lunes, 24 de marzo de 2014

Acta cena de febrero









Asisten:
En primer lugar la invitada, nuestra Ángeles, perdida y recuperada, nos alegramos todas de verla con tan buen aspecto y tan guapa, Ángela, Cristina, Mª del Mar, Marga, Elena y servidora.

Hora de la cita 21.30 h. Cuando llega la organizadora, servidora, ya estaban algunas colegas saludando a nuestro anfitrión, sí, nuestro anfitrión, porque el lugar no era un restaurante. Estamos en la Cooperativa Tramallol, un lugar curioso, diferente. Nos recibe Santiago y nos cuenta con todo detalle cómo funciona la cooperativa: un grupo de profesionales integrados en el barrio donde desarrollan sus actividades profesionales interactuando con el entorno, desde arquitectos a fabricantes de pasta y de pan del bueno. También nos habla de Ángela Chaning, qué punto.





Santiago, valenciano y buen cocinero, nos deleita con el aperitivo “esgarrat”, bacalao con pimientos asados que huele a gloria y a Mediterráneo. Paro que voy a comer. Delicioso, lo acompaña un vino blanco de Rueda. ¡Qué silencio!, sólo se oye “¡qué bueno!”, “¡riquísimo!”... Completa la cena la mejor y más sabrosa fideuá que he comido.
Empezamos hablando del libro por el final inesperado, y para servidora... ¡joder!, ¿¡como es posible que me hubiera saltado el último párrafo de la antepenúltima página!? Quizá fue cuando levanté la vista del libro ante el peligroso acercamiento de mi niño a la ropa lavada y planchada con la rebanada de nocilla en su manita, es posible que fuera ese momento crítico de aquella tarde en el que sentí verdadero pavor (de tener que lavar de nuevo la ropa que nunca se acaba), y desconcentración. En fin, algún día volveré a leer lápiz en mano anotando y marcando, como antes.

El Sr. Linh produce una compasión casi dolorosa, qué crudeza, qué crueldad. No sabemos en qué ciudad recaló. De qué guerra venía, Vietnam, Indochina. Su vida es un saco de tierra y una foto. Cuando evoca su país todos sus recuerdos tienen colorido, la ciudad que lo acoge es gris. Su amigo el Sr. Bark le devuelve la ilusión. Son dos solitarios rodeados de gente.

Conmovedora y estremecedora. A todas las presentes nos ha gustado el libro. ¿Es relato largo o novela corta? Cristina y Ángela creen que es un relato. Marga cree que ha sido demasiado tierno ¿se está volviendo dura?
¿Cuál es la dimensión del dolor del Sr. Linh? ¿Es un relato de reproche? ¿Está resentido, amargado? Parece “conforme” con su destino. Creemos que el comportamiento del Sr. Linh responde a su origen, a su educación y a su cultura oriental.



No sé cómo hemos acabado hablando de Tena Lady, ambientadores y sex shops, esto no tiene arreglo...


Tramallol ha sido un lugar acogedor, agradable, diferente, y muy interesante conocerlo.

4 comentarios:

Cristina dijo...

gracias Rocío por este acta de febrero en marzo (sin acritud, jeje). Coincido contigo en que es la mejor fideuá que he comido, y el sitio me encantó, único y peculiar como las comensales lectoras. Y no te preocupes más de la muñeca del señor Lihn, que eso le pasa a cualquiera, y en menos que canta un gallo tendrás tiempo de sobra para leer con lapiz y todo mientras esperas que tu muñeco venga del botellón (sin acritud, jeje), así que disfruta de la nocilla.

Por cierto... ¿quién hizo las fotos de este encuentro? ¿Os acordáis que nos la hicimos en el cartel de prohibido bailar? ¿hay alguna desmemoriada más en el grupo?

pilar dijo...

Rocío. Gracias. ME HA ENCANTADO TU ENTRADA aunque haya sido en marzo. Para mi que no estuve, no me queda más remedio que usar otro "Joder" además del tuyo, no porque no te percataras de que la nieta del señor Lihn no fuera de carne y hueso-pobrecilla-eso-que-evitó sufrir, sino por ese marco incomparable, que diría un cursi, por esa comida que me hace salibar sólo de imaginarla... y por la compañía, ya sea con o sin tena lady, que en eso no entro por aquello de que cada cual haga con sus Tena lo que mejor sepa o pueda.

desmemoriada dijo...

Ya están colgadas las fotos, que estaban escondidas en ese aparatejo que tanto inspira a Pililebe.
Es una delicia revivir nuestras cenas. Merece la pena el esfuerzo de dejarlas plasmadas, no quiero ni imaginarme las conversaciones sin las actas: ¿cual fue el libro que comentamos el mes pasado? ¿quién fue el invitado? ¿dónde cenamos en nuestro último cumpleaños?
Aun así, y viendo las fotos, ¿qué nos estaban contando esas dos manitas angelicales? ¿O es una de esas historias que surgen al calor del vino y que no se pueden publicar?
Gracias, Rocío.

La encuesta dijo...

Pues yo solo quiero decir que esas manitas angelicales seguro que no estaban contando los votos, ya que sólo hubo tres: dos muy bien y un bien