El extranjero de Albert Camus:
La novela tiene como protagonista a Mr. Meursault, a quien una serie de circunstancias conduce a cometer un crimen aparentemente inmotivado: su muerte en el patíbulo no tendrá más sentido que su vida, corroida por la cotidianidad y gobernada por fuerzas anónimas que, al despojar a los hombres de la condición de sujetos autónomos, les eximen también de responsabilidad y de culpa.
Tema recurrente en toda su obra, el Sistema Judicial es la representación última de la más absurda pretensión del hombre: creerse capaz de distinguir valor alguno en las acciones de sus semejantes y llegar a la pretensión de poder ejercer la justicia. Así dentro de la teatralidad totalizante que es la existencia individual se representa un segundo drama: una trágica pantomima con niveles aún más patéticamente perversos de histrionismo. En este teatro de la crueldad el actor por antonomasia, el histrión último es el juez, impostor de Dios, representación de la incurable necedad del hombre que, ciego a la verdad, se cree capaz de ejercer la justicia.
Pilar, parece que está subyugada por este autor (que además refleja uno de los temas preferidos de nuestra Pilipink, aunque ella no sea consciente, a saber: un niño huérfano y una guerra)
El día antes de la felicidad, de Erri de LucaUn joven huérfano de Nápoles vive muy apegado al portero de su comunidad de vecinos, Don Gaetano. Éste es quien le da lecciones sobre la vida, quien le enseña a relacionarse con las mujeres, a formarse como adulto y a afrontar los problemas de la calle. Don Gaetano se convierte en algo así como un padre para el chico.
El día antes de la felicidad ha vendido ya miles de ejemplares en Italia, llegando incluso a superar a alguno de los títulos de Stieg Larsson. Erri de Luca es un autor de culto, de esos que escriben novelas fuera de corrientes comerciales, que apuestan desde hace años por un estilo sencillo y sin florituras. Sin ir más lejos, la anterior novela publicada en España, En el nombre de la madre (Siruela, 2007), era un relato transparente y directo sobre la divina concepción de María y el viaje que hace junto a José a Belén, donde nace el niño Jesús.
El día antes de la felicidad es la historia de una relación entre un chico y un adulto. Don Gaetano es de esos hombres que las ha visto de todos los colores y tiene a sus espaldas un saco de experiencias; el muchacho, en cambio, no ha tenido a nadie en quien fijarse y ha pasado gran parte de su tiempo libre leyendo en un sótano. Más allá de los libros, el joven se enfrenta a la realidad napolitana y a los relatos de la guerra de Don Gaetano. Casi sin quererlo, el discípulo se hace adulto a pasos agigantados.
Erri de Luca ha trazado un argumento atractivo, bien escrito. No obstante, a pesar del valor moral que la crítica italiana le ha dado a la novela, no creo que sea para tanto. Estamos ante una novela corta de formación, sí, pero es exagerado decir que encierra grandes lecciones de moral. La sensación que me queda después de leer El día antes de la felicidad es que guarda un argumento atractivo pero el relato acaba resultando demasiado contenido.
Adela, dijo que estaba leyendo:
Una novela francesa de Frédéric Beigbeder (Ed. Anagrama):
El 28 de enero de 2008, Frédéric Beigbeder era detenido a las puertas de una discoteca parisina por consumo de cocaína en la vía pública y pasaba 48 horas bajo detención preventiva. Irónicamente, tan solo unos días más tarde, su hermano, el empresario Charles Beigbeder, recibía la Legión de Honor de manos del presidente francés. De este suceso real nacería poco tiempo después Una novela francesa. Desde su celda, Beigbeder echa la vista atrás y, con auténtico espíritu de arqueólogo, reconstruye su infancia olvidada. Con su habitual trazo impenitente dibuja el retrato de sus dos familias: los Chasteigner, aristócratas de rancio abolengo, y los Beigbeder, burgueses acomodados venidos a menos. Rememora los deliciosos veranos transcurridos en la casa familiar de Guéthary, pescando camarones con su abuelo o viviendo acomplejado bajo la sombra de su hermano mayor. Repasa también el trauma que supuso el divorcio paterno y la dulce anarquía que lo siguió.
En un constante ir y venir del pasado al presente, Beigbeder pasa de la melancolía del recuerdo al relato de su detención, del papel de sus abuelos en las dos guerras mundiales a los tiernos momentos pasados junto a su hija Chloë. Y todo ello aderezado, como no podía ser de otro modo, con feroces críticas a las dependencias penitenciarias de París y al mismísimo fiscal de la ciudad, Jean-Claude Marin, soflamas contra el sistema y una defensa acérrima del consumo de drogas. En definitiva, Beigbeder entreteje una suerte de memorias que son en realidad un auténtico recorrido sentimental por la Francia de las cuatro últimas décadas.
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