necesitó jamás ni encantamientos ni desencantamientos, que él ya existía antes que los bosques, y que él es la palabra SIEMPRE y que su nombre en realidad esconde en la bruma del amanecer una A pero que completo es A-MOR, por eso es tan, tan grande…

Fue entonces que comprendí mi alegría por Blancanieves y mi tristeza profunda por
Romeo y Julieta.

Preferí entonces quedarme en la “alborada” donde
“el sol no mostrara su rostro a causa
de su duelo… unos obtendrán
perdón, y otros castigo,
pues nunca hubo

historia más
dolorosa

que esta

de

Julieta y su Romeo"

(salen)


No quise saber más del Bosque No Encantado, de aquel bosque donde las rosas no tenían mañanas con rocío.

Las sirenas me entendieron y decidieron acallar
sus cantos y sus cuentos, no sin antes haberme
dejado empapado de un fresco









LA LECTURA DE "MI" CUENTO EN EL HOMENAJE DEL OTRO DÍA, GENTILEZA DE ANTONIO GARCÍA VILLARÁN (EL MAGNÍFICO LECTOR)

6 comentarios:

isabel dijo...

Gracias, ha sido un despertar triste pero entrañable a la vez. Siento mucho su pérdida pero tenemos su recuerdo y su obra. Hace pensar .... el cuento....
Un beso muy fuerte.

Marga dijo...

Tuve la suerte de disfrutar de Manuel los dos días de los que hablas, Cristina. En ambos nos llevó a pasear por un bosque encantado, lleno de curiosidades y anécdotas, de amor, de entrega y conocimientos. Ahora leo este maravilloso cuento y desde mi más intenso egoísmo lamento que se haya dejado arrullar por cantos de sirena para pintar con sueños esas rosas que no conocen rocío.

conductoredenubes2 dijo...

Muchas gracias por este regalo. Vi este cuento en su casa mil veces, y creo que me lo leyó 10 o 12, pero no me cansaba de escucharlo. Hablamos mucho sobre su publicación, y qué mejor manera de que todo el mundo pueda disfrutarlo que colgarlo en la red.
Mañana daré una charla-conferencia en el Ateneo de Mairena en su recuerdo. Me lo llevo, con tu permiso, por si el Fijo me dice al oído que lo lea.

Un saludo

Antonio G. Villarán

Cristina dijo...

como el Fijo te lo dirá -fijo- me llevo el original. No hay color. Yo también iré, nunca he faltado a una cita suya. Gracias, Antonio. En este rinconcito también lo queríamos mucho.

Cristina dijo...

Os he colocado arriba el vídeo de parte del homenaje, donde Antonio García Villarán está leyendo un fragmento de este cuento.

María MD dijo...

Se dice que “Nadie muere mientras quede alguien que lo recuerde”.

Yo creo que tampoco los colores, mientras alguien los desee.
Ni las palabras, mientras haya alguien que las cante o las cuente...


Aún recuerdo esa mañana del último abril paseando por las cubiertas de la catedral. La primera y la última vez que lo ví. “A ver si venís un dia por casa”, dijo a sus amigos más íntimos cuando se despedía. Con éstos y otros amigos, hoy tengo la sensación de estar allí con él.