ALINEACIÓN:
ADELA como seleccionadora.
CONVOCADAS: Marga, María sur, María del Mar, Elena, Cristina, Rocío-Julia Carlota, y nuestro nuevo fichaje, la excepcional invitada: Mari

Fecha: 7 de julio (San Fermín... a Binomio hemos de ir...)
CONVOCADAS: Marga, María sur, María del Mar, Elena, Cristina, Rocío-Julia Carlota, y nuestro nuevo fichaje, la excepcional invitada: Mari
Fecha: 7 de julio (San Fermín... a Binomio hemos de ir...)
Marga y yo saltamos al césped a las 8, y en autobús nos dirigimos a realizar un estudio pormenorizado del hábitat de nuestra seleccionadora (¡moníiiiiiiisiiiiiimooooooo!, ¡vamos, es que ella descubre la belleza en las cosas más precarias y aparentemente inanes. Y donde no existen, es capaz de crearla rompiendo con los valores establecidos, asumiendo todos los riesgos...!). En el frescor de su salón aplacamos nuestra sed con una cervecita y comenzamos a entrenar la lengua.
El ambiente estaba tan caldeado que los termómetros marcaban 48º a la sombra (¡sin exagerá!). María Sur recogió de la estación a su invitada (ni más ni menos que su madre, que de tal palo tal astilla), y se fueron a un bar a impregnarse del espíritu de la otra roja, la de los pantalones cortos. A las 9 nos alineamos allí toda la plantilla (con muchas bajas, aunque con unas convocadas dispuestas a dejarse la piel en el encuentro y a que nadie les sacara tarjeta roja).
9,15 h. Tras varios ¡oeee oeee oeee, oeeee! tomamos posiciones en el restaurante BINOMIO para este encuentro tan amistoso, quitando con gran pesar los banquillos de las bajas de última hora: Isabel, Pilar y Ángela.
Queremos empezar rápido el debate porque nos avisan que hay una reunión de 34 franceses a las 11’30. No es que queramos nada raro con ellos, sino que presentimos que no vamos a poder hablar con tanta tranquilidad.
Nuestra invitada, Mari, cumple años el 18 de julio, centésimo nonagésimo noveno (199º) día en el calendario gregoriano y día del alzamiento de “ese hombre” al que Ana, la protagonista de Delibes, “le arrancó las medallas del pecho”. Marga cuenta que en su pueblo hay una calle que se llama 19 de julio, porque se enteraron un día después (ya sabéis que en Canarias es una hora menos y en Palencia un día después).
Acepto el papel de amanuense del acta porque nuestra seleccionadora ha sido fichada como voluntaria veterana y parte el domingo hacia tierras americanas.
Comienza Adela. Lloró al leerlo. Cree que es el libro que todas quisiéramos que nos escribieran al morir (¡dentro de muuuuuuuuuchoooos añooooos!), una elegía muy bien escrita y un canto de amor, aunque dice que cree que falla en el tiempo. Le apena que una pareja con tanto vivido y con tantas cosas por vivir se rompiera de pronto. Se ha metido en el papel de él. Dice que en un libro tan pequeño se cuentan muchas historias, combinando muy pocas palabras para expresar sentimientos y emociones muy fuertes.
Comentamos la diferencia con Cinco horas con Mario, que yo empecé a leerlo pero tuve que dejar el velatorio a las tres horas porque no podía con tanto rencor como tenía la buena señora con su difunto esposo. Algunas vieron la obra de teatro y lo leyeron y les encantó. Todos los libros tienen su momento, y posiblemente no esté yo ahora para Delibes ni para velatorios voluntarios.
A Elena “le ha costado la vida” leer el libro. No se lo creía, y lo comparó con La Tregua, en la que sí le parecían creíbles los sentimientos que contaban y le parecían más próximos a ella. No le ha interesado el tema, aunque reconoce que está perfectamente escrito.
De pronto en la calle se escucha un goooooooooooooooooooooooooool, que provoca una estampida general. Marga y yo nos miramos atónitas: estamos solas en el restaurante. Cocineros, camareras, y lectoras salen corriendo al bar de enfrente a ver a la Furia española en acción.
Cuando todo vuelve a la normalidad, pasa la pelota a Mari, nuestra invitada (pido perdón por si sus palabras no se ajustan a las mías, porque me interesó más escucharla que anotar en nuestro libro de actas, lo que puede dar errores de interpretación... Como comentamos: “lo escrito, escrito queda...”). Deja claro que Delibes es para ella un escritor indiscutible, y que sólo va a comentar lo que le ha supuesto como lectora. Lo ha leído porque era “de obligado cumplimiento” para cenar con nosotras, pero no le ha emocionado, cree que es un panegírico escrito en un momento de duelo que quizás el autor debería haber guardado para su intimidad y la de sus hijos. Debatimos el papel de la mujer en esa época, y nos cuenta que está asistiendo en Cádiz un interesante seminario sobre Creatividad y emociones.
Marga regatea leyendo el párrafo con el que empieza el libro, que cree que justifica el tono del resto y la exagerada exaltación de Ana: “una copa acartona el recuerdo, pero, al propio tiempo, convierte la onerosa gravedad de tu cuerpo en una suerte de porosidad flotante”. Nicolás permanece en un perpetuo estado de semi-borrachera para “mantener en sangre una dosis de alcohol que te imbuya la impresión de que participas en la vida, de que la vida no pasa sobre el hoyo en que te pudres sin advertir que existes. Esta forma de energía suele identificarse con la alegría, aunque, por supuesto, no es la alegría, y que quizás eso justifica el tono”.
Rocío piensa que si Delibes fuera poeta quizás habría resumido todo en un poema, pero como sus recursos eran otros escribió este libro.
A María sur le ha encantado el dominio del lenguaje, aunque el libro le ha empalagado. Cree que Ana se mete en la vida de todos. Vamos, que le ha cogido manía. María del Mar apostilla: ¡es una cieza!
A las 10’30 una jauría entra en el restaurante. Franceses, lo que se dice franceses habría alguno, pero lo que se escuchaba era más propio de la furia española (y si me apuras, rural). Empezamos a gritar para que se nos escuchara.
A Rocío le empezó a gustar más el libro a partir de la descripción del cuadro de García Elvira (¡que por cierto es malísimo!... dice una arpía tan malísima como el cuadro). A ella, tan pasional, le parece muy atractivo el ataque de celos que tiene Nicolás por no haberlo pintado él y cree que es a partir de ese momento cuando lo ve más mortal. Y apostilla que no le gusta nada la decoración de la casa con tanto chichirimundi. Le alucina que en el lenguaje coloquial de Nicolás figuren expresiones como “muestras de regocijo” y “fiebres pertinaces”... lee las notas que ella ha escrito en la contraportada y pone que se tiene que hacer una mamografía. Le sorprendió la palabra INICUO (injusto), y Atrabiliario le recordó una obra de teatro, “Atrabilis” (nigra bilis. O sea, mala leche)
A Marga le gustado cómo está escrita, la idealización de Ana no le hace gracia, pero la justifica por la época. Le han gustado muchas palabras, pero le ha chocado algo mu de su tierra, el laísmo, que dice que no está admitido por la real academia.
“Es algo que suele suceder con los muertos: lamentar no haberles dicho a tiempo cuánto los amabas, lo necesarios que te eran. Cuando alguien imprescindible se va de tu lado, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales”. Debatimos que es normal que en un periodo de duelo olvidemos las cosas peores de las personas que han muerto. Todo el mundo es bueno después de muerto, pero también muchos lo son antes de morirse... Marga recordó a su madre, una magnífica persona (¡distinta!, dice ella) a la que la muerte no hizo mejor y piensa, como Nicolás que “la vida sería más llevadera si dispusiéramos de una segunda oportunidad”.
Con el griterío de los “franceses” el debate se va complicando cada vez más.
A gritos conté que para mí ha sido durísima la lectura del libro, porque tenía muy reciente la enfermedad que volvió asimétrico el cuerpo de un ser querido, y volví a vivir su muerte y a recordar un cuerpo sin calor al que no reconocía. A mi duelo también se unía que reconocí en el matrimonio de Nicolás y Ana muchísimos rasgos de mis propios padres. También mi madre abandonó los estudios por propia voluntad, desbrozando el camino de mi padre para que trabajase despreocupado y aligerando su pesadumbre de vivir. Su matrimonio también era una empresa de dos, uno producía y el otro administraba.
María del Mar gritó que le ha costado mucho leerlo, y que no le ha gustado ni le ha enganchado ningún personaje.
Y acabo con una pregunta: ¿Crees tú que hay más de media docena de personas en el mundo que merezcan ser amadas?
(Para saber mi respuesta, sólo hay que darle un repasito a las fotos que hay a continuación)
(Para saber mi respuesta, sólo hay que darle un repasito a las fotos que hay a continuación)